Me da que hemos olvidado un poco a nuestros mitos. Como si llegar a lo más alto, ser original, influir en el destino de generaciones y luego morirte implicara de pronto que te borren de la memoria para siempre, talmente como si no hubieras existido y todos tus logros hubieran sido en balde. Cosa que uno comprende perfectamente si pasan cien, doscientos años, pero no si sólo han pasado treinta años, que fue ayer mismo.
Lo mismo es porque ambos los dos tuvieron el mal tino de morirse, uno aún joven, el otro joven eterno, en el mes de agosto. O lo mismo es porque aquí en España somos tontos de capirote, que me da a mí que va a ser eso. Pero si bien la prensa ha rellenado las dos páginas de rigor recordando las fechas de la muerte de Elvis Presley y de Julius Marx, alias Groucho el incorregible, llama un tanto la atención que en las televisiones (y tenemos televisiones a punta pala, oigan, más que vida para verlas aunque sumemos varias vidas) hayan comentado la noticia así como de relleno en los telediarios, y ya está. Lo suyo, claro, habría sido recordar a Elvis the Pelvis emitiendo alguno de sus recitales en Las Vegas, o emitiendo alguna de las recientes películas biográficas que nos muestran su paso de chavalín muerto de hambre y de sueños a estrella como nunca hubo otra estrella, o alguna de sus muchas películas, que hizo un puñado y al menos un par de ellas son hasta buenas. Que yo sepa, sólo en uno de los canales por satélite especializado en películas viejas he podido volver a ver su mano a mano con Ann-Margret en la divertida Cita en las Vegas.
Lo mismo con Groucho y sus hermanos. Dos noticias, cuatro escenas recortadas de sus pelis (la del camarote, claro, y la de “Más madera”), y sanseacabó. Ni siquiera en los canales por satélite han vuelto a pasar Sopa de Ganso o Una noche en la ópera. Los periódicos reconociendo que Groucho fue uno de los mayores genios de nuestro tiempo, y como si dijeran que el hombre de Atapuerca se llamaba Manolo: nadie ha hecho ni pastelero caso.
Y es triste, porque ahora mismo Elvis tiene un disco recopilatorio (o “el “ disco recopilatorio) que vuelve a ser número uno en el Reino Unido. Y de los Hermanos Marx se restauran sus cintas y hasta se está rescatando el material televisivo y radiofónico que nosotros nunca hemos conocido y que fueron lo que, a la postre, permitieron que Groucho diera rienda suelta a su capacidad verbal y lo convirtieran en la fuente de inspiración de tantos artistas posteriores, desde Woody Allen a Moncho Borrajo.
Y ojo, que no estamos hablando de hitos en el mundo de la cultura elitista, de esos que hacen falta dos carreras y muchas dioptrías para entender y disfrutar. Tanto uno como el otro y sus hermanos fueron mitos de la cultura popular, que traspasaron fronteras y fueron capaces de comunicar su arte a pesar de la siempre difícil barrera del idioma. A la sombra de Elvis se configura buena parte de la música pop de nuestro tiempo, y aunque hoy los cantantes que “disfrutamos” no lo sepan (o lo oculten), sus movimientos, manías, poses y caritas, y a veces hasta sus voces, proceden de Elvis y de los alumnos de Elvis. La astracanada de Groucho Marx tiene todavía mucho que ver con el humor inteligente de series como Seinfeld o los actores como Eddie Murphy o Bill Murray o el reciente Borat.
Lo cual sigue siendo triste, porque si la estulticia de los tiempos que corren es incapaz de reconocer de dónde viene su ocio, que a fin de cuentas es poco importante, imagínense ustedes cuando le de también por despreciar de donde viene su historia, su filosofía, su ciencia, sus logros sociales, que son la base de nuestra vida en común presente y futura.
(Publicado en La Voz de Cádiz el 27-08-07)
Comentarios (26)
Categorías: La Voz de Cadiz