No tengo ninguna camiseta negra.
Me afeito todas las mañanas.
Hace veinte años que no uso vaqueros, y mi prenda de vestir favorita es la chaqueta.
Siempre he llevado el pelo corto.
Llevo el reloj en la mano izquierda (pero con la cara en el interior del antebrazo, ya les explicaré algún día por qué).
No entiendo prácticamente nada de informática.
Sólo me disfrazo en carnaval, y hace ya unos seis años que no lo hago.
No me gustan las hamburguesas, prefiero la nouvelle cousine y las tapitas de la barra de El Faro.
Aborrezco Harry Potter.
Sólo al tercer intento fui capaz de leerme La comunidad del anillo. De El Silmarillion no pasé de las primeras páginas.
La mayoría de los personajes de las diversas USS Enterprise me producen cierta vergüenza ajena.
No me he emborrachado nunca.
No hago religión de nada, ni siquiera de mí mismo.
Sólo hablo inglés además de mi particular versión gaditana del español.
Me aburren Superman y Batman.
Abandoné la Patrulla X hace veinte años, y a Spiderman hace dos.
Casi no leo manga.
Almaceno tebeos, más que leerlos o coleccionarlos. Hasta que mi espacio vital dijo "basta".
No escucho música apenas.
Soy incapaz de separar la diversión que me produce una peli, un tebeo, una serie de televisión o una conferencia del análisis.
Me aburren las discotecas.
Me horrorizan las concentraciones de gente.
No me gusta el fútbol, nada-nada.
Cuando escucho la palabra "deporte" me acuerdo de Goebbels y empuño mi cultura.
He leído tantos libros que no recuerdo casi ninguno ya.
Soy heterosexual.
Ideológicamente me defino como anarcoburgués (que debe ser, imagino, el ideal de todo buen socialdemócrata).
Prefiero a Shakespeare y Homero que a Gene Roddenberry o J.R.R.Tolkien.
Me habría gustado escribir "Bomarzo".
Llego siempre puntual a los sitios, pero tampoco en esos sitios pasa nada.
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