Leo con cierta estupefacción en la prensa de hoy que la serie Perdidos, en TVE, que es la de todos, está siendo un sonoro fracaso y que se están pensando en pasarla a la segunda cadena, dada la poca audiencia que está teniendo.
Lo que me a mí me extraña es que se extrañen: también la primera temporada, que fue un éxito, les pilló por sorpresa. ¿Pero qué esperaban? Las series adictivas (y Perdidos lo es, o intenta serlo, que yo no pude tampoco con la segunda temporada y estoy dudando si comprarla directamente en dividí y ver los episodios del tirón, a ver si me vuelvo a enganchar) reclaman el chute semanal y, si se puede, el chute diario. Perdidos ya ha pasado por Fox, así que buena parte de los telespectadores digitales y plataformeros ya la han visto. Es más, Perdidos está colgada en telemula desde tiempo inmemorial (tanto, que ya empiezan a colgar los de la tercera temporada recién iniciada en yanquilandia). De los seguidores de la serie, que los hay, e irredentos, ¿quiénes quedan para sentarse a esperar a que TVE la emita cuando le de la gana, a la hora que le de la gana, cambiándola de sitio cada dos por tres, interrumpiéndola con publicidades y relegándola cuando hay partidos de fútbol y otras vainas?
Que la televisión del siglo veintiuno, lo venimos diciendo y no se enteran, es ya, hoy por hoy, otra cosa. Y no hay que esperar a que nos rellenen la programación cuando les salga de los baudios.
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