Me pasa muchas veces, sobre todo en estos días de fiesta. Encuentro en la calle, en las plazas escuchando coros, en mi pub irlandés de cada escapada, a mis antiguos alumnos. Esos que no veo desde hace cinco, siete, diez o doce años. Y alguno me cuenta que sigue en silencio esta bitácora, y que lee mis libros, y que se ufana ante sus amigos de haber sido alumno de este señor que otros se empeñan en considerar prácticamente un guru de freaks.
Y no sé si saben ellos que yo me enorgullezco también de que vuelvan a casa, y me saluden, y me cuenten sus trabajos, y sus éxitos, y hasta sus fracasos personales (esas lágrimas del domingo, Silvia), porque son ya mis amigos, gente que me debe y a la que debo. Mucho.
Qué razón tenía, carajo, el viejo Kipling.
Comentarios (23)
Categorías: Educacion