2008-11-20

1779. METRÓPOLIS



Hay semanas en las que, aunque en el mundo pase mucho e importante, aquí para el de la fotito de arriba no pasa nada de importancia. Cuando nos queda tan lejos lo que hacen quienes hacen por nosotros que uno sólo tiene tiempo a intentar asimilar, desconectado de noticias, esos titulares y esas fotos de apretones de manos que, en cualquier otra semana, en cualquier otro momento, le habrían dado el fuelle para escribir unas líneas.

Discúlpenme ustedes que no les cuente mi visión del encuentro a pie de Casa Blanca, de la caída en la copa del Real Madrid o del amago de espantá de Diego Armando, del nuevo cabreo incomprensible de la aristocracia contra los bufones de El Jueves (¿de qué sirve la prebenda de uno sin la morisqueta de los otros?), de la marcha atrás en el proyecto del kiosco playero (a ver cuándo se da marcha atrás en el otro adefesio; tal parece que nuestros próceres no saben que el carnaval está ahí a la vuelta del calendario y los van a poner a caldo, que la Caleta es la Caleta y es mucho para muchos de nosotros), o del necesario recorte presupuestario en lucecitas tontas de Navidad, porque se escapa uno del mundo cuatro días y parece que llega a un planeta desconocido y hace falta tiempo para volver a entrar en órbita.

Me permiten pues que les cuente una reflexión a vuelatecla de lo que ve y respira en la capital de las Españas, o sea, el Madrid que no sé si se queda sin gente como decía el chiste, aunque parece que el caudal inmigratorio se ha reducido y bastante imagino que a cuentas de la crisis. Además de teatros, y museos, y atascos de tráfico, y alguna que otra compra, cada año en Madrid, con mis chavales, nos sirve para volver a ponernos en contacto, siquiera unos minutos, con otros antiguos alumnos que ya son hombres y mujeres de provecho, estudiantes algunos, profesionales otros, gaditanos que tienen que hacerse la vida en medio del caos y la prisa de la gran metrópoli.

Da que pensar, no crean ustedes. Les contaba allá por el verano la impresión de ver venir a muchos de ellos en vacaciones, para refrescar el sabor de los recuerdos y al encuentro de un pasado que para nosotros es perpetuo presente, turistas accidentales en busca del tiempo perdido que ya sólo van a recuperar a duras penas. Esta semana hemos vivido la experiencia contraria: la de encontrar a esos mismos gaditanos en la nueva salsa de sus vidas, lejos de sus raíces.

Y tiene mérito, no crean, cruzarte la ciudad de punta a punta en medio del frío sólo para recibir un saludo y una sonrisa y compartir unos minutos de charla. Trajeados pero incómodos dentro del uniforme de faena, medio camuflados en abrigos inmensos aquellos que todavía no se han adaptado al clima diferente, mucho más delgados por la presión de la competitividad, a todos se les llena el rostro de esa luz que les llevamos y les transmite, siquiera unos segundos, al mundo en el que seguimos anclados y que para ellos ya sólo es Ítaca: noticias de conocidos, proyectos profesionales, esperanzas por el fútbol, anécdotas comunes magnificadas por el humor. Son los gaditanos condenados a dejar de serlo, los que tienen que buscarse el sustento en la ciudad inhumana que lucha con todas sus garras por devorar su esencia, la que convierte las calles en laberintos de carreras de ratas y hace de todos ciudadanos silenciosos que cruzan semáforos con los oídos tapados a las charlas de los otros. En la gran ciudad donde no hay amaneceres ni puestas de sol, ni se respira el salitre en el aire, y donde la única ventaja, según nos cuentan con un deje de ironía que revela el poso de sus raíces, es que al menos llueve para abajo.

Se nos despiden luego en la noche, estos antiguos alumnos que ya son mujeres y ya son hombres, de vuelta a túneles de metro o blindados en taxis que los llevarán muy lejos, donde impera el anonimato, a la espera de otro día donde seguir sobreviviendo. No sé si los otros chavales que nos acompañan en la excursión, sus hermanos menores, sus antiguos compañeros de equipo o de acampada, se dan cuenta de que tal vez han visto su futuro, que este breve encuentro feliz tiene un algo de presagio.


Publicado en La Voz de Cádiz el 17-11-2008

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Comentarios

1
De: Pantoja Fecha: 2008-11-20 13:30

La próxima vez que subas a la capital del reino, por favor, avisa. Me hubiera gustado que nos viéramos para convencerte de que volvieras al Prado (je!), hablar de tiempos escolares pasados (no mucho), de Watchmen y de la edición de bolsillo de Lágrimas de luz que me compré el fin de semana pasado y que va a ser la primera novela tuya que me lea (que digo yo, que ya es hora)



2
De: Valentín Vañó Fecha: 2008-11-21 01:44

Querido Rafa, es verdad esta columna, pero también verdad a medias. Madrid no es necesariamente inhóspito e inhumano. De hecho, si preguntas por aquí, muchos te dirán que es, sobre todo, divertido. Ésa es la revelación más sorprendente que hemos sentido los que hemos venido a arraigarnos a esta ciudad: la sensación adictiva y constante de excitación que se respira. A tus alumnos les aconsejo que se vengan a vivir al centro. Se puede: la ciudad se transforma y se dulcifica cuando tienes la posibilidad de ir caminando a todos los sitios. Es verdad, sin embargo, que aquí vivimos en una realidad sin crepúsculos.



3
De: Anónimo Fecha: 2008-11-21 19:13

Coincido con el anterior comentario. No se por qué Madrid tiene tan mala fama por aquí abajo. Los periodos de tiempo en los que he estado no he estado mal. Para nada.

Es verdad que hay días que te levantas temprano y te da la sensación de gran ciudad donde estás sólo en la multitud. Pero es una sensación de lunes a jueves por la mañana. De esas que te entran al ir a trabajar. Esa es otra, el trabajo. Con mil veces más oportunidades que aquí abajo. Y si tenemos en cuenta que es gran parte del porcentaje de la vida, en esa parcela se vive mejor. Yo creo que es la mejor ciudad para trabajar de España, sin duda. Yo me lo planteé así: Igual que uno no va a Córdoba a bañarse a la playa, pues no va a Cádiz a trabajar. A trabajar a Madrid.

Después está la gente que es muy muy abierta. Casi siempre que salia por la noche hablaba con extraños. Supongo que también será por mi caracter andaluz, pero la gente no se cierra, te sigue la bola.

Al ser policéntrico, a veces tenía la sensación de estar en un pueblo muy muy grande.

Y luego la gran cantidad de personas que están en tu misma situación, centenares de miles. No me encontraba sólo en absoluto. Y tengo muy buenos amigo allí.

Otro aspecto positivo es que quieres más a tu tierra. No es igual ir por el centro día a día, que ir cada quince días, como yo hacía.

Y las posibilidades de ocio infinitas en comparación. Para muestra un botón: Las bibliotecas de la comunidad de Madrid te prestan libros, DVD y comics por una semana. Clásicos y modernos. Incluso si no tienen alguno lo compran para ti. Y luego: cines, teatros, tiendas, librerias. El Retiro que se pone los domingos como una playa...

Y luego están las magnificas comunicaciones. Para ir de multitud de formas, depende del presupuesto. Pero para volver era como una teleportación: Socibus de las 00:01 (así viene en el billete), a dormir, te levantas a las 7:00 y vualá listo para trabajar.

Yo estaba bien, y no tendría nungún problema en volver.



4
De: Mario Moreno Cortina Fecha: 2008-11-21 20:23

Anónimo ha dicho:

"Supongo que también será por mi caracter andaluz, pero la gente no se cierra, te sigue la bola. "

Los madrileños somos de todas partes. Mi padre es cordobés y mi madre asturiana. Casi todos somos por el estilo.

Los Homo sapiens nos adaptamos al medio. Lo que para otras personas es despersonalización, para mi es libertad. Poder moverme en una calle en la que nadie me conoce y la gente me ignora (y muchos ni siquiera hablan bien mi idioma) es algo a lo que no puedo renunciar, es parte de mí, de mi forma de ser. No porque sea bueno o malo, es porque he nacido aquí.

Buscad en algún diccionario, en novelas antiguas, en tratados, en viejos documentales, donde queráis, como se llama a los que hemos nacido en Madrid pero no tenemos padres madrileños, los hijos de los que vinieron aquí a buscarse la vida. No lo busquéis: nos llaman madrileños.

También es verdad que la vida en la gran ciudad puede acabar contigo si no estás adaptado. Y que tenemos cierta incapacidad para decir "gracias" y "por favor" y nos podemos hacer un poco incómodos a veces.

Pero creo que, en general, Madrid es una ciudad acogedora.

Saludos.

PD: si tenéis dudas, para diagnosticar a un madrileño, hacedle repetir esta frase: "que asco, es que hay una mosca en mi moscatel". XDD



5
De: Anónimo Fecha: 2008-11-22 11:59

Según me dijeron, los "madrileños" son hijos o nietos de foráneos. Los "gatos" son los nietos e hijos de "madrileños". Los gatos en Madrid son una especie en vías de extinción.

Aquí en el sur también confundimos un poco amabilidad con la ojana. Una vez fui a una libreria de comics, y justo unos veinte segundos después de entrar vi como el dependiente apagó las luces de la segunda planta presionando un interruptor. Segundos más tarde le pregunté por el último número de los recopilatorios de Charlie Brown (que han traducido como Snoopy y Carlitos), a lo que me contestó "lo siento, está en la otra planta que está cerrada, abrimos a las cinco". Salí de la tienda con un cabreo de mil demonios, cagándome en sus muertos interiormente y pensando que en Andalucía esto no pasaba. Luego me di cuenta que aquí abajo cuidamos más al cliente por la escasez de los mismos y que allí entrarán diez veces más personas que en la más visitada de aquí. Y que la tienda no sería propiedad del dependiente.

Por cierto, resulta revelador un estudio que precisamente la semana pasada se comentaba en la Voz. Era un ranking de "reputación" de las ciudades, un resumen de posibilidades de estudio, trabajo, diversión, comunicaciones, etc. Y se combina las encuestas con la opinión de expertos. Estuve dando vueltas en la red y he encotrado el ranking completo. Es de la empresa Merco que estudia la reputación de diversas cosas (empresarios, empresas, marcas, etc.), ahora se han decidido con las ciudades. Madrid es la primera de todas la ciudades españolas, la número 1. Para que nos hagamos una idea las ciudades andaluzas, que conocemos mejor, son: Sevilla:6 / Málaga:7 / Granada:12 / Córdoba:24 / Marbella:39 / Jerez:46 / Almería:52 / Cádiz:62 / Jaén:63 / Huelva:75 / Algeciras:77.

Yo creo que es bastante revelador. Aquí teneis el enlace por si quereis echar un vistazo:

http://www.merco.info/ver/mercociudad/rankig-general



6
De: Mario Moreno Cortina Fecha: 2008-11-22 16:04

Anónimo ha dicho:

"Según me dijeron, los "madrileños" son hijos o nietos de foráneos. Los "gatos" son los nietos e hijos de "madrileños". Los gatos en Madrid son una especie en vías de extinción."

"Gato" es una palabra en desuso. Se llamaba gatos a los madrileños, como se llama maños a los de Zaragoza. No se sabe muy bien por qué viene esa costumbre, he oído teorías de todo tipo. Yo creo que es por el caracter: ariscos casi siempre, cariñosos cuando nos sale de los güevos. XD

Pero lo que yo quería decir es que aquí no se distingue entre unos y otros. No podría ser de otra forma, somos mayoría los madrileños de segunda generación.

Hay muy poca gente con padres abuelos y bisabuelos madrileños; yo conozco a alguno, pero son pocos. Piensa que Madrid no es ni siquiera una fundación romana y que no pintaba nada en la península ibérica hasta que se trasladó aquí la corte. Y realmente no fue una gran urbe hasta el éxodo rural de los 50-60.



7
De: Javi Gala Fecha: 2008-11-24 15:01

Mario:
Según un escrito en el bar "El Gato", en la Cava Baja, se llama gatos por un señor que en la conquista de Madrid a los moros subió una muralla cual gato, a el se le quedó el mote, y a sus hijos...
Rafa: en general me veo bastante representado en lo que escribes... pero MAdrid me encanta, tiene sus peros, pero sus pros son de órdago.