Iba a mencionar el número de sesiones que llevamos ya escuchadas, para introducir la crónica del día de hoy, pero si les digo la verdad ya he perdido hasta la cuenta y todo. Bueno, es igual. Sean las que sean las que hayamos dejado atrás, poco a poco, y paulatinamente, va ascendiendo el nivel general, a medida que vamos descubriendo nuevos repertorios y agrupaciones, sin que la calidad provenga siempre, ojo, de donde más se espera, que está siendo este un año de grandes sorpresas, tanto buenas como malas, y muchos de los conjuntos más modestos le están sacando las castañas del fuego a un concurso al que este año, en mi opinión, le ha fallado más de un grande. Pensaba yo hasta ahora que el nivel había bajado con respecto al año pasado, vaya, pero la verdad es que empiezo a recontar y observo que no son pocos los grupos que han mejorado notablemente, aunque otros tantos hayan empeorado, o simplemente se mantengan. Supongo que la calidad, como la energía, no se destruye, sino que se transforma. Pero no divago más, que les aburro, y paso a hacer los comentarios de rigor:
Bajo el título de "La Barcarola" se presentaba el otro coro que este año nos llega desde San Fernando, con la autoría de Antonio Montiel, un histórico del carnaval isleño, y al igual que el resto de grupos de la modalidad hasta ahora, desde mi punto de vista, mejora, siquiera una mijita, el papel, ya bastante digno, que el pasado año realizara. La excepción a esta saludable regla general quizá la constituya el coro "Fiestón Pagano", que empeoraba todavía más, si cabe, el día de su intervención, el endeble coro que trajeron durante la pasada edición del concurso. Y eso que el autor hoy ha dicho muy seguro de sí mismo, en lo de TeleTeo, que todavía no había escuchado ningún tango mejor que el suyo, a lo que Paco Rosado, entre risitas maliciosas, contestaba: "a mí me pasa lo mismo con mi pasodoble, oye" (claro que a lo mejor lo que dijo fue que no había escuchado ningún tango "como" el suyo, en cuyo caso llevaría toda la razón, naturalmente) Volviendo al coro de San Fernando, que es lo que ahora importa, tal vez lo peor de la agrupación fuera su tipo de gongoleros, y su puesta en escena, que aunque vistosa y agradable, recordaba en exceso a un coro tan memorable como lo fuera "A Venecia del tirón". Por lo demás, el conjunto de voces sonaba ligeramente mejor que el año anterior, como decía, y el repertorio, sin destacar especialmente por nada, se dejaba oir sin problemas. Vaya una vez más mi aplauso, en fin, para todas estas agrupaciones, ya sean cuartetos, coros, comparsas o chirigotas, que sin mayores pretensiones que las de agradar, y superarse poco a poco, regresan cada año al Falla, aun a sabiendas de que tendrán pocas posibilidades de alcanzar, ya no digo la final, sino incluso las semifinales. Todo un ejemplo a seguir, sin duda alguna, siempre tan incansables y voluntariosos, que es muy fácil ("muy fácil", entiéndame) sacar una agrupación sabiendo que todo el Falla va a estar esperándote, y que el repertorio, mejor o peor, se va a escuchar por todas partes, y que incluso vas a tener bastantes opciones de llevarte un premio, pero venir un año tras otro para que luego te oigan y te recuerden cuatro gatos, ay, amigo mío, eso ya no lo es tanto. Imprescindible, pues, ese granito de arena que tanta buena gente, siempre desde el respeto al público y a la fiesta, nos arrima, por muy torpe o poco inspirado que luego pueda resultar.
Y otra agrupación que ha mejorado con respecto al año anterior, no sensiblemente, sino muy notablemente, ha sido la chirigota de Manolín Gálvez y los suyos, pese a ese tipo tan extremadamente rebusado de hindú superdotado, no de arriba, sino de abajo, que me han traído. Pese a que el tema podría haberles hecho caer en la grosería y la ordinariez, como les ocurriera a los de Rodríguez Rondán ayer con su popurrí, el disfraz está resuelto con muchísimo ingenio y no sobrepasan en ningún momento, afortunadamente, la barrera del mal gusto. Y ni que decir tiene que el tipo resulta infinitamente más alegre y colorido que aquel tan apagado de funcionarios del pasado año (y de los detallitos caseros que portan estos chirigoteros en su atuendo, como esa flauta hecha de coladores, o esos collares hechos de pinzas de la ropa y tapones de corcho, ya podrían tomar nota, por cierto, los amantes del atrezzo hollywoodiense para las chirigotas y los cuartetos) Presentación y popurrí estuvieron muy simpaticones, con el acostumbrado final poético de este último, bastante más acertado que la mayoría, pero lo mejor de la actuación, sin duda alguna, fueron esos dos magníficos pasodobles que cantaron, y que no se los salta un galgo, con muy buenas letras del pluriempleado Antonio Rivas y castiza música del felizmente recuperado Jose Antonio Pérez "Habichuela", y ese segundo cuplé, el mejor de los dos, que supieron meter en segundo lugar, a diferencia de otros grupos, para dejar así mejor sabor de boca tras la interpretación de ambos. Muy grata sorpresa, insisto, la que me he llevado con la mejoría de esta agrupación. Veremos si mantienen el nivel de pasodobles, pero sobre todo de cuplés, en sus siguientes apariciones.
Y tras la chirigota, "La Cuadrilla", comparsa de Ángel Zubiela, sin Ángel Zubiela en este caso, pensábamos todos, pero ahí estaba el tio, cuando se subió el telón, para sorpresa del teatro entero, incluída su propia agrupación, sentadito sobre una caja del decorado, con un brazo y una pierna escayolados, y una carta del trabajo en el bolsillo, recibida esta misma mañana, autorizándole a cantar, pese a estar de baja, los días que su comparsa vaya al teatro. Qué locos que nos vuelve a todos esto del Carnaval, oigan. Pero lo más importante de la actuación no fue la inesperada presencia del carismático director, sino el brillantísimo repertorio que nos ofrecieron. Quizá sea, hasta el momento, la comparsa que más me haya agradado, así, en conjunto. Porque suena distinta, y tiene personalidad, y una idea clara tras el tipo, además, muy bien representada, y una bonita puesta en escena, y mezcla con naturalidad el humor y la seriedad, tanto en la presentación como en el popurrí, y hasta ha cantado, para colmo, dos cuplés graciosos, que parece que no, pero hacerlo siempre le da mayor empaque a la participación de cualquier comparsa. Si alguna pega le encuentro es la manera de cantar, que a mí me gusta que sea un poco más suave, y la voz del gran McGregor, que no termina de encajar demasiado bien, a mi juicio, dentro del conjunto, probablemente por una simple cuestión de estilo. La comparsa, en todo caso, suena diferente a lo que estamos acostumbrados dentro de la modalidad (no por nada es el primer año que sus dos autores, los hermanos Márquez Mateo, escriben comparsa, desde que decidieran dedicarse en exclusiva a la chirigota, hace varios años), y eso es algo que yo particularmente siempre valoro mucho, siempre y cuando, obviamente, se haga bien (o sea, y para entendernos, no como la de Martín de este año) Claro que precisamente por esto mismo habrá defraudado a algunos, supongo. Ya he leído a más de uno, de hecho, quejándose porque el grupo está desperdiciado, imagino que por no meter una polifonía en cada cuarteta. Alla cada cual con sus gustos, no obstante, y como yo soy aficionado al carnaval, y no a los orfeones donostiarras, pues aquí paz y después gloria. Si ellos no la quieren, me la quedo yo.
"¡Esto no tiene nombre!", continuando con el repaso a la sesión de hoy, fue el único cuarteto que participó en toda la función, y que consiguió, como señalaba Paco Rosado con su acostumbrada mala baba, lo más difícil; hacer una parodia de siete minutos y que no se riera absolutamente nadie. Paco, de hecho, se llegó a preguntar, en su papel de poli malo, por qué aplaudía la gente luego, entre pieza y pieza del repertorio, si no les habían hecho reir, mientras que Bablé, en su papel de poli bueno, intentó explicarle el concepto de "aplauso de cortesía". Vaya pareja de dos. Justo es reconocer, en cualquier caso, que los chavales, procedentes de la categoría junior, lo hicieron lo mejor que pudieron, poniendo la mayor voluntad, por lo que bien merecían, opino, esos amables aplausos, y el silencio, gélido y exento de risas, pero respetuoso, sin embargo, con el que se siguió su intervención. El público, ya ven, que no es tonto, y sabe distinguir perfectamente cuando un grupo no da más de sí por la incapacidad de sus esforzados miembros, y cuando por la más absoluta falta de respeto hacia el teatro, el concurso y el respetable. Los muchachos lo intentaron, al menos.
Los chirigoteros algecireños de "Las bellas y eso" sucedieron a los cuatro componentes del cuarteto sobre las tablas del Gran Teatro Falla, y nos trajeron un peculiar concurso de belleza con el que no despuntaron en ningún sentido, pero con el que se defendieron, pese a todo, desde el comienzo hasta el final. Chirigota del montón, no de abajo, ni de arriba, sino del medio. Y mucho es.
Y otra bella, "La bella escondida", en esta ocasión, abría la segunda parte, que se estrenaba con la buena actuación de esta buena comparsa. Nuevamente mi gusto se opondrá al de muchos, imagino, pero la cuestión es que la nueva comparsa de Luis Manuel Rivero me ha gustado. Incluso más que el año pasado, vaya, por aquello de parecerme más sencilla y más gaditana que "Los hijos de la tierra", cuyos sones de gospell y solos de guitarra a ritmo de blues quedarían tela de bonitos, no lo niego, pero nos pillaban un tanto lejos, me parece a mí. La idea del popurrí, con ese vigía que va mirando hacia los cuatro puntos cardinales, y hablando de los vientos y los barcos que llegan desde cada uno de ellos, así como de las vistas que se alcanzan a ver, en cada dirección, desde su atalaya, me ha parecido bastante bonita y bien desarrollada, además de ajustada al tipo. Ya hay quien anda diciendo, también, que aburre a las ovejas, pero como yo los popurrís los quiero para escucharlos atentamente, y no para bailarlos, pues aquí paz y después gloria. Si ellos no lo quieren, me lo quedo yo. Y de igual manera que el popurrí, se adapta al tipo el estribillo, con esa simpática mención al Vaporcito. En materia de pasodobles me quedo con el primero, original y bien escrito, dedicado al puente Carranza, y menos rebuscado y cogido por los pelos que el segundo, una analogía, con final sorpresa, o así, entre los inmigrantes que desean saltar la valla de ceuta y los peregrinos del Rocío. Se agradece que se intenten buscar nuevos puntos de vista para abordar los temas, pero no siempre funciona, y el rizo, en ocasiones, se riza demasiado, como ya le sucediera a Martínez Ares, por ejemplo, con aquel otro pasodoble de "La niña de mis ojos" en el que venía a comparar, en un triple salto mortal, el conflicto vasco con una corrida de toros. No veas, pisha. Los cuplés quizá fueran lo más débil de la actuación, en el apartado de pegas, junto con el disfraz, más propio de un corsario maqueado para salir por la Punta que de un vigía, aunque la escenografía, como en tantos otros casos, con esa azotea y esa torre, sea una auténtica maravilla. Las voces, pues un derroche, como siempre.
(No lo he dicho antes, por cierto, pero la de Zubiela también me ha gustado más que el año pasado, que "El espíritu de Cádiz" ganaría el primer premio, y hasta la pedrea, pero nunca terminó de convencerme)
"Los impresionistas", chirigota con autoría del sobrino de Paco Rosado (y nieto de Enrique Villegas), y voz de un antiguo compañero mío de instituo (que es lo que tiene también esto de la tele, oigan, que descubre uno caras conocidas cuando menos se las espera), no hizo el ridículo, pero tampoco deleitó especialmente a nadie, ni siquiera al tio del letrista. Ni las dos músicas distintas de pasodoble, ni su tipo de pintores franceses, ni las buenas maneras que de tanto en tanto apuntaban, le sirvieron a la chirigota para superar el límite de lo discretito. Su tabaco, gracias (que así despachaban hace algunos años los del Diario a esta clase de grupos insulsos)
Con la comparsa "La algarabía", segunda agrupación algecireña que nos llegaba en la noche de hoy, volvió a remontar el vuelo la sesión, aunque si hubiera cantado un día distinto que los dos primeros premios de la modalidad del año anterior a buen seguro habría destacado mucho más. Agradable comparsa, en todo caso, esta que se presentaba tras un llamativo tipo de aires italianos, celebrando una fiesta palaciega, como alegoría del espíritu alegre que impregna, o debiera impregnar, nuestro amado carnaval. Una más de las que quizá pasen a semifinales, o quizá no, ya saben (tortas va a haber este año, se lo digo yo, por colarse en la segunda ronda del concurso; más aun que por colarse en la tercera, creo yo, que de cara a esta primera criba anda más igualada la cosa)
De la siguiente chirigota, "Aquella casa al lado de la Caleta", podría decirse que pertenece a ese tipo de agrupaciones que uno empieza a escuchar con interés, para pasar a oirlas como el que oye llover a la altura de los cuplés. Chirigota de las de echarle paciencia, vamos, y esperar que acabe cuanto antes, aunque no se acabe nunca. Lo mejor de la actuación, sin duda alguna, el pasodoble por entregas. Quien no innova es porque no quiere, desde luego. Vaya tela marinera.
Menos mal que la siguiente agrupación, última de la noche, compensó el sacrifico de permanecer enganchado al Falla. Y es que la comparsa de Eugenio Mariscal, que cuando lo conocí el pasado año me pareció un auténtico buenazo, y José A. Martínez Cheza, "Muralla Real", lo hizo más que bien, con un repertorio agradable y un conjunto de voces sobre el que no creo exagerar si digo que puede ser uno de los mejores, sin que hicieran alarde en ningún momento, de cuantos han pasado por el escenario. Quizá me gustara más la propuesta que estos mismos autores nos trajeran el año pasado, igualmente desde San Fernando, con aquella "La Gloriosa", pero seguramente se deba más al tipo que a otra cosa, ya que este último se me asemejaba demasiado, tal vez, al de "Quince Piedras" o "La Trinchera". La comparsa, por último, tenía detalles bien curiosos, en el apartado musical, como el remate hacia abajo y con caída libre del pasodoble. Puede que al popurrí le faltara ritmo y se hiciera algo monótono en determinados pasajes, pero sin lugar a dudas será esta otra de las comparsas que batallen por un puesto en las semifinales. Suerte para los chavales, que cantan, como digo, de lujo, y para el letrista, que me pareció, ya dije, muy buena gente.
Un saludo.
P.D.: Momento estelar de la retransmisión de Onda Cádiz de hoy: Paco Rosado da paso a publicidad y añade "venga, vamos a levantar otra vez el Estadio". Qué guasa tiene el amigo.
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