Aunque no soy nada dado a las efemérides (no celebro mis cumpleaños, se me olvidan los santos de mis hijos, nunca me acuerdo del día que me casé), hoy hace tres años (esta tarde, si nos ponemos puristas) que esta bitácora, blog, diario-en-la-red o lo que sea echó a andar, gracias a Pedro Jorge que me buscó el enchufe con Victor, porque decía que yo tenía algunas cosas que contar.
Y lo cierto es que, cuando empecé, no sabía qué iba a contar aquí. No sabía si esto iba a ser destinatario de pajas mentales, almacén de historias y artículos publicados en otros sitios, refugio de reflexiones y críticas de cine y cómics. Supongo que al final ha acabado siendo un poco de todo eso: empecé a escribir de higos a brevas, sin tener muy claro si la gente me leía o si le importaba lo que yo ponía aquí en los píxeles, jurándome y perjurándome a mí mismo que no tenía ninguna obligación y que si no tenía nada que decir un día no diría nada. Lo he cumplido más o menos a rajatabla, por eso si echan ustedes un vistazo verán que hay momentos en que cuelgo muchos artículos y veces en que pasan los días sin que tengan ustedes nada que echarse a las dioptrías.
Imagino que esto es, en el fondo, cosa de ego (esa palabra que sólo existe en primera persona de singular). No estoy seguro de haber seguido aquí de no haber tenido el refuerzo continuo de los comentarios de todos ustedes. Curioso medio, éste, que te permite palpar casi al instante qué reacción provocas con lo que escribes, aunque nunca se sabe qué artículo creará récords y cuál pasará desapercibido.
Esta es, lo ven ustedes, una bitácora multicultural, donde hablo de lo que me interesa, de mis manías y mis amigos, de cine y tebeos y libros. Pocas veces de política. No les cuento la de veces que he preferido el silencio antes que expresar mi opinión acerca de muchas cosas que pasan: si se fijan, no he hablado de la tregua, ni de la escalada verbal en el Parlamento, ni del estatut o el estatuto. He preferido morderme la lengua y hasta no escribir un artículo titulado de esa forma, "Mordiéndome la lengua", porque hay ocasiones en que uno empieza a sospechar que, de verdad, hay gente dedicándose a recorrer las bitácoras para sembrar cizaña y crear mal ambiente y despertar fantasmas de miedo, trolls mercenarios a sueldo de quién o qué sabe qué. Y no me da la gana, y me callo por eso, aunque yo siga por dentro pensando como pienso.
En estos 820 articulitos que se cumplen hoy (uno al menos se perdió en un apagón de Blogalia, y un par de ellos se desintegraron antes de que pudiera darle al botoncito de publicar, con lo que han desaparecido para siempre) he jugado a expresarme y a expresarme de muchas maneras: de la ironía al sentimentalismo, del análisis crítico a la pasión freak. No sé si serán ustedes capaces de saber cómo soy en realidad (el otro día, en Dos Hermanas, me dijeron que no se esperaban que yo fuera como soy, cosa que no supe cómo interpretar, por cierto), pero imagino que aquí está, post a post, la crónica de cómo he ido evolucionando o involucionando estos tres años, mis momentos de subidón y mis ratos de bajada, mis alegrías y mis melancolías, mis tonillos pedantes y mis propias salidas de tono.
He ganado cosas en este tiempo: he aprendido a escribir con más soltura, lo cual luego me ha servido para mi experiencia en la prensa escrita (hay un antes y un después en esta bitácora, o yo lo noto: antes y después de que empezara a colaborar con La Voz); he ganado algunos amigos que ya tienen rostro y me imagino que sin querer o hasta queriendo me he ganado algún enemistable anónimo. Tal vez, de rebote, haya conseguido que alguien lea alguno de mis libros, o se interese por algunas de las cosas que me interesan a mí.
En tres años ha habido días de euforia y días de cansancio, días de vagancia y días de distracción aquí frente a la pantalla plana. Hay veces en que uno tiene muy claro lo que va a escribir, momentos de desesperación cuando se nos caen los servidores, horas en las que no se te ocurre nada y piensas que, como todo, esta bitácora tiene los días contados y que llegará el momento en que ya no tenga nada que decir. Me replantearé un balance más en serio cuando llegue a los mil artículos.
Porque sigo sin tener muy claro para qué sirve una bitácora, qué gano, qué pierdo, si le interesa de verdad a alguien lo que escribo y si me interesa a mí. Hola a todos y a mí mismo...
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Categorías: Reflexiones