El cambio de luz estacional, que no empezó precisamente ayer, sino bastante antes, ha traído también un cambio de look en nuestras calles. Con pasmosa celeridad desaparecieron de un rato al siguiente los exornos navideños de la avenida, y poquito a poco, sin pausa pero sin prisa que decía aquél, se van desmontando las torretas que tanta polémica levantaron con su alzado. Lo más llamativo, quizá por lo aparatoso de su tamaño, son los nuevos contenedores de basuras que el ayuntamiento no ha tardado en promocionar con folletos casa por casa, como si no se vieran ya, con lo mazacotes que son, realizando su función en las esquinas.
Es la comidilla de estos días. En los bares de Cádiz no se habla ya del ascenso que se nos va a quedar como hiel en los labios, ni de las resbaladas del gobierno, ni del tardío descubrimiento del mayo del 68 de los conservadores, ni siquiera de Delphi. Se habla de los contenedores de basuras, de lo grandes y lustrosos y limpitos y estancos que están. Y de lo difícil que resulta manejarlos, cónchiles. Saca usted la basura a la hora fijada y acaba quejándose con el vecino que también intenta encontrar el secreto de la abertura del collar de los tesoros invertidos que son estos contenedores. Como en la consulta de la seguridad social, acabamos por contarnos nuestros males.
Porque, sí, los contenedores son grandes, y de momento cierran bien y no se filtran a la calle los olores (a ver qué pasa cuando lleguen los calores y los vándalos del verano), pero el sistema patentado para abrir las compuertas requiere una habilidad de la muchos carecemos. Habrá que ver cómo se coge el truco. Llegas con la bolsa pestilente en una mano y la de envases para reciclar en la otra, y tienes que pisar así como con miedo, y ves que no se levanta bien la tapa. Pisas con más insistencia y se levantan las dos alas de plástico de cada lado, como las poternas de un barco pirata, y entonces, a punto de perder el equilibrio, tienes que hacer un movimiento con el brazo para aupar la bolsa de basura trazando un arco por el aire que te obliga, antes de caerte de bruces contra el contenedor, a tener que sujetar la tapa con la otra mano. Si los tenistas sufren del codo de ellos mismos, tiempo al tiempo si no acabamos por sufrir lesiones de hombro los sacabasuras gaditanos.
Los bajitos se quejan. Los enclenques también. Y no me quiero ni imaginar todas esas señoras de la tercera edad que necesitan de muleta para andar por lesiones de cadera cómo van a hacer el malabarismo que me trae loco cada noche.
No termina ahí la cosa: los contenedores amarillos (para plásticos, señora), parecen haber sido diseñados para echar una por una las botellas de agua y demás material reciclable. Si acumula usted más de tres cosas en la bolsa, sencillamente, no caben. Quizá por eso se ha solucionado ese garrafal fallo de diseño arrancando por las buenas (¿por parte de la empresa, o ha sido un todos a una?) uno de los dos agujeritos donde repostar; mismamente, el del lado derecho. Y si les hablamos de los contenedores de papel, ídem de ídem: lleva usted los periódicos viejos, las revistas, y los cartones, y siguen sin caber porque se sigue la filosofía del buzón y no del cajón, y además haría falta un sistema de prensado que facilitara tanto el trabajo de quien suelta lastre como de quien lo recoge luego.
Para colmo, se han colocado los contenedores en las esquinas. O sea, donde usted no puede aparcar el coche porque obstaculiza el tráfico y pone en peligro a quien cruza la calle. Como además los gaditanos tenemos la particularidad de que esperamos los semáforos a pie de acera, ahora hay quien avanza más de medio metro por tener visibilidad y acaba esperando casi en mitad de la calzada. Esperemos que no pase nada en el semáforo del McDonald´s, donde parece que hay concentración de contenedores, que hasta ocupan las líneas del suelo.
Me entero ahora, por cierto, de que las bolsas de plástico que usamos para deshacernos de nuestros residuos son lo más contaminante del mundo. Y que en otros lugares cercanos la basura se está soterrando. ¿Acabaremos por sustituir las bolsas por otras de papel como los borrachos americanos? ¿Verán nuestros hijos un nuevo impulso soterrador dentro de unos años?
(Publicado en La Voz de Cádiz el 26-03-07)
Comentarios (2)
Categorías: La Voz de Cadiz