El terror perteneció primero a los adolescentes y ahora parece que está en manos de sensibilidades más o menos femeninas. Desde Anne Rice y sus vampiros moñas al recorrido light por el profundo sur de Sookie Stockhouse en True Blood o los nuevos vampiros eternamente repetidores de curso de aquello de Crepúsculo, el terror ya no ofrece sustito y gustirrinín catárquico, sino caídas de ojos y mucho lápiz labial. Se salvan, de momento, los zombis, aunque ahora corran a pesar de que no respiran, e imagino que el gran éxito del futuro será explotar zombis mariconas, tiempo al tiempo.
Huérfanos televisivos desde que a Joss Whedon le dieron la tercera o cuarta patada consecutiva (a ver cuánto le dura el invento nuevo), quizás demasiado tarde hemos echado el ojo a esta otra serie, Sobrenatural, quizá considerando equívocamente cebo para quinceañeras la apostura de su pareja protagonista, Jared Padalecki y Jensen Ackles, que interpretan respectivamente a los hermanos Sam y Dean Winchester. Si no tienen ustedes problemas para admitir que puedan existir hombres guapos y no sentirse necesariamente atraídos por ellos, ni temer que su masculinidad se tambalee, dénle una oportunidad a esta serie.
Eric Kripke, el creador, dice que se basó en Sandman para desarrollar la historia itinerante de estos dos hermanos (y su Chevy Impala), pero más parece, en ocasiones, un tebeo de la línea Vértigo y, como punto de partida, la sombra del "American Gothic" de Alan Moore para La Cosa del Pantano se me antoja un referente inevitable.
Porque la serie supone, al menos en sus dos primeras temporadas, un tour guiado por la América rural y sus mitos y leyendas de andar por casa, sus miserias, su temor a lo sobrenatural: un monstruo a eliminar cada semana, un fantasma, un vampiro (y ojo que aquí los vampiros son ligeramente distintos a como estamos acostumbrados y resultan bastante originales), una leyenda urbana o una película conocida o desconocida a la que los guionistas se encargan con mucha habilidad de dar la vuelta. Para que ustedes me entiendan si no son fan irremediables de esta serie: es como si estuviera compuesta sólo de los episodios buenos de Expediente-X, esos que no necesariamente entroncan con el lío de las conspiraciones.
Definida con acierto como "Star Wars entre gasolineras", la serie funciona, y funciona muy bien, porque rompe moldes terroríficos en eso que siempre ha sido bastante light, la televisión, y ofrece pequeñas películas de una hora que permiten ser disfrutadas y entendidas casi sin más problema, cosa que se agradece. Inevitablemente, el arco aparece y dentro de él la serie gana en escope, hasta el punto de que la tercera temporada (y la cuarta, ahora en curso) sin llegar a ser un único episodio de muchas horas sí tiene por fuerza que entenderse mejor situando cada aventura en su contexto.
Y qué contexto. Una road movie con resabios de western donde el peso de la trama recae en la relación de los dos hermanos, Dean (el mayor y más cínico y duro), y Sam (el menor y más alto y más ingenuo... y más misterioso), marcados por la muerte de su madre a manos de un demonio de ojos amarillos y de la caza inmisericorde de su padre desde entonces. Sam y Dean apenas han conocido otro mundo que ese mundo de moteles de carretera y ruta 66, entre demonios y fantasmas y música de rock aprendida de su progenitor. No faltan los momentos gore, los monstruos semanales de aspecto bastante fuerte para la televisión, la visita a momentos del fairy o el lore cultural colectivo, las alusiones culturales (por parte de Dean, todo un experto en cultura trash) o las investigaciones de elementos fantásticos existentes o creados para la ocasión. Como curiosidad, y como especie de bofetada sin manos a quienes creen que todo vale en una serie fantástica, el tema ovni y demás queda absolutamente negado (además del bigfoot).
Los dos actores (cuyos referentes, según declara Kripkle serían Han Solo y Luke Skywalker) se complementan a la perfección, si bien Jensen (Dean), el segundo en los créditos, es capaz de robar cuantas escenas puede con su actitud chulesca y su personalidad de solitario dolorido. Recorriendo las carreteras y visitando una América roughneck que dista mucho de ser la América de los triunfadores, la serie acaba siendo absolutamente descarnada, falta de fe y optimismo, puramente nihilista: los protagonistas (al menos Dean) no creen en Dios, pues sería imposible que Dios exista tal como anda el mundo. El contraste entre los hermanos se complementa cuando Dean desaparece de escena y es Sam quien entonces adopta muchas de las actitudes y la vida al límite y al borde de la muerte de su hermano mayor.
El arco, les decía, acaba por apoderarse de la serie a partir de la tercera temporada, cuando las puertas del infierno se abren y una horda de miles de demonios (escenificados por nubes negras que poseen por la boca y son expulsadas por la boca) invade la tierra. Entonces aparecen personajes secundarios como la demonio "buena" Ruby o la ladrona Bella Lugosi que mantendrán en jaque a los dos personajes, aportando en ocasiones elementos humorísticos o potenciando la sensación de desastre inminente que acompaña las temporadas desde entonces. El oscurecimiento de los argumentos y la caída continuada en el lado oscuro de las tramas y los personajes llegan a ser, en la cuarta temporada en marcha todavía, atosigantes: en medio de una guerra entre ángeles y demonios, el enfrentamiento final entre los hermanos parece inevitable.
Acaban de renovar para una quinta temporada, quizás la final. Insisto: una serie que como poco se merece un notable alto y que proporciona eso que leemos en los cómics y que el cine y la tele no son capaces de traducir cuando adaptan los cómics: seriedad dentro de la diversión, coherencia dentro de la narrativa, amor por lo que se hace y respeto por los referentes a los que rinde continuo homenaje (impagables las revisitaciones de Regreso al futuro o de Atrapado en el tiempo, por ejemplo, o la aparición de algunas protagonistas femeninas de las series de Joss Whedon).
Quizá la mejor serie de fantasía oscura del momento. Denle una oportunidad: si son ustedes de los que se ponen nerviosos porque los protagonistas son dos chicarrones guapos, tranquilos: el elenco femenino que aparece en cada episodio es también de los que quitan el hipo.
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