Pues nada, si tú comparas nacionalismo con Integrismo islámico, eso es razonable.
Si yo cojo un texto muy similar al tuyo para hacer una comparación de nacionalismo y democracia, yo estoy ligando ambos conceptos de forma demente.
Lo siento, pero sigues encajado en tus dogmas inamovibles donde nacionalistas=malísimos. Tanto que tus mismos argumentos rebotados te parecen demenciales si los expreso yo, pero totalmente razonables si los expresas tú.
Pues nada, quédate con la cantinela de que soy un xenófobo camuflado y que todo nacionalismo es hitleriano. Te sentirás de puta madre contigo mismo.
En fin, si es que moverle un dogma a un religioso es imposible, por muchos argumentos que le expongas. Y que el nacionalismo es malísimo es para ti un dogma de fe inamovible.
Anónima: "mi nacionalismo", como tú lo llamas, o "mi etnofilia" como sugiere Algernon: es el habitual en la historia del nacionalismo gallego. Yo no he visto expresiones xenófobas ni afanes separatistas en los nacionalistas históricos (seguramente alguno habrá, y seguramente en algún momento alguno habrá dicho alguna burrada, pero no es ese el sentimiento que he percibido tras leer sobre ese movimiento): Vicente Risco, Castelao, Alexandre Bóveda, Manuel Murguía, Brañas, Casares-Quiroga... Gentes de ideologías distintas pero que luchaban por un objetivo común: la reivindicación del gallego como lengua oficial, y la recuperación de la cultura gallega; y casi todos ellos abogaban por un Estatuto de Autonomía (¿Es eso separatista o xenófobo cuando hoy en día ¡todas! las regiones tienen estatuto de autonomía?). No soy una excepción, por más que muchos lo creáis así, lo que yo reivindico es más o menos lo que está logrado y que son las reivindicaciones del nacionalismo gallego histórico. Ni yo dejo de ser nacionalista por no ser independentista, ni todos esos que he nombrado son nazis xenófobos separatistas por el hecho de ser nacionalistas.
Y, oye, es que sigue sin gustarme que se meta en el mismo 'nacionalismo' a Castelao, o Murguía, o tantos otros, con el nacionalismo de Hitler o Milosevic o ETA; que es lo que se hace cuando se habla de nazionalismo y se mete a todo en el mismo saco.
Por aportar otro nombre: Casares-Quiroga, uno de los cofundadores de la "Organización Republicana Gallega Autónoma" (¡nazi!, ¡separatista!) y que más tarde fue Primer ministro de España bajo la presidencia de Azaña. Pues vaya mierda de separatista xenófobo gallegista que luego es primer ministro con Azaña. Y no fue crucificado por los otros nacionalistas gallegos ni nada parecido.
De verdad, no creo que sea tan difícil de comprender que dentro del nacionalismo hay muchos grises, como los hay dentro del liberalismo, del conservadurismo, del socialismo, o del comunismo. Que no es lo mismo Anguita que Stalin, ni Zapatero que Prieto, ni Gallardón que Franco, ni nuestro particular liberal blogalita con Jorge Valin.
A mi no se me ocurre llamar fascistas a todos los conservadores, ni stalinnistas a todos los comunistas. De hecho conozco a muy poca gente que haga esas afirmaciones genéricas sacando algunos chiflados de uno u otro bando. Sin embargo, gente aparentemente normal, que no son ningunos imbéciles, no tienen dificultad alguna en llamar nazis a todos los nacionalistas... Y no sólo eso, si a mí me parece mal que me insulten, me convierto en otro nazi xenófobo exclusivista camuflado. ¿Por qué no ha de cabrearme que me insulten? ¿Por qué tengo que definirme de otro modo para no ser insultado pero permitir que Castelao, Murguía, Rosalía de Castro o Casares-Quiroga sean tachados de nazis-xenófobos? Pues no me da la gana. Y si he de responder a los insultos con más insultos, lo haré.
En fin, es algo que me supera ampliamente. No consigo entenderlo por más que lo intento.
P.D. No me da la gana de aceptar que Nacionalismo ha cambiado de significado (lo haré cuando el RAE lo cambie, no antes) por la misma razón que no me da la gana aceptarles a los obispos que 'Familia' significa lo que a ellos les da la gana (que es básicamente Su Familia -con padre, madre, hijos y espíritu santo-). No me da la gana aceptar redefiniciones del lenguaje arbitrarias (reduccionismos) por más que determinados grupos de presión lo intenten con más o menos fuerza.
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