Comentaba el otro día Rodolfo Martínez que echaba de menos escribir cuentos, porque en seguida las ideas se le disparan y le salta la novela. Es algo que nos suele pasar, me temo, y lo he hablado muchas veces con Juan Miguel Aguilera: quizá por la poca salida que tienen los relatos, quizá porque no se comprende (ni desde dentro ni desde fuera) el esfuerzo que es escribir una historia completa en pocas páginas, quizá porque ni siquiera cuando se recopilan esos relatos en forma de libro tienen una acogida cuanto menos tibia, lo cierto es que nos fogueamos con cuentos y poco a poco los olvidamos, o queremos darles una prestancia mayor y los alargamos y complicamos y los convertimos en otra cosa.

Sin embargo, dice Ray Bradbury que su disciplina como escritor pasa por escribir todos los días un relato. Envidiable necesidad, envidiable sistema, enormemente inalcanzable para nosotros, que no vivimos de esto ni lo haremos jamás, ni tenemos la vía de salida que un cuento al día nos podría ofrecer, si nos pusiéramos a ello.

Pero Bradbury, naturalmente, tiene razón. Hay que escribir escribiendo. Y les confieso que uno de los motivos de llevar adelante esta bitácora es obligarme a escribir, cada día o cada pocos días, cambiando de registro donde se pueda, aunque los artículos aquí colgados no sean todos estrictamente literarios.

Hace un ratito, por encargo y por no decir que no, aprovechando que tengo media mañana libre, he improvisado un relatito corto. Lo he escrito de sopetón, sin pensarlo, como escribo las historias de Torre o muchas de las cosas que cuelgo por aquí. Un cuentecito sencillo que espero colgarles aquí el día del libro.

Y, sí, por un momento no es que me haya creído Ray Bradbury, pero sí he sentido la comezón de la envidia de convertir el acto de escribir en ese rito vital de cada mañana, tan inseparable de ti mismo como el té con leche, el cepillo de dientes, el after shave o la barra de chicle en el bolsillo del abrigo.

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Comentarios

1
De: Eduardo Rodríguez Fecha: 2007-03-28 11:17

Rafa, así se forjan los genios



2
De: Anónimo Fecha: 2007-03-28 12:55

Escribe lo que desees cuando te venga en gana, hombre, y disfruta de ello.

No te pongas un listón que saltar: limítate a hacerlo pleno de ti mismo cuando te sientas en onda, que así estoy seguro de que llegarás más alto :D

Un saludote.



3
De: Anónima de las 9:59 Fecha: 2007-03-28 14:53

"...aunque los artículos aquí colgados no sean todos estrictamente literarios."

"Pa" mí que sí lo son, Rafa. Gracias por ellos.



4
De: pablo marin Fecha: 2007-03-28 15:00

joe...salvo el cepillo de dientes el resto no lo uso ;)

por cierto navegando descubri el otro dia este blog de un gadita..merio mucho

http://elmasgadita.blogspot.com/



5
De: PAblo Fecha: 2007-03-28 18:37

Pues para mí el señor Bradbury y, por extensión usted, señor Marín tienen toda la razón. A escribir se aprende escribiendo y si se puede practicar a diario mucho mejor. El problema, creo yo, viene dado por la dificultad de encontrar el tiempo para ello y el listón de exigencia que sitúa cada uno.

Por otro lado, que pena que no se publiquen más cuentos buenos y menos novelas malas...



6
De: JC Fecha: 2007-03-28 18:42

Pablo, acabo de entrar en el blog gadita que reseñas y todavía no puedo parar de la risa... que arte, dios mío qué arte tiene el Carmelo ese!



7
De: RM Fecha: 2007-03-28 21:39

Not tonight, Josephine.



8
De: Darthz Fecha: 2007-03-29 03:00

Creo que aquí hay dos temas que pueden dar mucho de sí.

No por tópico es menos cierto, y el movimiento se demuestra andando. Algunos tienen quizá más facilidad para imaginar historias y otros para escribirlas, o unos tardan en escribir cincuenta páginas dos días y otros lo hacen en una semana, por poner ejemplos vagos; pero al final siempre llegamos a la conclusión de que para todo hay que llevar un camino de aprendizaje y mantener una constancia, y sobre todo que te guste lo que haces.

Después está el tema de los relatos en este país, que es también cierto, no venden. Estoy harto de leer relatos, he escrito otros tantos y ando por varias páginas donde hacen recopilaciones y publican día a día; he leído textos que se llevan de calle a best sellers que andan puestos en las obligadas mesas del corte inglés o en cualquier librería, y todo esto me lleva a disquisiciones bastante tristes, como la del desprestigio que se le tiene al relato fantástico y a la de etiquetas que, en realidad todos, nos obligamos a ponerle a cuanto conocemos.

Yo en realidad prefiero no comparar el cuento –o relato– con la novela, porque obviamente son géneros distintos y llevados de maneras muy dispares, pero sí es cierto que la complejidad del relato a veces puede llegar hasta a superar el de una novela, quizá no en la constancia pero si en la estructura, o quizá no en el tiempo pero si en la sorpresa, son demasiados factores los que se han de tener en cuenta también en los relatos como para dejarlos pasar tan deliberadamente.

Y el problema de esto es que el “usuario normal” llega a una librería, no se informa en Internet, y si le apetece una buena lectura compra lo que ve, o quizá se deja llevar por alguna recomendación que le han hecho. Y no hay relatos, muy pocas recopilaciones y las pocas que se hacen ya hasta son de autoedición, algo que me parece muy triste pero quizá la única lanzadera en estos momentos para que esos cuentos vean algo más de luz que la del cajón donde las guardan sus autores. Supongo que todo esto va por épocas también, y que muchos años atrás era por ejemplo más “de moda” escribir relatos que novelas o trilogías. Ojalá las editoriales apostaran más por este género y los llevasen a la misma altura que las estanterías llenas de best sellers y novelas, y se comenzaran a hacer recopilaciones y en ese aspecto el mundo editorial cambiara un poco, ¿aunque quizá sea la sociedad la que tenga que cambiar antes? No sé yo, me temo que con esto de Internet que se está adueñando tanto de este género y en donde cada día veo más infinita calidad va a ser muy difícil extrapolarlo fuera de estos lares…

Una sonrisa.



9
De: V. Fecha: 2007-03-29 08:10

En cualquier caso, sin tener en cuenta la salida de los cuentos cortos en este país, la disciplina de escribir de la que habla Bradbury es tan necesaria para el escritor como las horas de estudio diario para el músico profesional: o se hacen, o toda la inteligencia y potencial, o el buen oído para los diálogos, se quedan sin base técnica y nada funciona bien. Disciplina en la escritura y en la lectura.
¿Un cuento diario? Buena idea...



10
De: Duque Fecha: 2007-03-29 23:26

"Humo y espejos", de Neil Gaiman.

Alfred Hitchcock presenta "relatos que me asustaron" y "prohibido a los nerviosos". Varios autores.

"Todo es eventual", "las 2 despues de medianoche", "las 4 despues de medianoche", de Stephen King.

"Hellboy: casos insolitos I & II", varios autores.

Como podeis ver, soy de esa minoria que disfruta el relato corto. Por cierto, muymuymuy recomendable el de Gaiman, y es baratito.



11
De: Seleucus Fecha: 2007-03-31 11:28

Tiene razón Bradbury, y hace bien quien se fuerce a escribir cada día. El escritor genial que crea sin necesidad de disciplina es un mito romántico muy reciente. Alguno ha habido, pero se pueden contar con los dedos de una mano.