Mientras ustedes habrán pasado este acueducto, más que puente, pasados por agua o con nieve o viento o frío, o sentaditos en sus casas poniéndose al día en las lecturas o la ración de películas de alquiler, aquí servidor de ustedes ha estado viajando por Europa acompañando a un viejo amigo de la adolescencia, Valiente, príncipe heredero de Thule y caballero de la Tabla Redonda del rey Arturo de Inglaterra. O sea, que mientras ustedes tiraban fotos digitales hasta cansarse, pasaban frío o se mojaban o intentaban no salir volando por los aires, yo he liberado Camelot del décimo ataque de los sajones de Horsa, he recuperado el trono del tirano Sligon, me he enfrentado al más hermoso tempus fugit que la historieta ha dado en la cueva del Tiempo, y sobre todo he defendido Andelkrag contra el azote del huno. O, lo que es lo mismo, he defendido a Europa de la barbarie, he luchado por la civilización y la poesía y la música y la belleza.
Entienden ustedes bien: ando liado con la traducción de estas historias. Y, lo he dicho aquí ya antes, leerlas desde dentro se parece mucho a leerlas por primera vez. Me llama la atención, ahora que Val acaba de liberar Pandaris y se dispone a la última batalla con Karnak el feroz, cómo estos episodios de la magna obra de Hal Foster fueron considerados su particular respuesta a la Segunda Guerra Mundial y la amenaza nazi (algo difícil de sostener pues antes de septiembre de 1939 ya andaba Val metido en liza en su propia época).
Me sorprende un poco, de cualquier forma (o quizá no), que el bello mensaje que todavía aguanta desde estas páginas pueda aplicarse, ahora más que nunca, a nuestra sociedad de hoy. En Andelkrag, de la mano de Camorán de la Alta Frente, los guerreros y damas vivieron, cantaron, festejaron y lucharon defendiendo su modo de vida frente a la invasión de la barbarie. Y se negaron a hacerlo de otra manera. Cuando Valiente advierte al jefe de los caballeros-trovadores si no sería más razonable economizar los víveres, Camorán le ofrece una respuesta inolvidable: "Ningún enemigo alterará jamás la forma de vida en Andelkrag. Viviremos, lucharemos y moriremos como caballeros".
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