Comencé a serializar aquí hace un montón de meses la novela ¿infantil? ¿juvenil? ¿protofriki? El tebeo mágico. No es que hubiera muchas reacciones (excepto una), pero como los días de verano son largos y aburridos, no voy a tener mucho que contar liado como estoy con la redacción de mi novela nueva, y puede ser una lectura entretenida ahora que por fin los niños protagonistas de la historia están dentro del tebeo mágico, pues ya saben, como las lentejas: si quieren lo leen, y si no lo dejan
Adentro, adentro, adentro, como un túnel blanco con rayitas negras, como si se estuvieran metiendo justo por la boca de un tubo de dentif... dentrif... drenti... de un tubo de pasta de dientes. Era como una montaña rusa, como las atracciones esas de los parques modernos, pero sin ponerte perdido de agua, sin tener que colocarte una armadura para no partirte la crisma contra el suelo. Danki y Lala chillaban a todo pulmón, cosa extraña porque los pulmones no chillan, y entre voltereta y voltereta pudieron ver que el mundo se convertía en una cosa así como de nieve, una especie de cajón o caja de zapatos que de pronto estalló con una explosión verde.
Los dos hermanos notaron que habían dejado de caer cuando todo dejó de temblar a su alrededor. Danki abrió un ojo y luego el otro. Lala se rascó una oreja y se dio cuenta de que estaba tumbada en el suelo.
¿En el suelo del cuarto? No, en un suelo marrón a puntitos. En un suelo de arena oscura, o de algo que se le parecía. Y olía la mar de fuerte, como a tinta de colores y a fruta podrida al mismo tiempo.
--¿Danki? ¿Dónde estamos? --preguntó Lala mientras se ponía en pie y miraba alrededor.
--No lo sé --respondió su hermano, tratando de dar un paso en cualquier dirección--. Dentro del tebeo, supongo. Nos ha tragado como se debió tragar a Pis-Pis.
Vistos desde fuera, los tebeos no se mueven. Quiero decir que los personajes dibujados en las viñetas están siempre quietos. Que no son como un videojuego o una peli, vamos. Sin embargo, desde dentro, el mundo de los tebeos era exactamente igual al nuestro. Bueno, eso de exactamente es una exageración, como en seguida veremos. Pero que había movimiento, vaya. Menos mal, porque Danki temía que iban a tener que quedarse allí plantados como dos monicacos sin poder alcanzar nunca al hombre de negro que había raptado a su hermano.
--¿Y este sitio?
Lala señaló alrededor. Había puntitos verde claro y otros puntitos verde oscuro, y manchas negras de sombra, y una franja azul clarito, y zonas marrones. Lala parpadeó un par de veces y cuando por fin enfocó la vista se dio cuenta de que los rodeaban árboles y hierbas, un trozo de cielo despejado, ramas y lianas y frutos y cocos.
--Parece la selva --decidió Danki, que se había hinchado a leer tebeos de Tarzán y de El Hombre Enmascarado, aunque casi siempre en blanco y negro--. Creía que el tebeo se llamaba Mundos Infinitos, pero parece una aventura en la selva.
Echaron a andar hacia adentro de la viñeta, y en seguida el efecto extraño de estar en un mundo plano se les olvidó, como uno olvida en unos momentos la peste a sudor cuando entra a cambiarse en el gimnasio después de la clase de tercero D, que son unos guarros. Los ojos se les acostumbraron en seguida y fue como si estuvieran en eso que su padre decía que iba a acabar con el cine y la tele y hasta con el fútbol, la realidad virtual.
Ni siquiera se dieron cuenta de que al hablar lanzaban por la boca unas burbujas con letras que leían automáticamente. Y es que en el mundo de los comics así es como habla la gente. No emitiendo sonidos como hacemos aquí fuera, sino con globos o bocadillos, que no se comen pero que sirven para que te enteres de lo que dice el personaje que tienes al lado. Aunque al principio es un poco molesto, sobre todo si no te gusta leer, en seguida es la mar de divertido y no tienes problemas de decir "¿Puedes repetirme lo que has dicho? No me he enterado bien", porque basta con mirar para arriba y volver a leer las letras. Está chupado.
--Danky, ¿qué hay en la selva? --preguntó Lala mientras iban caminando entre árboles y más árboles, como quien no quiere la cosa, pero un pelín preocupada.
--Exploradores, caníbales, árboles, hombres-mono... --empezó a recitar su hermano.
--¿Y fieras?
--Sí, fieras también.
--¿Qué tipo de fieras?
--Yo qué sé --Danki llevó la cuenta con los dedos--. Cocodrilos, rinocerontes, leones, tigres... Bueno, tigres no, por lo menos en África.
--¿Y panteras? --volvió a preguntar Lala al cabo de un rato--. ¿Panteras negras?
--Sí, supongo que también. ¿Por qué lo dices, Lala?
--Porque eso es un gato grande... --Lala señaló hacia la copa de un árbol--. O una pantera negra.
Desde lo alto del árbol, con un rugido, una pantera negra saltó hacia ellos.
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