No sabía el Tío de la Tiza (o no lo sabíamos nosotros), que la locura por buscar los duros antiguos en Cádiz, que tanto dieron de hablar, es cosa que llevamos en los genes, no cabe duda.
El sueño húmedo del gaditano y la gaditana (rosita temprana, la flor más bella de Andalucía) ha sido durante décadas El Corte Inglés. El Corte Inglés de Sevilla, para ser más exacto. El resto de los andaluces van en peregrinación al Rocío cada año y los que somos de Cadi-Cadi, cada día de la Patrona (el 7 de octubre, mismamente) nos pegábamos un garbeo a Sevilla a hacer las compras del invierno en El Corte Inglés. Ni Ceuta, ni Gibraltar, ni Portugal pudieron hacer mella en esa tradición gadita, la de viajar una vez al año al extranjero (todo lo que sea de Cortadura para allá) a comprar en unos grandes almacenes que aquí no teníamos.
Hace ya unos cuantos años que sí lo tenemos: gracias a ellos, hasta nos van a poner un segundo puente, dicen. Allí se encuentra todo el mundo, sobre todo los días de fiesta que abren (una de las cosas que, además de la apertura del Corte Inglés, acabó con las peregrinaciones anuales a Sevilla) cada vez con más frecuencia, para pasmo mío y cruce de brazos de los sindicatos del sector. Ni el día de la Constitución ni el día de la fiesta nacional ni nada: allí se abre porque se puede, y arrieritos somos y en caja central nos encontraremos. Hay veces, sobre todo cuando se acerca la gran locura consumista de la Navidad, en que ni se puede avanzar, carro contra carro.
Y, no lo olviden ustedes: en una ciudad donde no hay un duro, donde nos han cerrado las industrias, donde la gente emigra a donde puede y donde, para colmo, resulta que nos morimos antes. Pero, eso sí, como nos nos privamos de nada, allá nos las dan todas en el Hipercor o en El Corte Inglés. A todo tren, y a vivir que son dos días.
La fiebre, sin embargo, ha cambiado esta semana. Hace unos pocos días que por fin ha abierto en Cadi-Cadi un Mercadona, que es uno de esos hipermercados que no teníamos (pero sí tenemos o teníamos Simago, Supersol, Hipersol, Hipercádiz, Eroski, Champion, Carrefour, D&A, Lidl, Covirán). Y me temo que el nuevo recinto ha roto todas las expectativas tanto de la casa como de la competencia.
Allí fue medio Cadi, con espiocha, en busca de los duros antiguos que cantaban Los Anticuarios. Y al Mercadona hemos ido Cadi entero, oigan. Pero enterito enterito. El sitio, que no es ni grande ni pequeño, parece una playa en noche de barbacoa, pero sin playa y sin barbacoa, no sé si me explico. Una procesión del Corpus pero sin Corpus. La penitencia del Nazareno pero sin penitencia. Un domingo de carnaval en la plaza pero sin domingo, ni carnaval, ni plaza.
Aquí servidor de ustedes, que la semana pasada estuvo en la Hispacón, no había tenido oportunidad de visitar el nuevo supermercado hasta ayer mismo. Como nos queda cerquita de casa, fuimos a hacer la compra y variar un poco de sabores y de marcas.
Y allí estaba la cosa repleta, oigan. Empetá al máximo. Y el comentario unánime era "mira, esto está más barato que en...". Sí, que el Corte Inglés, obviamente. La gente no se pegaba de hostias por conseguir los productos de la marca Hacendado porque, sabiamente, reponían continuamente. Venga colas, venga carros, venga estrecheces.
Y lo cierto es que sí, que se nota el precio. Y lo cierto es que me dicen que en la competencia monopolística (o sea, El Corte Inglés) están ahora cruzados de brazos. Ya llegará la navidad, imagino. A fin de cuentas, Mercadonas e Hipercores existen en todas partes del mundo, y ambos sobreviven.
En fin, que no quedé yo insatisfecho del sablazo al final, y los productos que hemos comprado y consumido de ayer a hoy tienen su saborcito y su cosita. Con eso de que comparto mi sueldo a tercios entre Hacienda y El Corte Inglés, la cuestión será aguantar el chaparrón y seguir compartiéndolo a tres y no a cuatro. Ya sé que no me voy a poder librar de Hacienda. Será cuestión de abonarme a la búsqueda de lo Hacendado.
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Categorías: Cosas de Cadiz