2009-05-29

1936. POPEYE


Hay quien dice que el jazz es la única aportación original de Estados Unidos al mundo de la cultura y/o de las artes, habida cuenta de que el cine, para los europeos, lo inventaron dos franceses y el cómic tiene multitud de precedentes a cual más ennoblecedor y remoto, desde los jeroglíficos egipcios a las aleluyas o la columna de Trajano.

Sea como fuere, jazz, cine y cómics compartieron en una época cotas de experimentación y de hallazgos en sus medios respectivos que coinciden en el lugar y el tiempo, hasta crear una (¿sub?)cultura netamente norteamericana que configuró las (¿sub?)culturas populares del resto del planeta a partir de la Segunda Guerra Mundial y la expansión de eso que hemos venido en reconocer, y hasta sufrir, como imperialismo yanqui.

La gran eclosión de los cómics como medio joven, atrevido, multiclasista y para toda la familia tiene, en el primer tercio del siglo XX, multitud de ejemplos de primera fila cuyos logros no han llegado a ser alcanzados nunca. Y uno de los más importantes y característicos de estos ejemplos, víctima de su propio éxito, es la serie Thimble Theater, la creación de Elzie Crisler Segar de donde surgiría para la posteridad la figura entrañable del cascarrabias y pendenciero antihéroe llamado Popeye.

En tiras diarias desde finales de 1919 y con páginas dominicales con historia separada desde principios de 1925, las primeras historias de Thimble Theater nos muestran literalmente a un variopinto teatrillo de personajes, similar a los caracteres corales de las películas del cine mudo, y donde destacan Olive Oyl y su novio Ham Gravy, para más tarde incluir al hermano de la primera, Castor Oyl, y sus padres Nana y Cole. La popularidad de la serie se dispara diez años más tarde, cuando en enero de 1929 las correrías de tan curiosos personajes los llevan a encontrarse con un singular marinero tuerto, quien al grito de "I yam what I yam and that´s all what I yam" se adueñaría del corazón de su creador y sus lectores.

Aunque Segar siempre anunció la serie como Thimble Theatre, fueron muchos los periódicos que cambiaron por su cuenta la cabecera a Popeye the Sailor Man, puesto que desde su aparición los otros personajes, excepto Olive, habían ido haciendo mutis por el foro, barridos por la fuerza y la personalidad del marinero. Había nacido un mito que forjaría páginas de oro en la historia de los cómics hasta la desafortunada y prematura muerte de Segar en 1938, víctima de leucemia.

El divertido elenco de personajes y situaciones no acabaría con la incorporación del testarudo marinero. La Bruja del Mar, el Rey Blozo, Alice la Goon, el gigantesco y temible ogro Toar, el avispado Oscar, el travieso Swee´pea y, sobre todo, el pícaro vividor J. Wellington Wimpy (el comedor compulsivo de hamburguesas a una de cuyas cadenas de restaurantes ha dado nombre) componen un muestrario de personajes fantásticos, freaks en ocasiones, que bien podría ser considerado el equivalente tebeístico de las caricaturas de Dickens y sus Pickwick Papers. Como curiosidad, anotar que el personaje de Bluto, eterna némesis de Popeye durante décadas de dibujos animados, apenas aparece en los cómics de Segar más que en tres semanas.

Popeye no es en modo alguno el personaje atontolinado y obcedadamente dependiente de las espinacas que, por obra y desgracia de los dibujitos animados, generaciones enteras de todo el mundo han aprendido a confundir (y siempre hay que reconocer el espléndido trabajo que los Hermanos Fleischer hicieron con las primeras adaptaciones del personaje a su medio). En los cómics Popeye es duro, antipático, antisocial, no tiene reparos en robar o en golpear a las mujeres si hace falta (a su novia Olive, mismamente, también una criatura de armas tomar si la ocasión lo requiere), pero es a la vez noble, sentimental, arriesgado y, sobre todo, invencible, y ni balas ni puñales ni bombas podrán con él. El origen de su fuerza sobrehumana (y si nos ponemos puristas entonces tenemos que admitir que Popeye es el primer superhombre-no-necesariamente-heroico de la historieta) no procede en primera instancia de las espinacas, sino de los poderes obtenidos tras frotar hasta la saciedad una especie de gallina mágica.

Hay mucho de Charlie Chaplin en las aventuras de Popeye (y Segar confesó abiertamente su admiración por Charlot y sus películas), y existen paralelismos entre la evolución de ambos personajes, quienes a lo largo de un proceso continuado de prueba y error pasaron de ser anti-héroes amorales a convertirse en sensibles y solidarios vehículos de buenos sentimientos (aun a fuerza de trompazos, y las peleas de Popeye son épica pura y continua como no se vería en los cómics hasta la madurez de Jack Kirby). Popeye y Charlot son vagabundos intrépidos, marinero en tierra el uno, superviviente de naufragios imaginarios el otro, enfrentados a fuerzas opresoras que pueden proceder de entornos sociales próximos (mineros, policías, buscadores de oro, gangsters, indios o ejércitos de países llamados Nazilia, por ejemplo), o de ambientes claramente fantásticos donde, de todas formas, Segar nunca se olvida de hacer crónica y crítica social de la Depresión, y no son infrecuentes los encontronazos con ricos magnates que han llegado a ese estatus por ser mangantes, la huida de las fuerzas del orden que parafrasean (pero con más visos de realidad) a los Keystone Cops del cine, o la ayuda a jóvenes vagabundas que son descubiertas al final como ricas herederas de padres hundidos ya en la miseria. Popeye desconfía de la ley y de su brazo ejecutor, y hasta cuando instaura un reino propio es incapaz de reconducir los destinos de los hombres a su cargo, puesto que no hay mujeres que los entretengan y por eso, cuando llega el momento de ir a la guerra, todos se comportan como vagos cobardes que se niegan a pegar un solo tiro. La tira donde, desde el balcón de palacio, Popeye accede a los deseos de su pueblo de instaurar una república en vez de una monarquía, es una impagable lección política: Popeye, sin achicarse lo más mínimo, cambia su corona por un sombrero de copa que recuerda a los de Roosevelt. Y todo sigue como antes.

Como en un buen ejercicio de jazz, Segar es capaz de saltarse a la torera los convencionalismos de un medio que todavía estaba naciendo. Sus tiras no se reducen a contar un gag individual cada día, sino que se entroncan en aventuras de largo desarrollo donde, si se tercia, el chiste es obviado o resuelto en la segunda viñeta y no en la quinta. Si algo llama la atención del curioso e inquieto Segar, la historia se desvía hacia allá, y no vuelve a la vía principal de la narración hasta que ese detalle ha sido explotado y resuelto. La diversión y la sorpresa están garantizadas siempre, una de las claves que hacen que este tebeo sea hoy tan fresco como hace ochenta años.

A destacar, aparte de los personajes que entran y salen siempre de la trama, el peculiar uso de los diálogos que convierten a Segar en un maestro de la caracterización, el uso continuo de muletillas y frases fetiches (una de las cuales, la alusión a los Jones Boys, incluso sería recuperada en la última aventura cinematográfica de Indiana Jones). Y, junto a Popeye y Wimpy, sanchopancesco y falstaffiano con un mucho de Buscón y otro tanto de Landrú, la presentación de Eugene el Jeep, un extraño animal fantástico que, al decir siempre la verdad, se convierte en un perfecto pronosticador del futuro. Es gracias a Eugene que Popeye, que se creía huérfano, logra encontrar a su anciano padre, una versión salvaje y sin curtir de sí mismo (ya hemos dicho que, con el paso de los años y posiblemente debido a las presiones de los periódicos, Popeye hubo de suavizar su personalidad). Poopdeck Pappy demuestra, con sus desaires, su vagancia, su amoralidad, que de casta le viene al galgo, por lo que todos respirarán tranquilos cuando un tribunal lo envíe a la cárcel por intentar ahogar a una dama que había comido cebollas el día de su cita. Para Pappy algo imperdonable, como es obvio.

El éxito de Popeye lo convirtió instantáneamente en un icono que todavía hoy arrastra su buena cantidad de merchandising. Juguetes, disfraces, pipas musicales, tarjetas, discos, huchas, chicles, recortables, libros, cepillos de dientes, gorras... ad infinitum. Pero el verdadero y genuino marinero tuerto, la auténtica magia de sus aventuras y sus exploraciones en busca de seres míticos, fantasmas, ogros y hombres primitivos, continentes por descubrir y tesoros que saquear está en las páginas de los periódicos.

Popeye fue lo que fue y esto es todo lo que fue: una obra maestra del cómic. Y su creador, Segar (cuya firma es un simbólico cigarro puro), uno de los más grandes genios que jamás haya dado la historieta.

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Comentarios

1
De: Ignacio Fecha: 2009-05-29 18:50

Siempre que alguien lee por primera vez Blueberry, Watchmen, Príncipe Valiente o cualquiera de mis cómics favorito no puedo evitar sentir envidia al recordar lo que sentí cuando descubrí esas obras que han marcado mi vida.

Pues bien, con Popeye soy yo el que debe dar envidia. Qué enorme placer me supone la aparición de cada nuevo tomo... por cierto, espero que el tercero no se haga esperar otro año.

Cuánta razón tienes al comentar el daño que ha hecho la salvaje extrapolación del personaje a otros medios. Yo mismo nunca me habría animado a descubrir esta obra maestra de no ser por el consejo de Jesús Yugo.

Viendo esto, uno cada vez entiende mejor la postura de Bill Watterson.

Saludos.



2
De: Pedro Camello Fecha: 2009-05-29 19:08

Tienes razón. Hay que ver el daño que el paso del tiempo, la falta de su autor y las incontables manos pueden hacer en un personaje. El Popeye "universal" se ha convertido en poco más que un icono vacío y políticamente correcto.

Siempre me he preguntado cual sería la reacción social si el auténtico Popeye se diera a conocer masivamente hoy día. Seguramente sería defenestrado y nunca alcanzaría la categoría de mito.

Bill Watterson actuó con mucho juicio cuando hacía lo que hizo.



3
De: Entrevista/videochat a Paco Ignacio Taibo II Fecha: 2009-05-29 20:10

http://videochat.elcomerciodigital.com/videochat.php?videochat=fitaibo



4
De: MR Fecha: 2009-05-29 20:11

Señor RM: ¿qué opina de la edición actual de Popeye?



5
De: Mel Fecha: 2009-05-29 21:17

Lo de Bluto parece igual que lo de Moriarty: una aparición...¡y archi-enemigo en todas las adaptaciones! Hay gente que no entiende un personaje sin una eterna y repetitiva némesis...

Una pregunta y no es por hacer la gracia: ¿lo de frotar la gallina era un juego de palabras en inglés? porque lo que es en español, suena a lo que suena...



6
De: RM Fecha: 2009-05-29 21:25

MR: Sigo la edición americana de Fantagraphics, así que no sé cómo es la española. Tengo también la anterior edición de Fantagraphics, la de los ochenta, pero incompleta. Creo que me gustaba más la antigua: en tomos apaisados, cabían tres tiras por página y se veían mejor los dibujos. A pesar del tamaño descomunal de esta edición, es incómoda de leer y no se aprecia bien el trabajo de Segar.



7
De: RM Fecha: 2009-05-29 21:26

Que yo sepa, no es un juego de palabras, Mel. Es puro absurdo (y ahora sí he metido yo un juego de palabras).



8
De: Luis F. Mayorgas Fecha: 2009-05-29 22:13

Una curiosidad. Creo que fue un podcast de Pedro Jorge Romero, que recogía una charla de Rafa sobre el mundo, el que me hizo recalar de forma habitual en este blog. (eso y La Leyenda del Navegante, pero eso es otro tema).

El caso es que esa charla dedicaba unos minutos a hablar de Popeye, y -es posible que lo haya mencionado en otra ocasión-, y subrayaba la diferencia entre el icono de los dibujos animados y el personaje del comic original, comparándolo con Lobezno. Cinco años, y aún no se me va esa imagen de la cabeza. ¿Alguien se imagina un remake de la película de Robert Altman de Popeye, pero con Hugh Jackman en lugar de Robin Williams?

Por cierto, Rafa ¿que opinas de esa película? No conozco el comic de Segar, pero tengo la sensación de que al menos recuperaba muchísimos personajes de ese comic original que nunca llegaban a aparecer en los dibujos animados... Y Shelley Duvall era una Olivia genial. :-)



9
De: RM Fecha: 2009-05-30 00:14

No he visto la peli: sólo unos veinte minutos del final. Los personajes estaban clavaos, pero creo que le pesa la influencia de Annie.

Creo que mi frase fue que, en un enfrentamiento entre Lobezno y Popeye... ganaría Popeye.



10
De: Andoni Fecha: 2009-05-30 01:09

Yo sigo la edición original de Fantagraphics y ya tengo encargado el 4º. La edición es impecable y el colorido de las dominicales está muy bien reproducido. Eso sí, para entender lo que dice Popeye se necesita más que 1º de la escuela de idiomas (que es mi caso). ¿Qué tal está la traducción de la edición española?
Un saludo



11
De: Xuacu Fecha: 2009-05-30 01:56

Para MR: Yo tengo el primero en español y los demás en inglés. La diferencia de calidad es menor que nunca si lo comparamos con otras adaptaciones de ediciones previas americanas de la editorial-que-muchos-no-queremos-nombrar. Aún así sigue habiendo diferencias pero mínimas, el blanco y negro es muy ligeramente peor, el color casi igual, la portada quizá es lo más llamativo porque en inglés tiene una especie de troquelado con forma de bocadillo que deja ver el título escrito en la primera página así como una frase típica de Popeye mientras que en español optaron por no hacer ese troquelado y en lugar de la frase poner volumen uno,etc. Quizá también la calidad de las hojas sea ligeramente mejor en inglés. Tamaño y dureza de la cubierta es igual en ambas ediciones. También es verdad que he comparado la uno española con la dos americana.
Para Andoni: En la española el traductor ha optado por no adaptar la forma de hablar el inglés de Popeye a una forma de hablar el español equivalente (quizás porque sea imposible de hacer), esto es, que pronuncia un español tan correcto como el de Castor y demás.



12
De: Mt Fecha: 2009-05-30 10:27


"Lo de Bluto parece igual que lo de Moriarty: una aparición...¡y archi-enemigo en todas las adaptaciones! Hay gente que no entiende un personaje sin una eterna y repetitiva némesis... "


Krissss de Vaaaalnoooorrrrr.





Lamento el off-topic, pero no he podido evitarlo. Es cierto: el Popeye está muy bien. Y la edición es muy similar a la de fantagraphics. Al menos por esta vez, Planeta está cumpliendo.



13
De: RM Fecha: 2009-05-30 10:31

No, hombre, no: Kris sale varias veces. Es como la Red Sonja mala de ese tebeo tan bueno que tan poco te gusta. Como el Doctor Doom. Como Magneto.

Pero Moriarty apenas sale en un cuento de Holmes. Y Bluto, ya digo, en unas cuantas tiras. Y quedan para los restos.



14
De: Francisco Fecha: 2009-05-30 14:32

Creo que Mt, lo que quería decir, es que Kriss es la némesis repetitiva que le han colocado a Thorgal para satisfacer a quienes no entienden un personaje sin dicha némesis repetitiva.

Opinión que por cierto no comparto, porque no creo que Kriss haya llegado a repetitiva. No en las historias de Thorgal que yo he leido, al menos.



15
De: RM Fecha: 2009-05-30 19:45

Tiene un final nobilísimo, Kris de Valnor.



16
De: Ivan Gil Fecha: 2009-05-31 12:11

Bueno, señor rm, de nuevo me alegra visitar su cueva ya que no me habria animado a echar un vistazo a este clasico de no ser por su articulo.
off topic: ayer vi en el salon de Barna por primera vez en mi vida orignales de Alex Raymond....todavia estoy llorando de la impresión.



17
De: RM Fecha: 2009-05-31 12:25

¿Originales...? ¡AAAAARRRGGGHHH!
Sabía que tendría que haber ido al Salón...




18
De: tristan Fecha: 2009-05-31 19:42

Popeye es como dices RM una de las cimas del comic mundial.
Y yo como Ivan Gil aún estoy con la gallina de piel con los originales de Alex Raymond... Además un servidor ha tenido el honor de comentarlos con un asombrado Jordi Bernet. Casi lo mejor de todos los salones que he visitado(el año pasado ví una exposición de originales de Victor de la Fuente).