Cautivo y desarmado el ejército aqueo, han alcanzado las tropas moravec sus últimos objetivos literarios. La traducción ha terminado.
O sea que por fin, después de cuatro meses de darle a las teclas, de soñar en griego y en inglés isabelino, de viajar de Marte a la Tierra y de ahí a Tierra-Ilión y al Olimpo y Cráter París y Ardis Hall y el Golden Gate de Machu Picchu y el Taj Moira y el eiffelbahn y de partirme los cuernos intentando entender lo que dice Calibán y deseando de una vez que Aquiles el de los pies ligeros resucite a la amazona Pentesilea y eche con ella un kiki que haga atronar las estrellas, y soñar con post-humanos, rocavecs, moravecs, humanos antiguos, Integradores Primeros, rifles de flechitas, cerebros repulsivos que andan sobre muchas manos, catedrales de hielo azul, avatares de la biosfera, voynix jorobados que hacen literalmente el indio pero sin miedo a lo políticamente incorrecto, escólicos, funciones integradas en el ADN, referentes literarios por un tubo...
Lo dicho, que después de cuatro meses cuatro y mil cien páginas de teclear (y con un dedo chungo, además) he logrado terminar esta mañana la traducción de Olimpo, de Dan Simmons. Yabadabadú.
Voy a celebrarlo con cerveza de la tierra. Enhorabuena a mí mimmo.
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