La primera vez que fui a Inglaterra me quedé a cuadritos cuando comprobé el nivel de la prensa diaria de un país tan admirable en otros frentes. Ha llovido lo suyo desde entonces, así que no les extrañe si les digo que me extrañé de que todo fueran escandalazos de Lady Di, Sarah Fergusson, el pobre de Rock Hudson que acababa de revelar que tenía sida, más alguna desaforada señorita en bolas, invariable y clónica, en la página tres de cada tabloide. El nivel de los informativos en la tele tampoco era muy allá: barriendo siempre para adentro con noticias intrascendentes que ni los canales locales nuestros, explicándote cada dos por tres litigios entre multinacionales de la comida rápida por un quítame allá este nombre que lo uso yo y, para mi pasmo, dedicando apenas dos minutos a aquel atentado terrorista que en Madrid se llevó por delante a un puñado de jóvenes guardias civiles. Cualquier periódico escolar de aquellos años tenía más enjundia que el nivel periodístico inglés, me dije. Una cosa era el Pronto y otra, según creía, el periodismo serio, y cada cosa debía tener su parcela.
Han pasado dos décadas y les confieso que ya no sé cómo está la prensa, que decían Tip y Coll, en la pérfida Albión, pero si ha evolucionado siguiendo los mismos parámetros que la nuestra, eso debe ser ya de pura ciencia ficción en el sentido más increíble del término. Porque no vean cómo nos ha comido el terreno la información chusca y rosa en todos los frentes. Se ve que seguimos a la rueda de lo que se cuece en las Europas y nos da por imitar, tarde y mal, lo malo de los peores.
Uno comprende perfectamente que haya cierto sano cachondeo en las idas y venidas de tantos caraduras que viven del cuento a cuenta del aburrimiento al que nos someten las cadenas, pero me pone de los nervios la liturgia, la aparente solemnidad, el tono de esto-es-el-Watergate-de-nuestra-época con el que nos refriegan las bajezas y los pies de barro de tanta gente que estaría mejor calladita y anónima. Ese rasgar de vestiduras porque un chavalote hijo de mamá sin oficio pero con pasta disfrute de la noche con los colegas, esas persecuciones cámara y micrófono en ristre cada vez que una víctima pilla un taxi o sale del AVE, esos tuteos maleducados y, en especial, esas preguntas tan originales y con ese tono de voz tan divino de la muerte te lo juro por Snoopy que merecerían, no la mirada al infinito del famosete o la famoseta, sino directamente un mawashi geri en el cielo de la boca, por plastas. Chúpese usted toda una carrera universitaria para al final acabar haciendo más guardias delante de los chaletes y las clínicas que el sargento Arensivia en el Barranco del Lobo.
Cuando, como esta semana pasada, se mezclan la vida en rosa con la política, el nivel baja a niveles tan preocupantes que ni el doctor House y sus punciones lumbares nos pueden salvar del coma. Nace una infanta nueva y allá que parece que es noticia a todas horas que su padre y su hermana y sus abuelos vayan a verla, y para colmo agencias aparentemente serias publican a toda plana... ¡la carta astral y la predicción para el futuro de la criatura! Detienen a una cantante famosa (qué horror de palabra, “tonadillera”) y ya hay combustible y carnaza para años seguidos en las televisiones del esperpento, el sablazo y la vagina, y para redondear el espectáculo del absurdo no falta quien, con eso de que el gobierno no da una a derechas desde los tiempos de Espartaco, barre para adentro y acusa de cortina de humo y hace causa solidaria con alguien que, hay que recordarlo, en un estado de derecho sigue siendo inocente hasta que no se demuestre lo contrario en los tribunales. Como si estas situaciones fueran nuevas y las cortinas de humo para embrutecer al personal no vinieran de lejos y los beneficien a todos ellos por igual. Es el soma de nuestra época, ya se llamen empachos de coros y conciertos en la Cuba castrista; toros y fútbol en la España de posguerra; fútbol y pilinguis en las que nos toca.
No sabía yo que el opio del pueblo era de color rosa fucsia, oigan.
Publicado en La Voz de Cádiz el 7-05-07
Comentarios (23)
Categorías: La Voz de Cadiz