Los niños, desde pequeños, quieren ser cosas que después casi nunca son. Usted a lo mejor quiso ser futbolista, o médico, o aparejador, y acabó siendo maestro tornero, oficinista, o guardia jurado. Los que tienen mucha suerte y mucha capacidad a veces lo logran. Otros nos conformamos con lo que hemos podido ir encontrando.
Yo de chiquitito quise ser torero, cantante, conductor de caravanas, sheriff, cazador de osos con gorrito como Daniel Boone, y luego todo se me borró cuando decidí que no, que lo mío era ser periodista. Fue una luz, una picazón, una locura que nos contagió a la vez a Oscar Lobato y a mí, cuando los dos teníamos ocho o nueve años y sacamos un periódico escolar que no leímos más que él y yo, porque sólo hubo un ejemplar, y que sólo duró un número, hecho a bolígrafo en papel cuadriculado. Ni que decir tiene que Oscar acabó siendo periodista.
El gusanillo se me fue muriendo o lo maté directamente cuando descubrí la literatura y, sobre todo, descubrí lo mal que está la prensa. Otro picado por el mismo veneno, Juan José Téllez, logró sobrevivir contra viento y marea a los avatares de la profesión. Yo, que siempre he sido más sensato y más comodón, lo que quise ya, desde el año 75, fue ser Francisco Umbral. O sea, no el periodista de calle, café y Remington, sino el señor que se sentaba en su casa, leía las noticias y contaba tres pamplinas bien escritas que luego todo el mundo le reía... o, mejor aún, que molestaban a todo el mundo, señal de que uno estaba vivo y había venido aquí a que lo soporten.
Enrique Alcina, que nos lee y lo reconoce, y con cuyos artículos siempre me paso un buen rato, lo mismo no me da la razón, pero si la enseñanza está mal (y está mal, oigan), lo del periodismo es que ya roza lo surreal. No les hablo de las faltas de ortografía, que siempre podemos decir (bueno, siempre no) que son erratas por las prisas, esas que ni siquiera dan tiempo a pasarle al Word el corrector ortográfico. Ni les hablo del acercamiento al mundo friki que últimamente se ha puesto tan de moda sobre todo en los periódicos digitales, y donde se nota que en las redacciones al uso piensan que, como el becario es joven, tiene que entender de tebeos, cine, televisión y palomitas, cuando los que sí entendemos de al menos un par de esos temas vemos que no tienen ni idea. Ni les hablo tampoco de la sorpresa de ver que uno dijo lo que no dijo cuando atiende a una entrevista, ni de lo mucho que me río con la prensa deportiva, un milagro de supervivencia para una temática tan, pero que tan estrechita. Ni de la competencia de los periódicos gratis hacia los periódicos que también son gratis (en internet) y que venden lo que venden, si es que venden, gracias a los tenedores, cedés, platos, abanicos, pitos de caña carnavalescos, enciclipedias, bolsos, penitentes y tangas.
Lo que me flipa cada vez más son estas dos cosas: una (el brikindans), cómo se decide qué noticia es noticia y, más allá de eso, qué noticia va en primera plana. El otro día, para mi estupor, en primera plana de uno de nuestros dos (¿o son tres?) periódicos gratuitos, una noticia que lo ocupa todo: Los patos del parque de Genovés se comen a sus crías delante de dos niños. Un sofoco para la población de Cádiz, oiga. Patos caníbales y en la 2 de televisión española sin enterarse.
La segunda cosa que me sulibella es cómo, por ejemplo hoy, en los dos periódicos de la ciudad se anuncia un futuro Salón del Comic en Cádiz donde estoy involucrado... siendo como es la reunión para ver cómo se aborda el tema el próximo miércoles y en cuya organización yo no tengo muy claro que vaya a participar, andando como ando tan mal de tiempo y de ilusiones para estas cosas.
O los periodistas tienen una máquina del tiempo, o han corrido a publicar la nota de prensa en esa carrera tonta que tenemos entre las instituciones de signos distintos, o la falta de noticias tan propia al verano se extiende ya como mancha de chapapote a otros meses del año. Posiblemente, un poco de las tres cosas.
Vamos, que hoy me he sentido como Felipe González cuando se enteraba de las cosas que hacía o que no hacía por la prensa...
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