Dice el refrán aquello de que la hierba es siempre más verde al otro lado de la valla. O sea, que nos gusta más lo del vecino que lo nuestro.. aunque nuestro gran pecado capital, españolitos cazurros, sea defender a capa y espada lo nuestro.
La guerra del provincianismo cateto que nos acecha en nuestra provincia roza lo absurdo cuando nos enfrentamos, sin que a nosotros nos importe una higa, a otras ciudades de nuestro entorno que se ufanan de su tamaño, o a otras algo más lejanas que nos achacan, como si fuéramos una metrópolis importante, las carencias a las que décadas de centralismo burocrático las han tenido sometidas. Como si la culpa, claro, fuera nuestra.
En el mundo de la cultura (porque yo vengo a hablarles hoy de cultura, no de divisiones tontas) tenemos en Cádiz el prurito, desde hace muchos años, de enfrentar las programaciones teatrales y musicales de nuestro Gran Teatro Falla con las del demasiado lejano, para estas cosas que suelen acabar muy tarde, teatro jerezano Villamarta. Y, como en el refrán, nos parece siempre que la programación hermana es más apetecible que la nuestra.
Le he echado un vistazo a las dos programaciones, por aquello de protestar, y veo con asombro que no son tan distintas en lo fundamental, que hay espectáculos que se presentarán ahora en Jerez que nosotros ya hemos visto y que hay espectáculos que en Jerez verán primero que nosotros. La mayor diferencia en ambos casos, me parece, es que el Villamarta presenta la programación de año en año, mientras que a nosotros nos la presentan por temporadas, lo que quizá siempre hace que parezca menor, sin serlo necesariamente.
Lo que se nos promete para este último trimestre del año, en nuestro Gran Teatro Falla, tiene a la vez el atractivo de lo nuevo, el cansancio de lo repetido y la incógnita de lo desconocido. Hay un plato fuerte indiscutible, el montaje de Jesucristo Superstar, que a los carrozones de mi generación encandilará, aunque las letras de las canciones, nuevamente traducidas, ya no tengan ese filo cortante de la versión que todos nos aprendimos y hasta representamos en el colegio. Cuatro días de opera rock hippie, sin embargo, parecen pocos días, y sería interesante que se intentara llegar a algún convenio con la compañía para que los públicos juveniles tuvieran acceso, en horario de mañana, a alguna representación extraordinaria. Lanzada queda la idea, por si acaso.
Lo mismo habría que intentar con el anunciado Hoy no me puedo levantar, el musical de los ochenta con las canciones de Mecano, que posiblemente cierre la temporada allá por junio. Siendo un musical mucho más largo (tres horas y pico) que el clásico Superstar, no podrá haber sesiones dobles, y me temo que sean muchos los que se queden en la calle sin poder verlo.
En realidad, el problema de la programación del Falla la tiene lo apretado de los calendarios gaditanos. Vivimos de fiesta en fiesta y de jolgorio en jolgorio, y entre vacaciones, navidades, semanas santas, veranos, FITS, y sobre todo el Carnaval, que acapara el teatro durante más de un mes, hay que rellenar huecos y debe ser muy difícil encontrar agenda a muchos otros actos que tienen que venir en unos meses concretos, cuando no está ocupado Extraña recordar que hubo una época en que el Falla era además un cine. Claro que entonces contábamos con otro teatro, el Andalucía, hoy olvidado, donde se ofrecía una alternativa más comercial a las temporadas institucionales. Reconociendo que La Lechera echa una manita en representaciones alternativas, aunque sea un lugar excesivamente incómodo, sigue pareciendo que en Cádiz necesitamos, como el comer, una alternativa al Falla.
Y también, claro, la participación de la empresa privada a la hora de organizar estos eventos.
Publicado en La Voz de Cádiz el 7-09-2008
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