Me llegó el otro día el tomaco de Spider-Man que recopila TODO Steve Ditko. O sea, el Omnibus. Un ladrillo con formato de ladrillo que no creo que nadie sea capaz de leer, pero al que le tenía ganas, porque según decían trae las ilustraciones, correos, publicidad de la casa y portadas.
Confieso que piqué, y que la desilusión ha sido grande. No porque el tomaco no sea un ladrillo con formato de ladrillo, ni porque en efecto no vengan ilustraciones, correos, publicidad de la casa y portadas (más algún articulito y hasta ejemplos de páginas no utilizadas y eso), sino por el color.
El color no es el color de puntitos. El color es el color de los Masterworks, para entendernos. El color que en España sufrimos en el John Romita´s Spider-Man.
O sea, un color plano, algo chillón, estridente y pasteloso al mismo tiempo, que aplasta lo suyo al dibujo en combinación con el satinado del papel. Yo creía que el libraco en cuestión, y los otros libracos de la cara colección, serían algo más parecidos a una edición facsímil: vale que no con el horrible papel de pulpa de la época (un papel con algo más de gramaje y sin satinado me valía), pero al menos con el color original. El color de los puntitos. El color que le daba profundidad a los dibujos de estos tebeos y servía para encuadrar las cosas en su tiempo. Steve Ditko dibujaba sabiendo cómo iba a ser el color de su trabajo, lo mismo que Kirby y todos los que dibujaban en esa época (menos Neal Adams, que era daltónico como nos demuestran los recoloreados infames que cuela ahora). El color que luego entronizó el pop art, ¿recuerdan ustedes? El color de los superhéroes.
Así pues, tengo en casa un ladrillo con formato de ladrillo que no es lo que tendría que ser, o al menos no recuerda los comic-books originales como tendría que recordarlo. Produce, eso sí, cierta melancolía leer las primeras cartas de los lectores (si es que no las escribía también Stan Lee, que todo puede ser), y al menos se agradece que se le vean los dos puntos de espanto de los ojos tras la máscara a Spider-Man cuando atrapa al asesino del tío Ben y no hayan corregido el detalle.
Otra historia es ver dónde le busco hueco en la estantería...
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