Se imaginan ustedes que, con la que nos están dando, ahora asomaran a la tele Zapatero o el mismísimo Obama y nos dijeran, como el Gran Wyoming, “os la hemos colado, no hay crisis”? ¿Nos enfadaríamos por ello? ¿Nos sentiríamos estafados? ¿Lanzaríamos un grito de alegría o nos lanzaríamos de cabeza contra la pantalla?
Pues lo mismito nos pasó en Cádiz el jueves. O sea, sí, con lo del tornado. El twister de las películas modernas, ese fenómeno donde vuelan casas y vacas y nunca, o casi nunca, el coche cuatro por cuatro del protagonista. Cayó la de Dios, la ventolera a eso de la una y pico era de impresión, se avisa (o no se avisa) de que la cosa puede ponerse a peor y la gente, que de entrada no es tonta, se acojona y empieza a quitar macetas de las azoteas (también la poli iba quitando de sitios peligrosos los contenedores de basuras, por cierto), los escaldados de las inundaciones de hace unos meses empezaron a rezar, como el Selu, para no tener coche, y en los centros de trabajo y los colegios ya nos veíamos todos aislados por la lluvia y el viento, sin luz, ni calefacción (bueno, calefacción ya sabemos que no hay nunca), y temiendo que la cosa no se despendolara más y acabáramos como los protagonistas de esa novela de Stephen King, “La Niebla”.
Se hizo lo natural: salir pitando, todos para casa, a agradecer que no construimos con madera y a esperar que pasara lo peor. Y no pasó nada. Quizá porque el aviso fue exagerado. Quizá porque ya había pasado de largo (ese trueno terrible a eso de las doce y pico y el diluvio que cayó hacia la una). Y, en seguida, la decepción. Los derrotistas de todo y por todo, quejándose de que, cónchiles, no había tornado ni nada. El cachondeo sano del coro por la tarde se multiplicó, antes, en quejas e insultos en los foros online de los periódicos digitales (Internet se revela cada vez más como el sitio donde se le da voz a quien no tiene nada que decir).
¿Dónde está el tornado? Los simples se quejaban. Pero de la pregunta que a mí me queda conozco perfectamente la solución: esos mismos habrían puesto el grito en el cielo si, en efecto, el tornado se hubiera llevado por delante árboles, marquesinas, contenedores, camionetas de reparto, balcones y adornos de carnavidades, y habrían echado a los lobos a las autoridades (y hay tela de autoridades a las que echar a los lobos) porque no se alertó a la población, a los colegios, a los trabajos, para que evacuaran rapidito y se atrincheraran en las casas.
Se hizo bien, por tanto. En todo caso, se hizo tarde: si como se decía lo peor se esperaba a partir de las dos de la tarde, los colegios, sobre todo, tendrían que haberse vaciado mucho antes. Pero más vale prevenir, y el único comentario que queda es agradecer que no sucediera nada.
Imaginen ustedes, hace la tira de años, al cura de la Palma sacando la imagen de la Virgen para parar el maremoto y la reacción de los de entonces, que son los de siempre: “Quillo, ¿nos vas a cortar el punto? ¡Deja que corran las olas que queremos ver cómo Cádiz se hunde!”
Publicado en La Voz de Cádiz el 09-02-2009
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