Siempre es bueno que la democracia se vertebre de abajo a arriba; o sea, y aunque nos parezca novedoso, que quienes están en el poder pongan la oreja y se enteren de las aspiraciones, las inquietudes y las molestias de los ciudadanos a quienes administran, sobre todo a niveles municipales, donde todo parece más inmediato y en familia. Es por eso que hay que leer en positivo que el grupo socialista haya dado marcha atrás en el proyecto de la playita en la Alameda (no son playas precisamente lo que hace falta en Cádiz), y también es positivo que el Partido Popular en el poder local abra las puertas a la opinión pública sobre lo que configurará el Cádiz de nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Aunque en estos casos siempre se viene a la cabeza todo aquello nunca realizado que proponía ya con gran acierto en su pasodoble El Brujo (“Anoche yo tuve un sueño”), uno, sinceramente, preferiría que se terminaran de poner las cuatro alcayatas que quedan para rematar la faena de alguna obra (¡ese acceso a la estación de tren, por Dios!), que se planteara la recogida de basuras en servicios de mañana y noche, sobre todo en verano (total, ¿no pagamos doble?), que los distintos contenedores de colorines estuvieran juntos y fueran más cómodos (¿quién no se pilla una mano al echar los papeles o los plásticos?) y que en todo caso no los sitúen en las esquinas de paso, que luego tenemos disgustos innecesarios porque nos quitan la visibilidad cuando tenemos que maniobrar con el coche. Pero, ya puestos, y si quieren mi opinión sobre lo que le falta a Cádiz, y en mi territorio de querencias, lo que nunca nos vendría mal, plaza-de-toros-multiusos aparte, es un teatro en extramuros.
Hagan ustedes la cuenta de los cines que tenemos y, sobre todo, los que han ido desapareciendo: Cine Maravillas, cine Mar, cine Avenida, cine Imperial, cine Delicias, cine Gaditano, cine España, cine Brunete, que yo haya conocido o recuerde, y solo en la zona de extramuros. En alguno de estos locales había funciones teatrales o muestras carnavalescas. En el Cádiz de intramuros también se usaba el nunca suficientemente llorado TeatroAndalucía para hacerle sana competencia al Gran Teatro Falla (y hasta para sustituirlo, recuerden) sobre todo en la presentación de obras comerciales que no siempre venían avaladas por los expertos en cultura de los ayuntamientos. O sea, sí, teatro a veces intranscendente, pero divertido, donde podíamos ver en provincias lo que puede verse en la capital casi cualquier día del año sin que tuviera que estar bendecido por la progresía o las subvenciones al uso.
Los beduinos seguimos teniendo a veces la impresión de que somos una especie de pedanía, un pueblo aparte del que sólo se acuerdan cuando llega el verano (con todo lo malo y todo lo bueno que eso trae consigo), y lo mismo que hay asociaciones que luchan por integrar el Carnaval en nuestra zona con ese carrusel de coros que ya no hay quien pare, reivindicando su derecho a entrar en el bloque, tenemos muchas cosas y nos faltan otras muchas, y lo que consigamos irá no sólo en beneficio de la zona, sino de la ciudad entera.
O sea, sí, que a mí me gustaría que hubiera un teatro moderno en la otra punta de la ciudad, que se alternara con el Falla (donde tan difícil es conseguir entradas muchas veces) y fuera explotado también en verano. Un teatro que saludara al recién llegado que aborde la ciudad desde la avenida, que no todo van a ser estadios, pancartas y centros deportivos, y que fuera también seña de identidad del Cádiz que viene. Un teatro visible, no escondido en los vericuetos de las calles, sino a pie firme (sí, me acuso, estoy pensando en el teatro de la Maestranza sevillano).
¿Dónde, se dirán ustedes? Pues en los terrenos ociosos de... el Hospital Puerta del Mar, cuando lo quiten si lo quitan. Total, ya sabemos que no edificarán pisos aunque sean necesarios, y una plazoleta más no tiene sentido, si al final tendrán que acabar por vallarla.
(Publicado en La Voz de Cádiz el 12-6-06)
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