Es bueno descubrir que la televisión no se acaba ni en la mierda de los realities ni en las buenas series que últimamente nos vienen del otro lado del charco. Es bueno recordar que si hubo un país donde calidad y serie de televisión venían de la manita (desconociendo, sí, lo que se pueda hacer en Alemania, o en Francia, o en Italia), ese país fue Inglaterra. Y quizá lo siga siendo.
Un encuentro fortuito me puso hace cuatro días en la pista de esta serie de seis episodios (¿una primera temporada, como se anuncia en el DVD que acaba de ser puesto a la venta y que, por supuesto, ya he pedido? Recordemos que las temporadas de los brits duran exactamente eso), donde se cuenta la historia del doctor Jekyll y su reverso tenebroso, mister Hyde. Es dudoso que la veamos jamás por aquí, pero ya saben ustedes que puede emularse fácilmente.
Lo hemos visto mil veces, ¿verdad? Pues no exactamente. Porque en esta serie se actualiza en el tiempo la clásica historia de Stevenson... y se parte del conocimiento de que todo el mundo conoce lo que significa la lucha de Jekyll con su alterego. O sea, muy inteligentemente, la serie juega con la idea de que el libro de Stevenson no fue ficción, y que este Tom Jackmann protagonista es un lejano descendiente de personaje de aquel libro. Súmenle ustedes los sempiternos grupos de poder en la sombra, las grandes conspiraciones, la tecnología punta, y se encontrarán con una serie enormemente divertida y a la vez original, donde la dicotomía Jekyll-Hyde se basa en la sorprendente capacidad del actor principal, James Nesbitt, para pasar de una personalidad a otra y parecer distinto, prácticamente sin alterar su físico. El juego de expresión corporal y el cambio de voces de un personaje a otro es alucinante.
Hay algún resabio de Hannibal Lecter, magníficos contrapuntos humorísticos en algunos diálogos y situaciones, el sustrato del sexo como detonante de los cambios, algún que otro sustito perfectamente conseguido, y una muy buena gradación en la trama, donde la lucha de Jekyll contra Hyde (porque son dos personas distintas, y eso queda muy claro desde el principio y en cómo juegan al gato y el ratón cada vez que se transforman y se gastan putaditas para el despertar), la infantilidad de uno y la impotencia del otro, van creando poco a poco un personaje nuevo.
La serie (donde aparece Dennis Lawson, nuestro Wedge de Star Wars, haciendo un secundario con mucho empaque) deja los suficientes puntos abiertos, los suficientes misterios para poder ser continuada en cualquier momento.
Esperemos que el leitmotiv I´m coming se cumpla pronto.
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