Lo recordarán ustedes, o no, del año pasado por estas fechas. Escribí media docena de relatos cortos de Torre y su chirigota ilegal, "Los detestives privados", aquella historia que era mezcla de experiencia propia y recuerdos ajenos y que me tuvo entretenido (y espero que también a los lectores de La Voz de Cádiz) durante el tiempo que duró el carnaval. Lo de detective privado (por si les da pereza a ustedes buscar los relatos aquí a la derecha, en el enlace "Historias de Torre") iba por el doble sentido de detective metomentodo que todos conocemos y detective que le da a la priva, o sea al trinki, o sea, borrachín.
Me llama hace unos minutos el grandísimo e inquieto Miguel Angel García Argüez, nuestro Migue, que es poeta, y cantante, y carnavalero, y no sé cuántas cosas más, para decirme, como ya apuntó aquí el año pasado, que el tipo de detective tajao era cojunudo y que, precisamente, este año lo saca en su chirigota callejera (vulgo ilegal).
Me llena de una emoción tonta, qué quieren ustedes que les diga. Un año después (como pasan tantas cosas un año después de que las escriba) la chirigota de Torre y el bizco y el bullita del Juancarlo y la alemana de la beca orgasmus y todos los demás tendrá su versión de carne y hueso en el carnaval. Me siento más contento que si Spielberg llevara al cine Mundo de dioses (bueno, ya lo hizo en parte).
Muchas gracias, Migue. Ya os buscaré, ahora con más veras, por las calles. Dile al Torre que se cuide, que este invierno hace tela de frío y todavía tiene que durarme por lo menos una novela nueva.
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