Me pregunta Darthz en correo privado si sé de antemano qué longitud van a tener las novelas que escribo. Y la respuesta es que no, naturalmente. Uno tiene una idea más o menos aproximada, pero es difícil calcular con precisión matemática la exactitud de lo que le va saliendo, sobre todo si, como en este caso, la idea es sorprenderme a mí mismo de un capítulo a otro con todas las cosas que se me puedan ir ocurriendo.

Es cierto que las editoriales quieren que las novelas entren en unos parámetros asequibles. Ya cuando escribí Lágrimas de luz (cuyo manuscrito tenía poco menos de cuatrocientas páginas, una proeza de longitud para aquellos tiempos) se me propuso publicar el libro partido en dos tomos, circunstancia que me aterró hasta que por fin Domingo Santos entró en razones y lo hizo en uno solo. Con La leyenda del Navegante, que tenía setecientas páginas, ya saben ustedes que tuve que publicarlo en primera edición en tres partes, tres libritos feos con un cuerpo de letra algo espantoso que tampoco facilitaba la lectura de la prosa, bastante barroca por otro lado; no fue hasta la reedición en tomo unitario por Minotauro cuando el libro se publicó tal como yo deseaba. Mundo de dioses también rozó las cuatrocientas páginas y se publicó más o menos sin problemas, pero mis siguientes libros han sido más breves: Detective sin licencia, Elemental, querido Chaplin o Juglar oscilan entre las doscientas y las trescientas páginas.

La novela que tengo ahora entre manos, en un principio, pensé que me daría para unas doscientas y pico. Pero entonces los personajes empezaron a demandar espacio, la voz del narrador se alternó con una voz omnisciente y otras voces desde puntos de vista de otros personajes, y por un momento pensé que me iba a quedar un libro de unas cuatrocientas y pico páginas, que de todas formas serían demasiadas. Al final, aunque he buscado en todo momento rehuir de cualquier tipo de estructura, es la misma estructura de la novela la que se ha acabado imponiendo, una estructura que quizá no se nota hasta la página doscientos o por ahí, y que ahora mismo, cuando llevo trescientas siete, por aquello de acelerar las tramas que concurren en paralelo, imagino que rozará las trescientas cincuenta en total.

Como en todo, hay argumentos que dan para más, historias que admiten subtramas, relatos que se pueden solventar en tres páginas en vez de en cincuenta y momentos narrativos que hay que poner ahí porque no tienes más remedio, situaciones intermedias que son inevitables en el desarrollo de la historia aunque no te apetezcan. Siempre cito el ejemplo de Star Trek IV, cuando deciden alegremente, en dos segundos, retroceder en el tiempo para rescatar las ballenas de nuestra época. Lo que en el cine se resuelve tan rápidamente, en una novela habría necesitado una explicación de un montón de páginas.

Y es que una de las cosas que el lector no percibe del proceso de creación es los problemas que uno va encontrando a lo largo de la escritura y las soluciones que tiene que ir puliendo, gusten más o gusten menos, por la propia necesidad del argumento.

La búsqueda, ya se lo decía antes, de esa respuesta que hace que las cosas tengan que encajar y que llamamos eureka.

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Comentarios

1
De: Jeremias Fecha: 2007-08-09 12:31

con lo flaquito que era el muchacho inca! ;D



2
De: RM Fecha: 2007-08-09 13:01

Ése si es más cortito.



3
De: www.lacoctelera.com/unademiedo Fecha: 2007-08-09 13:52

En estos días ando enfrascado en la publicación de la que será mi primera novela, y las 'discusiones' con el editor se suceden a diario (en un buen ambiente, por suerte). Curiosamente, él quiere un libro largo (dentro de lo absequible), y yo defiendo que la historia, bien contada, da para 200 páginas más o menos, y punto, que es en lo que está ahora.

Supongo que la maquetación será ahora nuestro caballo de batalla. Quiero creer que cada historia tiene su propia longitud, igual que tiene su propia voz o su propio tempo, y que cambiar una cosa u otra es manipular la historia, equivalente a quitar o poner un personaje. Son cosas que el lector nota a posteriori, y para mal.

Personalmente, y salvo excepciones, pienso que pensar una historia, una estructura, una trama, y pensar en su longitud al mismo tiempo, es inevitable. Aunque después se modifique (se alargue o se acorte) a medida que escribas.

P.D. Pienso en dos novelas que me encantan, hiperpopulares 'Soy leyenda' y 'Carrie' y las dos son más bien delgaditas. Curioso.



4
De: Darthz Fecha: 2007-08-09 14:59

Ya lo dicen, si puedes escribir algo en cien páginas, porqué escribir trescientas? Es uno de los males de hoy día en la fantasía, por ejemplo; sólo venden las trilogías y las pentalogías y las historias de dragones que nunca, jamás, parecen tener fin.

Lo genial sería escribir justo lo necesario, lo que salga de dentro y haga captar esa esencia de la historia; sin pasarse y sin quedarse corto. Pero, claro, en eso siempre influyen más factores...

PD: Es un honor dar inicio a un post.



5
De: RM Fecha: 2007-08-09 15:06

Me comentaba Orson Scott Card, que su libro "Observadores del pasado: la redención de Cristóbal Colón", que para mí es lo mejor que ha escrito, es precisamente el que menos ventas tiene... porque es un libro suelto que no pertenece a ninguna serie.

Y Rebecca Powell, a quien traduje "Muerte de un nacional" hace unos años, también cuenta que en los USA le publicaron esa historia de guardias civiles (que ganó el premio Edgar a la mejor primera novela) cuando se comprometió a escribir dos novelas más...



6
De: Darthz Fecha: 2007-08-09 15:07

Soy leyenda es genial.

En diciembre sacan la película, protagonizada por... -ta chan ta chan-, Will Smith. A saber qué hacen.

Me pasó lo mismo con El perfume; leí el libro un verano y el año siguiente ya se planeaba sacar el film; aunque, aquella vez, la película sí me gustó.



7
De: Eduardo Cabrera Fecha: 2007-08-09 16:28

Rafa, y puedes adelantarnos de qué va tu nuevo trabajo? (si no lo has hecho en otros posts/comments, que no lo recuerdo)



8
De: Alfred Fecha: 2007-08-09 16:49

Yo particularmente, como lector, suelo huir de las novelas que tengan más de trescientas páginas, aproximadamente. Desconfío, en fin, de la capacidad de cualquier escritor para captar mi atención durante más tiempo. De tanto en tanto hago excepciones, claro, si el libro me interesa mucho, pero suele ser frecuente, en esos casos, que un par de cientos de páginas antes del final ya empiece a estar cansado de aquello, y loco por terminármelo para pasar a otro título. Soy culo inquieto en esto de la lectura, me temo. Y mis malas experiencias con diversos tochos que se me hicieron interminables (creo que en ese sentido mi traumática experiencia, de chiquillo, con "El Señor de los Anillos", del plasta de Tolkien, me marcó para siempre) no ayudan tampoco, no.

Y sí, parece que los escritores, hoy en día, venden sus libros al kilo, o algo, porque raro es encontrar novelas manejables, y de extensión razonable, hoy por hoy.

Un saludo.



9
De: Darthz Fecha: 2007-08-09 17:30

¿Es que ya nadie hace fantasía como Ende? :(



10
De: rvr Fecha: 2007-08-09 17:31

Sobre la brevedad, Neal Stepheson tiene algo que decir:

«Many of the Cult of Brevity's more hard-core believers feel that writing long stuff is a sign of disgusting incontinence, egomania, pusillanimous editors, the decline of Western civilization, or all of the above. As must be obvious, I am not an adherent of the Cult of Brevity. Personally, I am delighted to read extremely long books, or series of books, as long as they hold my interest. To me it seems self-evident that the Cult of Brevity is grievously mistaken, and am not inclined to dispute it here.»



11
De: www.lacoctelera.com/unademiedo Fecha: 2007-08-09 18:13

Hombre, he puesto el ejemplo de Soy leyenda y Carrie, pero también me gusta mucho En algún lugar del tiempo, por poner otro libro del mismo Matheson, y no es precisamente corto.

Sería muy curioso saber cómo imaginaron los autores los libros que hoy amamos, antes de escribirlos. Ahora hablo sólo de la extensión, claro.



12
De: PAblo Fecha: 2007-08-09 18:24

Yo no le doy demasiada importancia como lector a la longitud de un libro. Nadie mejor que el autor para determinar la longitud que necesita la historia que está contando.
El problema es que hay editoriales quue pueden presionarle en ese punto porque se supone que el libro como producto debe tener una longitud mínima para atraer al comprador. Es lo mismo que pasa con las peliculas. ¿Por qué cada vez es más difícil hacer películas de menos de dos horas? Porque según los estudios de mercado la gente por menos de dos horas no está dispuesta a pagar el precio de la entrada.



13
De: RM Fecha: 2007-08-09 18:25

Lo peor no es la extensión de los libros: es el cuerpo de letra.

Libros que tienen muchas páginas... pero porque la letra es gorda gorda.



14
De: Alfred Fecha: 2007-08-10 01:53

Pues si los libros de más de trescientes páginas me echan para atrás, las pelis de más de dos horas poco más o menos que lo mismo. Parece que no soy yo, precisamente, el tipo al que se dirigen las editoriales y los grandes estudios de Hollywood.

Por otro lado, buscar cantidad, y no tanto calidad, al pagar un libro, o una entrada de cine, por algún extraño concepto de la amortización, me parece una catetada, la verdad.

Un saludo.




15
De: H. Flashman Fecha: 2007-08-10 09:06

Creo que fue Stephen King el que les dijo a los guionistas de “Perdidos” que una de sus obligaciones como escritores era saber donde poner la palabra “Fin”. Aunque me parece que no era el más indicado para recomendar brevedad y comedimiento (Apocalipsis, ejem, ejem,), no deja de ser uno buen consejo. Aunque si he de ser sincero, me gustaría saber si hay algún truco o pacto secreto con alguna entidad oculta para convertir una frase, una situación o, seamos generosos, un relato completo en una historia de 300 o más páginas sin desviarse de la intención inicial. Por que yo la verdad no soy capaz de hacerlo.



16
De: PapáCairo Fecha: 2007-08-10 10:28

Ya que sale Matheson a colación, La Factoría está saldando algunos libros de su catálogo, entre ellos "El Último escalón".



17
De: PAblo Fecha: 2007-08-10 16:24

¿Eso decía Stephen King? Qué cachondo...