No sé si ya aparece en el libro, que hace mucho tiempo que no releo, pese a que es uno de mis favoritos, pero me llama la atención la escena y el texto de la escena en la adaptación televisiva reciente, de la que ya hemos hablado por aquí.
Salem´s Lot, de Stephen King. Escenas finales: Ben Mears (o sea, Rob Lowe), escritor con problemas (como todo escritor) está a puntito de empalar al vampiro Barlow, que está semi-indefenso en su ataúd porque todavía es de día. Y Barlow (Rutger Hauer, incomensurable como siempre) abre los ojos y sonríe maligno y le dice que pida aquello que quiera: Fama, dinero, mujeres, lo que sea, que imagine él, que para eso es escritor, que si cree que con matarlo va a matar el mal en el mundo. Y como el otro aparta la mirada, y toma impulso, y hasta vacila, el no-muerto le acusa de que es él el vampiro, porque se nutre de las vidas de los otros, de las vivencias, dolores, situaciones que ha visto o le han contado los otros, en su beneficio, para su provecho. Y Mears le dice que no, que él no es ningún vampiro, ni de coña, y lo empala.
Y sin embargo creo que Barlow tiene razón y que un poco vampiros sí que somos quienes escribimos, siempre dispuestos a robar un gesto, una palabra, una alegría o una pena, una historia ajena para hacerla nuestra.
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