Bueno, pues démosle un día más el repaso de rigor a la sesión de la noche, que esto se va animando, y ya comienzan a despuntar, como era de esperar, algunas de las punteras, que de ahí les viene el nombre, digo yo.
No ha sido el caso, precisamente, del único coro de la noche, "La hermandad", de Amaro Portillo, José Enrique Villegas y José Antonio Flores, popularmente conocido como el Ensaladilla, pero bueno, al menos se han defendido más que dignamente, con un conjunto de voces que decididamente mejora año tras año y un tipo de cátaro (toma del frasco, Carrasco) que vendría a ser el remake, en versión corista, claro, de "Los Templarios". Repertorio un tanto insulso, a decir verdad, el de estos esforzados coristas, que el año pasado, desde mi punto de vista, estuvieron más acertados, con su movido y colorido tipo de cubanos. Muy mal, en esta ocasión, el remate del tango, musicalmente hablando, con uno de esos finales postizos y alargados innecesariamente que me matan, así como la letra del segundo tango, una auténtica pataleta en la que se quejaban de la poca atención que según ellos les prestó la prensa durante la pasada edición del concurso, y lo que es peor, de los grupos punteros de la modalidad, verdaderos carroñeros (cito textualmente, ojo) que a su entender ganan las finales nutriéndose de desertores y robándoles las ideas a los grupos que no logran pasar. Aro, aro. Ahora va a resultar que cuando Julio Pardo ya ganaba premios hace veinte años era por copiarles a ellos, que todavía ni salían. Tesquiyá, majara (no, Pedro no, estos otros majaras). En fin, mejor será pasar página y correr un tupido velo. Muy mal, también, por cierto, el bastinazo de uno de los dos cuplés, en el que han metido una ejem como una olla, tal y como ya ha comentado AMS. Hay que andarse más fino, hombre, por Dios. Total, que entre unas cosas y otras lo tendrán difícil, sospecho, para pasar a semifinales. Más que el año pasado, insisto. Y el año pasado no pasaron. O sea...
"La borriquita", de Luis María Rodríguez Rondán, inauguró a continuación la tanda de chirigotas de la jornada, superándose con respecto al año anterior, en el que iban muy bien, por lo que recuerdo, hasta que llegaron al popurrí y la cagaron de mala manera. Se notó horrores que no vinieron demasiado preparados, para la pasada edición del concurso, tal y como uno de los integrantes del grupo ha tenido la decencia de reconocer hoy. Por lo que respecta a lo que nos han presentado este año estos chirigoteros, que es de lo que ahora toca hablar, pues debo repetir que han mejorado su papel del año pasado, pero que sigue siendo una clase de chirigota que, sintiéndolo mucho, no está hecha para mí, sinceramente. El autor continúa confiándole todo el peso de la agrupación al tipo, siempre tan efectista (no en vano fue uno de los artífices, recordemos, de aquellos recordados "Los Comboys da pejeta"), descuidando, quizá, otros aspectos. Este año, para que se hagan ustedes una idea, nos ha traído unos antiguos vendedores ambulantes, acompañados por sus oportunos borricos, sobre los que cargan la mercancía. Unos borricos de aparatosísimo disfraz (dentro de cada asno iban dos personas, la de la parte delantera, cantando, y la de la parte trasera, deslomándose y asfixiándose) que resultan ser tan contestones como lo eran los títeres de aquella otra chirigota suya, "Esto está manipulao", cuyo esquema reproduce ahora de nuevo, no sé si con mayor o menor éxito, la verdad, porque ya digo que a mí este estilo nunca me ha ido demasiado. Pero bueno, el público se lo pasó bien con ellos, detalle importante, y además trajeron un par de cuplés bastante ingeniosos, especialmente el primero, pese a alguna rima facilona, por ahí en medio, con las que luego insistiría el autor en determinados pasajes del popurrí. Desde el punto de vista musical, me parece destacable el curioso uso que se hace a lo largo de todo el repertorio del sonido de los cascos del borrico, muy al tipo, sí señor; detalles que sí que cuida siempre el amigo Rodriguez Rondán, las cosas como son. Quizá la veamos en semifinales, o quizá no, aunque yo sospecho que este año sí. Yo, desde luego, le felicito, al autor, por mantenerse fiel a su estilo, aunque a mí particularmente no me chifle, y continuar haciendo Carnaval a su manera, sin dejarse influenciar por nada ni por nadie. Entre tanta copia mala de la última modita de turno, algo de personalidad se agradece.
La primera comparsa de la noche, cambiando ya de tercio, fue "El canto del trovador", procedente de Tarifa, de la cual lo más reseñable sería la presencia entre sus filas, como guitarra, de un sacerdote. Lo nunca visto. Se completa así, por lo que parece, la revolución social que llevaron a cabo "Los Dedócratas", allá por la Transición, y ya hasta el clero se ha animado a colocarse un disfraz por febrero para salir cantando en el Falla, ya ven. Lo que no se vea en Cádiz, desde luego... Lo mejor, sin duda, cuando el micrófono inalámbrico de Canal Sur ha cogido por banda a uno de los componentes y le ha preguntado si les ha supuesto algún problema, a la hora de elaborar el repertorio, contar con un cura entre los integrantes de la agrupación, que si habían tenido que descartar algún tema y tal, a lo que el hombre ha respondido que bueno, que algo tenían por ahí guardado, sobre la Iglesia y eso, pero que el otro no lo sabía. Qué poquísima vergüenza hay que tener, Dios mío de mi alma. Como el otro se entere en plena actuación, durante algún festival carnavalesco de por ahí (porque el Falla no lo vuelven a pisar este año seguro, vaya), me parece a mí que no llegan al popurrí con todos los guitarras, estos comparsistas de Tarifa.
Y cambio de tercio de nuevo, pues con los sevillanos de "Vaya barrio" hizo su aparición en escena la modalidad de cuartetos, dejando un grato sabor de boca, todo sea dicho, pues como apuntaba el amigo WWFan, no anda malote este año el nivel, no. No es que fuera ningún pelotazo, ni nada por el estilo, claro, pero tenía sus buenos golpes, de tanto en tanto (con otros se quedaban solos, también conviene decirlo), y además han dado con un tipo, inspirado en "Barrio Sesamo", que si bien ya lo utilizara anteriormente la chirigota "Mi Viejo Barrio", se presta enormemente a una buena parodia cuartetera. No sé qué les parecerá a ustedes, en fin, pero yo solo con la idea de ver en escena a Espinete y Don Pin Pon, soltando paridas al ritmo del blam blam, ya me descojonaba solo en el sofá, independientemente de la categoría que luego tuviean dichas paridas, que ya digo que varió bastante la cosa, a lo largo de la irregular actuación. Me extraña, pensándolo bien, que no haya sacado este mismo tipo antes el cuarteto de Algeciras, porque desde luego les pega tela (quién sabe, de hecho, si no lo hubieran hecho mejor). Y como muestra un botón, el del estribillo: "Espinete no se pierde ni un acto de Carnaval: vámonos a comer pestiños, vámonos pa la ostioná; donde no va es a la erizá, donde no va es a la erizá". Un tanto evidente, tal vez, pero tremendamente surrealista y divertido, no me lo negarán. Qué me gustan a mí estos momentos tan delirantes que nos regala el Carnaval, caramba. Seguramente los veamos en semifinales, aunque después, con total probabilidad, no pasarán de ahí. Y merece la pena verlos sobre las tablas, creo yo, porque me da a mí que ganan muchísimo así (los disfraces de Espinete y Don Pin Pon, desde luego, los han clavado, a juzgar por lo poco que he podido ver en Onda Cádiz).
Llegó el descanso, tras la participación del cuarteto, y tras el descanso, claro, una nueva agrupación, en este caso otro de los platos fuertes de la noche, la comparsa de Córdoba "Los tontos de la tinta", que el año pasado entrara por derecho propio en semifinales, con "Los argentinos", y que este año también lo hará, a buen seguro, teniendo en cuenta que debe ser de lo mejorcito que se ha escuchado hasta ahora dentro de la modalidad. Que todavía no han desenvainado ninguno de los primeros espadas, claro (no considero como tales, y ustedes me disculparán, ni a los Majaras, ni mucho menos, evidentemente, a la de Juan Fernández), pero eso no quita para que estos cordobeses, que con tantísimo gusto cantan, hayan tenido una intervención de lo más lucida hoy. Muy metidos en todo momento en su tipo de trabajadores de una vieja imprenta que prepararan una agrupación para salir en Carnaval, a espaldas de su jefe, la mayor pega que quizá les cabría poner serían los cuplés, aunque el brutal bajón, llegados a ese punto de la actuación, suele ser moneda común, por lo referido a las comparsas, así que tampoco nos vamos a extrañar de su dudosa calidad, a estas alturas de la película. El tipo, por cierto, ya lo trajo parecido, hace unos añitos, otra comparsa, no recuerdo si de Algeciras, que se titulaba más elocuentemente, aunque menos poéticamente a la vez, "La imprenta", y que no se comió ná. Quizá era a estos reciclajes a lo que se refería el coro del Ensaladilla cuando hablaba de "carroñeros", pero en cualquier caso resulta una lástima que una buena idea se desperdicie solo porque su autor no haya sido capaz de desarrollarla correctamente. La comparsa cordobesa, en cualquier caso, ha vuelto a rayar a gran altura, con su agradable y sencillo estilo, con lo que volveremos a verla por el Falla, como anunciaba.
Y otro plato fuerte (nunca mejor dicho) fue el que ofreció la chirigota que el Canijo nos trae en esta ocasión, "Los Juan Palomez, yo te lo guiso y tu te (o me, que no acaba de quedar claro) lo comes", con la que ha estado avispado el hombre y ha sabido recoger el interés que parece despertar de un tiempo a esta parte en la televisión y otros muchos medios el tema de la nueva cocina, sacándole punta a base de bien, y con mucho ingenio, sin salirse en casi ningún momento del tipo, como debe ser. Quizá sea, en realidad, la más ingeniosa y mejor montada de todas las chirigotas que han pasado hasta el momento por el escenario del Gran Teatro Falla, de tal manera que se coloca como cabeza de pelotón, con "Los gladiadores de la Caleta" pisándole los talones, y ya a mayor distancia, otras como la de Vera Luque o Barranco. Según yo lo veo, al menos, vaya. Puestos a ponerle pegas, sin embargo, y un poco para contrarrestar el entusiasmo generalizado que parece haber suscitado la agrupación de Serrano y Tino Tovar, la música del pasodoble, como ya me sucediera con la de Vera Luque, me parece de las más flojas que ha traído su autor, a falta de escucharla más veces, mientras que la idea de comparar a Pinochet con Pinocho ya la tuvo el Sheriff con su chirigota "Los Panchitos de Guardalajarra" (si bien es verdad que se le ha sabido sacar más partido ahora, con un final, efectivamente, impresionante, y muy bien llevado), y el recurso de atacar a los jerecistas (que no a los jerezanos, supongo), como en el segundo cuplé, siempre se antoja algo facilón, aunque lo compensa por la manera en que está escrito, con ese inesperado giro final tan bien metido. El disfraz, que les ha quedado algo soso, por lo que me chivaba Vicente vía messenger, sería tal vez otra de las pegas que cabría ponerles a estos chirigogeros. Y por cierto, no se crean que el Canijo y los suyos escapan a la moda de los remakes, que en 1975, por ejemplo, ya sacó el Chimenea "Los cocineros del pan rallao", llevándose el primero premio en aquella edición del certamen carnavalesco. Las introducciones a los cuplés, se me olvidaba, sencillamente geniales, como ya lo eran también el pasado año, en especial la primera, que queda desde ya para la posteridad: "Este plato tiene menos sabor -regañaba un exigente Serrano a sus alumnos de cocina- que una comparsa de Marina D'or". Y el Falla, claro, tirado por los suelos. Qué de pamplinas, ajú.
Paso ahora a comentar la comparsa que sucedió a estos jóvenes chirigoteros sobre las tablas del gran coliseo, tras su triunfal paso por las mismas, que en este caso nos visitaba desde la vecina localidad de Rota, con letra de Francisco Javier Letrán y música de Juan Carlos Moreno, bajo el bonito título de "Carnaval Cinema". Y si bonito era el título, a mi juicio, igual de bonita me resultó toda la comparsa, que tomaba el maravilloso mundo del cine como hilo conductor de su repertorio, al encarnar a unos viejos técnicos de proyección, metidos en su cabina, muy muy bien escrito, sobre todo, aunque el grupo, quizá, sonara algo plano. De nunca han hecho falta aquí, sin embargo, grandes despliegues vocales, para ofrecerle al respetable una actuación tan agradable como la que estos comparsistas le han proporcionado esta noche al público presente en la sala, así que tampoco hay por qué pedirle peras al olmo, supongo, sin necesidad. Interesante, a todo esto, la música del pasodoble, de los denominados reposados, más bien, y con cierta estructura reiterativa, al comienzo, que les servía para enfatizar el mensaje de las letras (letras con referencias algo más cultas de lo acostumbrado, ojo, como aquella a los amantes de Verona, o al mismísimo John Lennon). En el apartado de las objecciones, junto a lo ya mencionado del conjunto de voces, posiblemente cabría señalar los diversos amagos de finalización que tenía el popurrí, y que tal vez lo hicieron parecer más largo, y hasta más cansino incluso, para algunos, de lo que realmente era. A mí personalmente, en cambio, me agradó bastante, como ya habrán notado. No las tengo todas conmigo, en lo relativo al pase de la comparsa a la siguiente fase del concurso, pero a diferencia de lo que me ocurría el otro día con "Los capitales", no me importaría absolutamente nada volverlos a escuchar. Si el año pasado fallecía de improviso, en pleno concurso del Falla, Francisco Gutiérrez "Guti", destacado comparsista de Rota que durante tantos años nos trajera aquellas buenas comparsas que desde dicha localidad nos llegaban, la presencia de esta agrupación en el concurso, con todo lo que ello implica, supone, posiblemente, el mejor homenaje que se le pudiera hacer a él y a su legado. O eso piensa uno, vaya.
Poco se puede decir sobre la chirigota que actuó en el siguiente lugar, procedente de Córdoba y titulada "Los tiquismiquis" (exactamente igual que cierta callejera del año pasado, sí). Estos chirigoteros vinieron hace algunos años con agrupaciones como "Los papafrita", "Los taxistas, una leyenda urbana" o "Los funcionarios" (vamos, creo que esta última también era de ellos, aunque no podría asegurarlo), colándose milagrosamente en las semifinales, en alguna de esas ocasiones, pero no creo que este año repitan la hazaña, no. Escuchándolos cualquiera diría que han compuesto su repertorio con las obras completas del Selu como referencia, pues mientras que la afectación del personaje al que interpretaban remitía directamente a "Los Ricos", el remate del pasodoble, musicalmente hablando, lo hacía, por ejemplo, a los engreídos de "El que vale, vale". Total, una ruina. Chirigota, pues, de las de "su tabaco, gracias". Muy lejos queda, el rendimiento de estos cordobeses, del de sus paisanos de la comparsa.
Y siendo las 6:45, en la ciudad de Cádiz, cuando escribo estas líneas, casi mejor que le doy un último repasito a toda esa parrafada de ahí arriba y me acuesto, dejando para mañana la valoración de la comparsa del Catalán Chico, "Los pobres de Cadi (denuncia "sosial")", que al fin y al cabo es para echarla de comer aparte (y conste, ojo, que lo digo desde el mayor de los respetos y el mayor de los cariños por ese auténtico mito de nuestro Carnaval que es el bueno de Pedro Trujillo Ramos).
Mañana, por lo tanto, continuará...
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