El domingo es mi día favorito de la semana, aunque no creo que tenga nada que ver con mi trabajo de superhéroe. Uno puede permitir que se le peguen las sábanas, hacer conjeturas sobre la semana pasada y la semana por venir, decidir qué hace o qué deja de hacer hasta que muera la tarde y tenga que llegar el momento de enfundarme de nuevo las mallas y balancearme por los tejados en mi labor de Hombre-Araña.
El domingo es mi día favorito de la semana, pero también es el día favorito de mi tía. Le da la oportunidad de preparar un buen desayuno, una tarta de manzana, alardear de repostera y hasta de invitar a sus amigas a tomar el té por la tarde. Por eso mismo, nunca me deja demasiado tiempo en la cama, y hoy no fue ninguna excepción.
Amo a esta mujer, claro, así que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. Llevo su educación igual que ella lleva mi sangre (no, mejor no recordar lo que pudo haber pasado precisamente por eso), así que cuando me levantó esta mañana, me obligó a lavarme, peinarme y asearme como si todavía tuviera quince años, lo hice con una sonrisa en los labios. ¡Hasta me puse sin problemas el nudo de la corbata!
Luego fuimos a la casa de una de sus amigas. Las dos charlaban y yo pensaba en mi moto nueva, en mis enemigos viejos, en la chica de mis sueños, deseando que ojalá algún día todo pueda ir bien en paralelo y unos y otra no se contrapongan por mi doble vida como Spider-Man.
Las dos ancianas charlaban de sus cosas, de canciones que nunca he escuchado, de películas que nadie recuerda, cuando me pareció que llamaban al timbre. Como ellas no se enteraban, me levanté y con cuidado fui a abrir la puerta.
Pero no era nadie. Al otro lado de la puerta no había nada. Un error por mi parte, sin duda, aunque un escalofrío extraño, parecido a mi viejo instinto arácnido, me recorriera la espalda.
Comentarios (36)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica