"Que sin haberla visto y por puro prejuicio el público le ha dado la espalda a una película"
Siempre es sin haberla visto, y por puro prejuicio, que uno decide si ir o no a ver una determinada película. Porque no queda más remedio que seleccionar, claro, y en algo habrá que basarse, como ustedes comprenderán.
Además, qué le vamos a hacer, oigan, si ya desde el trailer la peli parece el indigesto engendro kitch (o como coño se diga "hortero" en inglés) que luego resulta ser. Eso sí, lo que no deja adivinar el trailer es lo aburridísima que se hace, con esa historia tan sumamente simple y esos interminables diálogos en los que los personajes se pasan minutos y minutos monologando para decir dos pamplinas, rodados a golpe de insulsos planos y contraplanos, o lo que es peor, mediante la chorrada esa de las cabezas pasando de un lado para otro con imágenes al fondo, que la primera vez mira, tiene su gracia, pero que acaba resultando tan insulso y tedioso como lo anterior a fuerza de repetirlo a cada momento.
Y con lo de la sátira y el humor ácido... ¿a qué se refieren, exactamente? ¿A los gags supuestamente desternillantes, pero francamente nauseabundos, que protagonizan cada dos por tres, en un vano intento de arrancarle la sonrisa al espectador, el gordo del niño y el mono de las narices?
Que no, que si los Wachowsky se pegan el batacazo en taquilla se lo tendrán merecido, por esperar que los demás les paguemos sus caprichos, sus extravagancias y sus, sí, frikadas.
Un saludo.
P.D.: Qué lástima de grandes actores como John Goodman, o Susan Sarandon. Esta última debe haber cobrado una auténtica pasta para aceptar un papel en el que lo más emocionante que hace, creo, son un puñado de tortitas, al principio, y otro de tostadas con mermelada, al final. Un papel a su altura, vamos.
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