Ese gato amarillo que cruza la calle estrechita, camino de la tapia del cementerio y ni se inmuta cuando le lanzo las luces y le toco el claxon para no atropellarlo, ¿se sabe seguro por las seis vidas que le restan, o es que confía en el apurado de los frenos de mi coche?
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Categorías: Visiones al paso