Pa to hay que valer. Y el que vale, vale. Y si vale y es de Cadi, es que lo rompe.
Mi amigo Edu. Químico, profesor, de Cadi-Cadi. Madrid, navidad, y tal como me lo cuentan, es que le escucho la voz: una cola enorme, enormísima, cienes y cienes de personas para ver eso de los faraones. Con un frío de morirse, me imagino. Y Edu y su mujer y sus dos hijos que allí aparecen. Y sin pensárselo dos veces se acerca al que está primero o segundo de la cola, y le dice (y hay que escuchar a Edu con su voz y su acento, puro Carnaval, puro Masa y Peña): "Mira, ya sé que tú a mí no me conoces de ná. Yo soy de Cadi. Vengo pa dos días en Madrid y no voy a perder siete horas en una cola. Hacemos como que nos conocemos, yo te pago la entrada y pasamos juntos".
Y el madrileño, claro, se le queda mirando, con esa carita de sinvergüenza guapo que tiene Edu, y no le puede decir que no. Le sale gratis la exposición de los faraones, y entran juntos todos y se despiden tan amigos.
Edu, tal como me lo cuentan. Con tu voz. Qué arte, picha.
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