2005-09-09

599. MIS WATCHMEN

”MIS
“Venga, vamos a examinarnos de Watchmen”, me dice Carlos Pacheco cada vez que nos vemos. Y entre rollitos de primavera o pizza cuatro estaciones (a Carlos, por cierto, no le gusta el queso), volvemos a comentar nuestras impresiones sobre esa media docena de personajes de tebeo que no hace mucho tiempo, aunque parece ya un siglo, nos alegraron las pajarillas y nos hicieron revalidarnos aún más, si cabe, en esta afición tan tonta nuestra.

Los Watchmen. Siempre decimos “los”, no sé por qué. Será que no queremos dárnoslas de finos. Los Watchmen. Demasiado olvidados, quizás, por una industria y un género a los que, queramos o no, hicieron tambalear hasta sus cimientos. No ya sólo nos han cambiado a los superhéroes completamente desde la llegada del señor Moore (y yo siempre sostengo que Watchmen no es un tebeo de superhéroes), sino todo el comic-book como medio de expresión cambió de la noche al día, con una lucidez como nunca se había visto, ni siquiera a cargo de los críticos.

No se aporta nada nuevo al decir que Watchmen es un cómic completamente simétrico en su concepción. Es más que evidente. Todas las críticas que he leído sobre la obra, lo siento por mí, me han dejado igual que antes: la mitad son ininteligibles y la otra mitad se pierden en disquisiciones abstractas, que viene a ser más o menos lo mismo. Con todo, son parte valiosa. Lo dijo Carlos la penúltima vez que nos vimos: No se puede hacer un estudio de los Watchmen, porque cada crítico lo verá de una manera. Por eso he titulado este texto “mis” Watchmen, queriendo significar con ello que en él apunto las impresiones subjetivas que me produce la enésima lectura de la serie, sin ánimo de sentar cátedra, pero tal vez poniendo un par de cosas en su sitio.

Watchmen es una obra redonda, no por perfecta (que también), sino porque la lectura se enriquece cada vez que se vuelve atrás y se releen las páginas. Una nueva visión da una nueva perspectiva a lo ya sabido, abundando en la tensa construcción y en el tempo con que ha sido concebida.

Creo que es la primera vez que un tebeo ha sido concebido con la precisión de una novela (o de un reloj, como haría el Doctor Manhattan): No hay nada aleatorio, todo está relacionado, todo tiene su razón de ser y su momento. Hubo quizás algunos intentos anteriores, quizá fallidos (el Ronin y el Dark Knight de Frank Miller), en lo que se refiere a la cohesión interna en la estructura del relato. Tal vez en esto Moore lo tenía más fácil: no estaba casado con nadie. Es decir, sus personajes eran suyos (aparte del leve parecido inicial con los caducos personajes de la Charlton), los podía controlar como se le antojara y no se debía a un “continuará” permanente que es lo que, a la larga, desvirtúa los más que notables hallazgos de Miller en Daredevil o el ya citado Dark Knight. Moore planea su saga desde la posición de creador absoluto, sabiendo que tiene exactamente doce números para contar lo que quiere, que es muchísimo, como haría un novelista que sabe que lo principal en literatura es reflexión y estilo en la puesta en escena.

Un ejemplo de ese enriquecimiento narrativo que produce la relectura de la obra: a un primer nivel (en la primera lectura), supongo que a casi todos les pasaría lo que a mí: el aliciente principal, el gancho que nos atrapa, el cebo con el que Moore y Gibbons (no lo olvidemos a él) nos engañan es el deseo de saber quién mató al Comediante, y por qué. Analizando la obra en su conjunto, la perfección de relojero de cada viñeta nos revela ya su personalidad sin ningún tipo de duda en el entierro del número 2, en la contraposición entre las palabras del sacerdote y las palabras del Capitán Metrópolis: “Alguien tiene que hacerlo, ¿no lo veis? Alguien tiene que salvar al mundo” (página 12, viñeta 7); “Oh, Señor Todopoderoso, Oh Divino Salvador, no nos dejes caer en el amargo corazón de la muerte eterna. Tú conoces, señor, los secretos de nuestros corazones” (el sacerdote, página 12, viñeta ocho; página 13, viñeta 1), mientras los dibujos nos muestran diversos planos de Adrian Veidt y su alter ego Ozymandias. Incluso podemos remontarnos al encuentro entre Rorschach y Adrian Veidt en el primer número (página 17). A la insinuación de que el Comediante es “prácticamente un nazi”, Rorschach responde: “Nunca se convirtió en una prostituta. Si eso lo convierte en un nazi, puedes llamarme nazi a mí también”. Y la siguiente viñeta nos muestra otro primer plano dubitativo de Veidt, el nazi definitivo, frotándose la barbilla y haciendo “Hm”. Visto desde la perspectiva de saber el final, es significativa la enorme viñeta de la página 18, donde vemos al rico Veidt reflexionando en su soledad, rodeado de muñecos con su efigie y un periódico cuya cabecera es importantísima: “Los expertos advierten que el reloj de la alarma nuclear está a las doce menos cinco”.

Una viñeta que adquiere muchísimo más valor al saber que es él quien está detrás de todo el asunto; al igual que lo es la inmediatamente anterior: los dibujos nos muestran a Veidt despidiendo a Rorschach, que se descuelga por una cuerda. En ese momento, Veidt ha podido hacer caer a Rorschach, igual que hizo con el Comediante, pero como un lento Hamlet que planea y se retarda, no lo hace.

Watchmen es el triunfo del detalle, de la medida. Lo que en un principio podría refrenar la lectura y despistar al lector de la historia principal, la simple anécdota, la pincelada, se convierte en puro hecho trascendente que irá marcando el ritmo y contraponiendo diálogos, textos de apoyo y viñetas en un paralelismo inequívoco donde nada queda al azar. Así, casi todos los relojes aparecerán marcando precisamente las doce menos cinco del reloj nuclear, la caída de la foto del número 4 tendrá un paralelo con la caída del frasco con el perfume “Nostalgia”, Gerald Ford pegará un traspiés al bajar del helicóptero en el número 10 en paralelismo con nuestra realidad y la famosa anécdota, luego repetida tan a menudo; incluso el detective Fine recibirá la pista telefónica para detener a Rorschach cuando le dicen que podrá conseguir un “Raw Shark” (tiburón crudo, traducido por rosa en la versión española de Zinco), que será paralelo a la historia del comic-book Tales of the Black Freighter que lee el niño en la calle, donde el protagonista acaba de convertir a un tiburón en balsa. Y no podemos olvidar las pintadas, desde la evidentísima “Who watches the Watchmen?”, al cartel del taller de Hollis Mason, también pasada por alto en la versión española: “We Fix´em. Obsolete Models a speciality” (Los arreglamos. Modelos obsoletos, nuestra especialidad) o los titulares de los periódicos que anuncian los avances de los rusos o el irónico “RR to run in 88?”, refiriéndose no a Ronald Reagan sino a Robert Redfod. El mismo Hollis Mason tiene entre sus libros The Gladiator, la novela que dio origen a Superman y demás héroes disfrazados, y el cine donde se desencadenará el plan de Veidt tiene el significativo nombre de Utopía y está especializado en películas de ciencia ficción serie B, entre las que hay que destacar la última: The Day the Earth Stood Still, en español, Ultimátum a la Tierra.

Pero aparte de la abrumadora cantidad de detalles, las revisiones de la obra nos aclaran más y mejor las actitudes y personalidades de los personajes. “Todos los personajes tienen una contrapartida, van en parejas”, me dijo Carlos la antepenúltima vez. Yo voy más allá: Todos los personajes son el mismo personaje, o mejor dicho, todos participan de características comunes que encajan unas con otras, como los quesitos del Trivial Pursuit. Todos los personajes son, en cierta medida, reflejos del protagonista enloquecido del comic-book de piratas, que recalcará con sus descabelladas acciones y sus sobrecogedores diálogos los actos y comentarios similares de los “héroes”, sirviendo de conciencia moral al horror que él y los lectores van descubriendo.

Vamos a verlos uno a uno:
EL COMEDIANTE
EL COMEDIANTE. Quizás el más ignorado y el más importante de todos, porque sirve de hilo conductor aun después de muerto. Aunque en su madurez se nos presenta como una versión cínica de Jack Palance, me recuerda en su pose en la foto de los Minutemen a la vez a Robin y al Joker. En cierto modo, podría ser el Robin que entrenara el Joker. Cuando Rorschach abre el armario oculto en su habitación, lo primero que se viene a la mente es el uniforme del Capitán América. Asesino de Kennedy y Allende según la ficción, se le define como el hombre que “vio la cara de América y comprendió”. Creo que todo lo contrario. No sólo no entendió, sino que su falta de comprensión, de complicidad, de apoyo fue lo que le llevó a la muerte. Al final, lo pide a gritos: “¡Que alguien me lo explique!”. El Comediante era exactamente eso, un comediante, un bufón, alguien que se disfraza para no ver la realidad y decide que otros piensen por él. No deja de resultar significativo que use su antifaz vestido de soldado en la campaña del Pacífico, y que además lo refuerce con una segunda máscara de cuero cuando tiene que disolver las manifestaciones anti-vigilantes. Así, vemos que el Comediante se oculta claramente de sí mismo, se trasviste, igual que el segundo Nite Owl, elige ser un fascista sin pensamiento hasta que la realidad le da en la cara y entonces advierte que su vida ha sido un absurdo. No deja de parecerme un hombre blando: tras el intento de violación de Sally Júpiter, al final descubrimos que volvió con ella una tarde de verano: “Una sola vez”. Mata a su amante vietnamita cuando ésta lo marca, pero su justificación es perfecta: con Manhattan delante, la culpa recaerá sobre el superhombre, que podía haberlo impedido en una milésima de segundo. Cuando descubre el plan de Veidt, acude a llorar a la habitación de su viejo enemigo, sabiendo que Veidt posiblemente tiene micrófonos instalados allí (nunca vemos más que los pies de Moloch, y está claro que el Comediante habla con Veidt, no con él). El paralelismo con el chiste del payaso Pagliaci lo dice todo: el máximo intervencionista, el más violento después de Rorschah, muere sin defenderse. Ha contemplado el horror y, estupefacto, se deja matar. Sin la máscara.

sin la máscara
RORSCHACH. Es el primer Watchmen que aparece, curiosamente en su personalidad civil de loco iluminado, con la pancarta. Si su modelo The Question tiene un nombre civil con un ditkiano juego de palabras (Vic Sage: visage: rostro), a mí Rorschach me suena a Cockroach, cucaracha. Sucio, de habla entrecortada, ultraviolento, aparentemente tiene las ideas muy claras. Cuando lo vemos en la reunión frustrada de los Crimebusters su expresión corporal es diferente; se le nota relajado, con el sombrero ladeado en la cabeza, la gabardina limpia y abierta: varios números después nos enteramos del incidente que lo ha vuelto loco. Gran parte del relato está visto a través de sus ojos desquiciados. Su intervención rompe siempre los esquemas previstos: “Todo se equilibra”, dice la policía cuando lo captura. Es un fanático fascista que acabaría con un “duro” del tres al cuarto como el marveliano Castigador en un abrir y cerrar de ojos. Se oculta también bajo la máscara de manchas que tan bien refleja sus estados de ánimo. Llega a considerarla su verdadero rostro (“¡Mi cara! ¡Devolvédmela!”), y su travestismo llega al punto de utilizar calzas en los zapatos para parecer más alto (no podemos olvidar que la máscara era un diseño para un traje femenino). Obseso sexual, maníaco, considera el sexo algo repulsivo, y todavía tiene pesadillas con respecto a su madre prostituta: curiosamente, cuando pinta sus sueños lo hace con un monstruo simétrico, lo que Shakespeare definió como “la bestia de dos espaldas”), que se reflejará en su máscara en el capítulo final cuando Laurie y Nite Owl se abrazan. Sabe que está loco, y que su locura es contagiosa: se niega sistemáticamente a contarle al psiquiatra que no ve precisamente una hermosa mariposa.

Un detalle de humor negro, una paradoja, una ironía, se produce tras su experiencia en la cárcel: el Rorschach que sale de ella ya es un hombre distinto, redimido. Entró siendo un maníaco y sale adquiriendo su personalidad de auténtico héroe. Algo ingenuo, el detalle de dejar en el buzón su diario personal nos indica que cree en la libertad de prensa. Junto con Nite Owl, el otro jinete solitario, cabalgará hasta la Fortaleza de la Soledad de Veidt. Cuando la verdad se descubra, será él, el más duro, el más intervencionista, el que nunca ha tenido escrúpulos en matar y tomarse la justicia por su mano, quien se rebele. Como el Comediante. Y también como el Comediante se dejará matar sin resistirse (hay sangre en la nieve; el propio Manhattan dice que sabe que va a matar a alguien en el futuro cercano cuando conversa con Laurie en Marte). Y, en un último acto de aceptación, lo hará con la máscara fuera. Morirá sin ella, como el Comediante murió negando el titular de su periódico favorito: “El honor es como un halcón: a veces debe ir encapuchado”. Con su último acto, Rorschach (ya Kovacs), demostrará que incluso el fascismo tiene matices.

tiene matices
NITE OWL. Otro personaje ditkiano (si otro dibujante pudiera haberse encargado de los dibujos, y ya sabemos que lo que no es historia no es historiable, el Steve Ditko de sus buenos tiempos habría sido ideal: Gibbons incluso utiliza su detallada disposición de nueve viñetas por página y sus calculadas viñetas espectaculares-pero-armónicas). Del Blue Beetle original no conserva más que la nave Arquímedes, pues el resto nos recuerda más a un Batman tripón y algo calzonazos. Rico, como Veidt, tiene un laboratorio secreto igual que él, que no usa. Encarna un poco al mismo lector de cómics de superhéroes: fue su admiración hacia Hollis Mason lo que le llevó a desarrollar su enmascarado rol. Tímido, nervioso, inseguro de sí mismo hasta el punto de la impotencia, no será hasta que asuma el disfraz (¡otro más!) cuando supere su incapacidad sexual y adquiera su cualidad heroica. Igual que Veidt, es ordenado y meticuloso. Otro relojero, como Manhattan. Su rescate de la gente en el edificio incendiado es, de puro calculado, hasta ridículo: incluso les pone hilo musical. En cierto modo, es el reverso blando del propio Rorschach, con quien ha compartido aventuras y, si ello es posible, amistad. Sus dudas en las revueltas anti-vigilantes lo llevan a preguntarse de quién está protegiendo al pueblo, y su inseguridad le hace mantener todo su laboratorio al día, pero sin usarlo: un proyecto de disfraz que salió mal aparece abandonado en un rincón, en una clara pose anti-científica que revolvería las tripas a Tony Stark.

Su relación con Laurie, forzada por ella misma, puede ser todo menos natural. No es extraño que el colorido de su primera y fallida experiencia con ella (número 16, página 17), nos lo muestre en azul, el mismo color de piel que Manhattan, presente en ese momento entre los dos. Como Veidt, tiene preparado un plan de contingencia: más modesto, se contenta con crearse una serie de personalidades alternativas con las que ir viviendo. Nuevos disfraces a los que es incapaz de renunciar. Él, que se ha pasado la vida entera dudando, toma una decisión en un segundo: cuando los demás enmascarados proponen comprometerse con Veidt para no revelar su intervención en la “invasión alienígena”, se aclara en un momento: “¿Cómo podemos los humanos tomar una decisión como ésa? Estaremos condenados si nos callamos, la tierra se condenará si no… Vale, vale, contad conmigo. No diremos nada”. La nueva personalidad que asume en las últimas páginas, el bigote y el pelo teñido de rubio, y el apellido Hollis, como el héroe de su infancia, nos demuestran que siempre será un esclavo del disfraz. Y, en otro rasgo de crueldad (es el personaje al que Moore ridiculiza más, o quizás al que trata con mayor ternura), al final descubrimos que el perfume que usa es “Nostalgia”. Tal vez un perfume femenino. En todo caso, el mismo que Laurie.


Laurie
LAURIE. O Silk Spectre II, aunque ella misma considera al final que el nombre es demasiado infantil. Junto con el propio Dan Dreiberg, la más débil de todos, y con razón. Su papel se reduce al de mero comparsa, puesto que incluso la importantísima conversación en Marte, donde tendría que convencer a Manhattan para que regrese a la Tierra, no tiene efecto puesto que él lo sabe ya todo. Hija bastarda del Comediante y Sally Júpiter, se negará a reconocerlo hasta que el propio Manhattan le abra los ojos. Es una groupie, niña precoz que se va con el primero que llega, al que adora. Con Manhattan su personalidad quedaba completamente anulada, igual que con su madre: se metió en el asunto de los héroes disfrazados por ella. Es quizás con Nite Owl con quien adquiere un papel de “madrecita-concubina” que le viene al pelo. En cierto modo, Laurie es un camaleón. No es extraño que en la pesadilla antes citada Dreiberg la asocie con la figura sexualmente provocativa y sugeridora de perversiones de la misma Twilight Lady, látigo y cuero negro incluidos, y que ella misma, al final, piense en cambiarse de nombre de guerra, proveerse de un disfraz de cuero y “tal vez, una pistola”. Sólo se rebela contra el Comediante, al que echa encima un vaso de whisky. Significativamente, es su padre. Al final, se encuentra a sí misma marimandoneando al calzonazos de Dreiberg. Curiosamente, el personaje de personalidad más anodina no lleva máscara.

máscara
DOCTOR MANHATTAN. Modelado según los rasgos de Paul Newman, tanto en su versión humana de Jon Osterman como en la leonardina pose del Doctor Manhattan, es el único superhombre de la historia. Su cualidad de haber trascendido la humanidad lo acerca, por un lado, a la primera Visión de los Vengadores y por otra al Miracleman del mismo Moore, con quien comparte también el físico de Newman. Es capaz de estar haciendo el amor por partida doble con Laurie y trabajar en un experimento al mismo tiempo. Va vestido por obligación: el hecho de que tenga sexo implica que no es Dios, o más exactamente, que podría reproducirse, aunque en lo que sabemos de la historia no lo ha hecho. Por acción o inacción, es el responsable de casi todo lo que pasa. Se sabe único, y por eso se marca con el signo del hidrógeno en la frente. No puede impedir el futuro, porque al estar por encima del tiempo, para él ya ha sucedido. Es el arma secreta, el proyecto Steve Rogers definitivo, el supersoldado USA. Responsable de que los americanos ganaran Vietnam y los rusos se sientan en inferioridad de condiciones, su presencia es la que dispara el gatillo de la escalada bélica. No lleva máscara, pues está por encima del bien y del mal: todo lo contrario, cuanto más es él, más se desnuda. Ha superado la humanidad (en alguna ocasión habla de “Jon Osterman” en tercera persona, no por vanidad como Julio César, sino porque realmente Osterman murió y lo considera otro ser distinto, otra persona, si él lo fuera), y su intervención deus ex machina se debe en última instancia más al despegue que al amor. Como Galactus (es significativo verlo caminar como un gigante entre las bombas y los helicópteros), los humanos dejan de ser algo que comprenda, que le importe. Su duda metafísica podría reducirse a su pregunta: “¿Quién crea el mundo?”. Y a su respuesta: “El mundo es un reloj sin relojero”. Su cualidad de superhombre, de cuasi-dios, lo muestra cada vez más parecido al propio Miracleman en los últimos momentos de la serie: olvidado el posible amor que sintiera hacia Laurie, sonríe y camina sobre las aguas de la piscina como un nuevo Mesías, advierte a Veidt de que “nada termina nunca” cuando éste le pregunta por el final de su objetivo, y reconoce haber recuperado su interés en los seres humanos: “Sí, tal vez cree algunos”. Es el positivista científico llevado a sus últimas consecuencias, como Veidt lo es la pasión humana. Terrorífico.

OZYMANDIAS
OZYMANDIAS. El propio nombre del personaje nos retrotrae al poema y lo que significa, algo que curiosamente él mismo será incapaz de ver. Moore nos cita las palabras encontradas en el pedestal que describe Shelley: “Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes.¡Mirad mis obras, poderosos, y desesperad!”. Lo que no cuenta, lo que queda en el aire, es el inicio del poema, la descripción de las piernas y el rostro cubierto de arena, y las palabras finales: “Nada más queda. En torno a los restos, de estas colosales ruinas, las arenas del desierto, vastas e igualadoras, se extienden a lo lejos”.

Hermoso y perfecto, solitario, ver el paquete de kleenex con su nombre me sugiere a un hombre más obsesionado por la pulcritud que por la limpieza. Su puro amor por la humanidad le lleva a cometer el crimen más absurdo y más terrible, sin ningún tipo de remordimiento. Si acaso, tiene dudas, pero referidas más a si su plan saldrá bien que a otra cosa. Fue el primer enmascarado que renunció al disfraz e hizo pública su identidad, pero asumirá de nuevo el ridículo traje (¡otro más!, y van…) en los capítulos finales. Su amor hacia la humanidad, como ente abstracto, su “nostalgia” lo convierten, en el fondo, en un inmaduro. Ve el mundo de una manera diferente, está obsesionado con otra idea. Justifica haber matado al Comediante con la excusa: “Imaginad… el perfecto luchador descubriendo un plan para poner fin a la guerra, para poner fin a la lucha”. Para Veidt la humanidad es algo que debe estar expuesto en un cristal, pero quizá no advierte que quien se aísla en el mundo frío de la Antártida y observa las vidas de los demás desde lejos, vía televisión, es él mismo. Idealista utópico y corrompido, su obsesión por los dioses egipcios, la muerte como mero tránsito y Alejandro Magno dan buena cuenta de su megalomanía. Cree firmemente que el fin justifica los medios, y choca frontalmente con los dos desencantados de la historia, Comediante y Rorschach, que han empleado hasta entonces esa misma filosofía. Uno lo imagina escuchando música de los neo-románticos o de Julio Iglesias (“Me olvidé de vivir”, por ejemplo). Sólo muestra amor hacia su lince mutante, Bubastis, a quien pide perdón con lágrimas en los ojos cuando tiene que matarlo en su intento de eliminar a Manhattan de forma más expeditiva.

Con todo, no puede condenársele. No se nos pinta como un malvado. Recuerdo que mi mayor temor al leer por primera vez la historia, cuando ya se iba entreviendo quién era el “culpable”, era que Moore fuera a repetir los famosísimos argumentos utilizados por Chris Claremont en su I, Magneto. Y si contada desde fuera, en abstracto, la idea puede parecer pueril (como pueril es el propio Adrian Veidt, un niño sin padres que no ha crecido y ha pasado de ser un superhéroe a ser un dios), en el medio en que se desarrolla queda completamente revalidada (Sam Hamm, autor del primer borrador de una película sobre los Watchmen que nunca llegó a filmarse, confesaba haber cambiado las motivaciones de Veidt porque en el medio cinematográfico no había quién se las creyera).

Frío e insensible, Veidt vive solo, come solo, habla solo, posiblemente ni siquiera hace el amor, ni se masturba. “Sólo el mundo y yo”, dice frente a las pantallas de los televisores desde donde lo controla todo, lo sugiere todo, lo ordena todo. Moore nos cuenta el último capítulo desde su propia perspectiva de salvador iluminado, sin hacer una valoración o una condena, que quedan para el lector. Los cambios conseguidos por su acción rocambolesca en la sociedad son evidentes: “Paz en la Tierra”, “Felicidad”, “Un nuevo mundo, una nueva alianza”, dicen las tarjetas de navidad y los pósters. Pero también vemos que la marca de Veidt está en todas partes: en los zapatos, en los carteles, todavía con más insistencia que antes. Y vemos el gran anuncio: “Ésta es la época. Estos son los sentimientos. MILLENIUM. By Veidt”, que muestran a dos seres humanos perfectos, rubios, arios, mirando hacia la derecha del lector. Y otro cartel, más pequeño, casi invisible al ojo: “Taxis Prometeo: Bajo nueva dirección”. Puede que Ozymandias haya acabado momentáneamente con la amenaza del fin del mundo, puede que se engañe a sí mismo creyendo que lo ha hecho por altruismo, pero lo cierto es que ha obtenido una vez más pingües beneficios y es dueño de todo.

“¡Lo hice! ¡Lo conseguí!”, exclama con una curiosa expresión infantil cuando sus queridos televisores traen las primeras noticias que confirman el éxito de su plan. Por un segundo, Adrian Veidt es feliz: pasa de las lágrimas en los ojos al grito de triunfo, a las poses declamatorias tan queridas por Stan Lee en su Silver Surfer. Pero luego, cuando Manhattan se niega a confirmarle si todo saldrá bien, si hizo lo adecuado, lo vemos nuevamente sumido en la duda, meditabundo, dando la espalda no ya al mundo, sino a la esfera donde se representa todo el universo.

Claramente, como el protagonista del tebeo de piratas, ha perdido el rumbo y es incapaz de diferenciar el horror de lo cotidiano. Es el hombre más inteligente del mundo, o eso se ha encargado de proclamar a los cuatro vientos. Pero, como bien le aclara Manhattan, nada termina nunca. Es por eso que no interpreto el final como una interrupción abrupta de sus sueños. Cierto, el joven ultraderechista pelirrojo tan parecido al Rorschach de paisano parece a punto de publicar su diario, pero no olvidemos dos cosas: Veidt controla prácticamente todos los medios de comunicación existentes, y en un mundo donde los bloques militares han desaparecido, un periodicucho molesto de tendencias fascistas sería una incomodidad que él, el hombre más listo del mundo, no podría pasar por alto. Y no olvidemos que, con todo, Moore y Gibbons dejan al final abierto. Personalmente, más que el apocalipsis nuclear con el que han venido insistiendo en toda la historia desde el principio, más me horroriza la idea de un mundo controlado por un utópico sin sentimientos que ha comprado el sistema.

el sistema
No pueden olvidarse a los otros enmascarados (sigo sin aplicarles el término “superhéroes”: ni sin “súpers” ni son “héroes”): el ridículo Mothman, posiblemente uno de los homosexuales que acusa Sally Júpiter; ni a The Silouhette, que aparece exactamente así, como una breve silueta, y que la maestría de Dave Gibbons revela como lesbiana también bastante antes que la misma Sally Júpiter hable sobre ella en la entrevista complemento de la historieta. El pobre de Hollis Mason, primer Nite Owl, guapo y repeinado como un Roger Moore de setenta años, solterón y solitario (¿y algo más?). O Hooded Justice, cuya personalidad se desconoce, y a quien Carlos Pacheco considera de raza negra. La cosa tiene su miga: un tipo enorme a quien no se ve ni un centímetro de piel, que usa capucha como las del KKK pero negra y con una soga al cuello. Y la explicación: ¿Cómo iba un negro a tomarse la justicia por su mano en los USA en los años cuarenta sin vestirse de penitente para que no se le reconociera?

Silk Spectre, la madre de Laurie, olvidada del mundo también, como Veidt, pasa las horas sumida en la nostalgia de su carrera de actriz revientabraguetas, lo que hoy podría haber sido una Ginger Lynn o una Tracy Lords. El centro donde está recluido, y es significativo, se llama Nepente. El nepente, según la mitología, es la droga que bebían los dioses y proporcionaba el olvido.

Y los comparsas, los secundarios, los personajes que están vivos: la gente de la calle, todos esos seres anodinos, la pareja de policías, las dos lesbianas, el kiosquero, el niño negro al que muere abrazado… la representación de una humanidad que vive atemorizada y ajena al poder político y suprahumano que gravita sobre sus cabezas, conejillos de indias en el experimento por el poder, peones prescindibles en la lucha por una paz que tal vez no sea más que una utopía más, el nudo gordiano que un Prometeo loco ha confundido con la llama de la sabiduría.

No cabe duda. Tendremos que seguir examinándonos de Watchmen. Y que no decaiga.



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Comentarios

1
De: The Watcher Fecha: 2005-09-09 18:33

Me ha gustado mucho su análisis, señor Marín. Para mí Watchmen siempre será una de las obras cumbres del cómic de superhéroes, en muchos aspectos, aún no superada.

Un saludo.



2
De: RM Fecha: 2005-09-09 18:45

Es un artículo que se publicó originariamente en 1991 el fanzine no ficción de Pedro Jorge. Y posteriormente, en 1996, en Alan Moore: el señor del tiempo, número 5 de la colección Nexus de Global Ediciones.



3
De: HM Fecha: 2005-09-09 18:47

Ya es casualidad. Anoche precisamente me releí el libro de Globlal en que apareció esto.

Ah, y en mi ciudad le decíamos "El watchmen".



4
De: B of Bender Fecha: 2005-09-09 18:47

Mothman no es uno de los gays mencionados. en el apéndice del Ep. 9 se menciona que son el Cap. Metrópolis y Justicia quienes eran gays.

Veo que pese a todo cometes (disculpa mi presunta arrogancia, que no es tal) errores a la hora de evaluar Watchmen y hablar de lo que sucede en la historia y con los personajes.

Se te han escapado erratillas en el texto: casi mejor que las pulas antes de que vengamos más puristas con exceso de tiempo libre a darte la chapa ;)

Por qué motivo crees tú que R. se quita la máscara antes de morir?

Un saludo.



5
De: RM Fecha: 2005-09-09 18:51

Diga usted cuáles son esos errores.

Creo que se quita la máscara en un acto de dignidad,naturalmente.



6
De: RM Fecha: 2005-09-09 19:11

Otro artículo del menda sobre la serie, para Umbrales en Bibliópolis:

http://www.bibliopolis.org/umbrales/umbr0007.htm



7
De: Jesús Cuadrado Fecha: 2005-09-09 19:11

Sí, bueno, por orgullo.

Bueno, casi es lo mismo.



8
De: Sherezade Fecha: 2005-09-09 19:13

De dignidad...

Podrias explicar un poco mas eso, por favor. Suena interesante.



9
De: La Dama Blanca Fecha: 2005-09-09 19:20

Se quita la mascara porque finalmente no precisa mascaras; tras todas las experiencias del comic, dando su mano a Daniel y asi humanizandose un poco mas, o viendo como se comporta ante la madre del niño ("ya tengo lo que queria", dice cuando ve que la mujer quiere salvaguardar las fragiles mentes de aquellos inocentes) poco a poco Rorschach va trascendiendo su mascara y su propio ego social y al final ambos van unidos en una personalidad heroica que no precisa de atrezzo. Se quita la mascara para morir siendo, mas que nunca, mucho mas que un enmascarado, un don nadie o la suma de ambos.



10
De: RM Fecha: 2005-09-09 19:21

Creo que no es tan difícil. R, como todos, se oculta de sí mismo y de los demás con la máscara. Carlos tiene la teoría de que la idea de la máscara se le ocurre cuando tiene el tejido entre las manos y, al sollozar, se la lleva a la cara: entonces se quedan las marcas y a partir de eso se enfrenta al horror a cara cubierta.

Al final, comprende que el precio que paga el vigilantismo es un horror tan abominable como aquello que están combatiendo, pese a las buenas intenciones. Es el hombre que muere a manos del superhombre. R. encuentra su cara auténtica, como el rostro de la Verónica en el lienzo.



11
De: Euh`? Fecha: 2005-09-09 19:24

VEronica^¿ Lienzo¿ de ke hablas, RM` O_o



12
De: RM Fecha: 2005-09-09 19:30

¿Ya nadie estudia historia sagrada, con lo divertido que es? Cuando Jesús iba camino del Gólgota, ensangrentado, una mujer le enjugó la sangre y el sudor de la cara con un pañuelo. Su rostro se quedó marcado, como pintado allí.

Lo mismo con el tejido de R y las lágrimas de impotencia que derramó antes de convertirse en vigilante.



13
De: Anónimo Fecha: 2005-09-09 19:38

Por que Veidt, tras matar a tanta gente, iba a dejar vivos a Rorschach y Daniel? Y coge y les cuenta todo el rollo antes de decirles: si, sobre lo ke voy a ahaceros, taba pensando en ello...

Y encima, tiene cojones, DEJA VIVO A RORSCHACH PARA QUE SE ESCAPE???? tras matar a tantos??



14
De: RM Fecha: 2005-09-09 19:44

Porque los megalómanos, sobre todo en los tebeos, son así. Y porque si no nadie se hubiera enterado de nada.

Y porque es más guai convencer al superhombre de que ha hecho bien. Y una vez convencido el superhombre, la moralidad de sus actos (y la muerte de R y de todos los que mueren) queda exculpada.



15
De: The Watcher Fecha: 2005-09-09 20:41

Un detalle respecto a Rorschach que siempre me ha gustado, y que no sé si atribuir a Moore o a Gibbons, es cómo rompe la inexpresividad de su cara en el momento final en el que se quita la máscara. Durante toda la historia Kovacs era completamente inexpresivo y era con la máscara con la que demostraba sus emociones. Como se está diciendo por aquí, al final de la historia el personaje ya no necesita máscaras para expresarse, y por eso se la quita.

Un saludo.



16
De: Ojo de Halcón Fecha: 2005-09-09 22:02

Que PEDAZO de artículo Rafa, me he dado cuenta de muchísimos detalles en los que no había caído.



17
De: R. Fecha: 2005-09-09 22:27

Es expresivo en un momento: cuando recuerda el acoso callejero de los malotes cuando niño. Al hacer "raccord" a la actualidad, su cara deja de ser neutra: está siendo el reflejo vivo de la ira y frustracion que le convierten en Rorschach. La misma que parece reflejarse bajo la máscara cuando se hace un enlace tras la viñeta donde Daniel y Laurie van a hacer el amor junto a la piscina.



18
De: R. Fecha: 2005-09-09 22:32

Siempre he creido que, tras Ozymandias, el personaje mas intelligente del cómic es Dreiberg, el más perceptivo es El Comediante y el más astuto es Rorschach.



Ah, un guiño: qué bueno que Rorschach "huela a tigre", como se suele decir xD



19
De: R. Fecha: 2005-09-09 22:33

Si no menciono al bueno del Doc es por motivos obvios: ése está más cerca del Olimpo que de Central Park.



20
De: David Fecha: 2005-09-09 22:39

Genial artículo, a la altura de una obra maestra del mundo del cómic.

Un saludo!

David



21
De: GBC Fecha: 2005-09-10 01:10

Watchmen por su complejidad y su precisión de relojero se ha convertido en una de mis obras de cómic favoritas. Pero... hay algo más? Hay algún otro cómic con una complejidad parecida?

No digo que un cómic tenga que ser del nivel de complejidad de watchmen para que me guste. Alack Sinner me encanta y lo veo bastante más sencillo.

Saludos-> G



22
De: Jmi Fecha: 2005-09-10 01:25

Permitanme ser exceptico respecto a esta obra.

Siempre me ha parecido una bella forma de perder el tiempo, "lo mejor escrito de superheroes" no deja de ser "algo escrito de superheroes". Sobra todo lo demás.

http://espanol.geocities.com/churekian/watchmen/watchmen.htm



23
De: Alfredo Álamo Fecha: 2005-09-10 04:30

Claro, como algo "lo mejor escrito sobre humanos" no dejaría de ser "algo escrito sobre humanos" . Es una manera de ver las etiquetas. Por reducción podría ser "lo mejor escrito a partir de las tragedias griegas, pero sin tratar enteramente sobre griegos".



24
De: aullido Fecha: 2005-09-10 12:22

Aunque parezca muy fuerte lo que voy a decir, siempre he considerado Watchmen una de las obras cumbre de la literatura, soy del parecer, de que deberia ser leido en las escuelas. Al margen de eso, contar que en su dia, se lo preste un amigo (un neofito en estos temas, filologo, para mas señas) y aposte con el una cena, a que no era capaz de encontrar un solo personaje plano en esta obra. Exceptico, acepto. Evidentemente, gane. Un saludo desde Sanlucar.



25
De: Javi Gala Fecha: 2005-09-10 13:34

Genial. Un comic redondo. Me lo he releído varias veces (en su comic-book Norma) y tras esto a releerlo. Impagable el cómic-dentro-del-cómic (que se va trenzando muy oportunamente, aparte de con la historia, con el monólogo del kiosquero). Por cierto Rafa, el que lee el cómic no es tan niño, se le ve talludito ya...



26
De: RM Fecha: 2005-09-10 13:44

Hombre, no exageremos, aullido. No creo que en un colegio se entienda Watchmen. Es más, no creo que sin saber de comics lo mínimo se entienda nada.



27
De: RM Fecha: 2005-09-10 13:57

Javi: es un niño, fíjate en la altura. Un niño enganchado al crack, para más señas. Cuando el kiosquero le pregunta su nombre dice: "Me llamo Bernie. Estoy aquí porque mi madre está trabajando y mi hermana está fuera, y esta bocas de riego están calentitas, ¿sabe?"




28
De: Javi Gala Fecha: 2005-09-10 14:13

Y los apuntes en plan que Justicia Ciega parece ser que era un forzudo ruso y cosas así, ¿ no aparecen en todas las ediciones, no son creíbles...?



29
De: RM Fecha: 2005-09-10 14:50

La gracia que tienen los complementos escritos que acompañan a los tebeos es, precisamente, que no son tampoco la verdad, sino interpretaciones: una entrevista, un libro de escándalos, memorias que se falsean...



30
De: Anónimo Fecha: 2005-09-10 15:02

RM, yo le he pasado "el Watchmen" a personas que no estaban al tanto de tebeos ni de superhéroes ni por asomo y lo han flipado bastante también. Como las buenas novelas o las buenas películas. Se les han podico escapar referencias o el rollo metalinguístico, pero en su base si han entendido de que iba el palo, una especie de "Quijote superheróico" me dijo una que apenas vio el primer Supermán de cría y poco más.

Aullido, quizá en los colegios sea exagerar (empecemos por Little Nemo o Spirit, ¿no?) pero un par de colegas siempre me dicen que si Moore escribiera novela en lugar de tebeos, lo mismo estaba propuesto para un Nobel o así. Habría que verlo.



31
De: Javi Gala Fecha: 2005-09-10 15:05

No ya, si eso esta claro, al igual que pasa con las falsas citas a los inicios de los capítulos de muchos libros, solo que en este caso concreto me parecía muy plausible esa posibiloidad según se relata en las memorias de Buho Nocturno. Ahora bien, la versión 2 que has contado me parece muy interesante.



32
De: Javi Gala Fecha: 2005-09-10 15:08

Y estoy gilipollas, justicia Ciega no, Enmascarada.



33
De: Javi Gala Fecha: 2005-09-10 15:09

Bueno, ya se ha llevado un Hugo, que creo que es bastante, ¿no?



34
De: Anónimo Fecha: 2005-09-10 18:18

¿Un Hugo bastante con la calidad regular de sus obras desde entonces hasta ahora? No se, no se. Puede.



35
De: RM Fecha: 2005-09-10 18:32

Teniendo en cuenta que los Hugo no miden más que las votaciones de un puñado de gente en una WorldCon, tampoco es pa tirar cohetes ganarlo. El mérito está en que los Hugo se conceden normalmente a novelas, no a cómics.



36
De: Jmi Fecha: 2005-09-10 18:38

Jajajajaja, eso mismo decia mediaspaña del Oscar hasta que Garci se trajo el primero.

O la zorra a las uvas altas de la parra: están verdes.

Saludos



37
De: RM Fecha: 2005-09-10 19:01

¿Me puedes explicar qué tienen que ver los cojones con comer trigo?



38
De: Ivanova Fecha: 2005-09-10 21:49

Watchmen es una obra maestra. A la gente le hizo gracia en "Los Increíbles" el que Edna Moda rechazara la capa en el uniforme debido a que era mucho más incómoda para los superhéroes. Lo que no saben es que ya hubo gente que concibió esa idea.

Realmente, se merece ese cameo a Hollis Mason en el "Kingdom Come" de Mark Waid y Alex Ross.



39
De: RM Fecha: 2005-09-10 21:54

... para ser más exactos, el detalle de la capa se le ocurrió a Steve Englehart para Capitán America allá por 1974...



40
De: Ivanova Fecha: 2005-09-10 22:13

Por eso no he dicho "Moore" o "Gibbons", sino "alguien", porque no estaba muy segura de si ellos habían sido los primeros. Simplemente, me acordé del detalle de la capa :)



41
De: RM Fecha: 2005-09-11 00:36

Dicho lo cual, sí que es cierto que Los Increíbles tiene mucho de Watchmen.



42
De: Alfred Fecha: 2005-09-11 08:59

Y de "Los 4 Fantásticos" (claro), y de "Dark Knight Returns", y de "Kingdon Come"...

No en vano es el mayor y mejor homenaje que se le haya hecho jamás a los superhéroes, como personajes y como género, desde el mundo del cine. Sin adaptar ninguno en concreto y adaptándolos todos.

Un saludo.



43
De: Jmi Fecha: 2005-09-11 13:15

Facil: es un clásico nacional denigrar los premios que no se nos conceden, diciendo cosas como "no miden más que las votaciones de un puñado de gente" (cosa que se puede aplicar a los Hugo, los Oscar, los Nobel o los Principe de Asturias).

Ahora bien, cuando te dan el premio, joer, entonces la cosa cambia. Ya no son premios de mierda que dan cuatro pelaos, ya es "el reconocimiento a una labor bien hecha".

Espero que ahora se me entienda mejor.

La fabula de la zorra era que como no llegaba a coger las uvas de la parra, en lugar de esforzarse para llegar abandona diciendo "estan verdes", es decir: no merece la pena.

Saludos didacticos.



44
De: RM Fecha: 2005-09-11 13:27

Ah, esa es tu opinión. No la mía.

El mérito del Hugo de Alan Moore y Dave Gibbons es, ya lo decía, que te den un premio literario cuando nadie antes se había llevado un Hugo en el mundo del cómic.

Otra cosa es que el Hugo sea lo que es: un premio que no conoce nadie fuera del otro ghetto, el de la ciencia ficción.

Por si te sirve de información: hace un par de años, en una Eurocón, me dieron el premio al mejor traductor europeo de ciencia ficción. Me partí de risa: qué sabrían los treinta o cuarenta que votaron si yo traduzco bien o mal, sobre todo si ninguno sabía español.

O sea, que mejor naranjas y no uvas.



45
De: WWfan Fecha: 2005-09-11 18:28

A mi me gustó tu traducción de los 4 Fantástico.
Creo que se acercó bastante al concepto de su autor.
Por si te vale de algo...



46
De: La Dama Blanca Fecha: 2005-09-13 09:12

jejeje, me ha sorprendido que exista otra Dama Blanca por ahi.

Gracias Rafa por este articulo.

P.D. Me encanta el Buho Nocturno.



47
De: Ignacio Fecha: 2005-09-13 10:23

Al habla uno de los que se compraron el libro en el que sale el artículo... o me lo regaló Juanvi Chulià, que vendría a ser lo mismo, vamos :p

Poco puedo aportar a lo ya apuntado, la verdad, salvo, quizá, que Watchmen es, efectivamente, una historia parida por y para el lenguaje del cómic y que tengo serias dudas acerca de que un hipotético trasvase a una novela y/ó película pudiera dar buenos resultados.

Es tal la complejidad y riqueza narrativa de la obra cumbre de Moore que ciertamente creo que sólo es esta tan perfecta fusión de imágenes y palabras que es un cómic, ésta podría funcionar.

Por ello coincido con Rafa en que no me parece un cómic adecuado para iniciar a un neófito en el medio. Cuando alguien me pide que le recomiende algo para empezar siempre me voy a cosas de calidad pero más "asumibles" como el Teniente Blueberry o el Born Again. Watchmen, Dark Knight o Mort Cinder los dejo para más adelante ;)

Saludos.



48
De: La Dama Blanca Fecha: 2005-09-26 07:26

Ya dije que Buho Nocturno es mi héroe...(aunque el traje me recuerda al de una cucaracha rubia).

Ninguno era malo malo "de verdad", todos querian un mundo mejor.....excepto el doctor Manhattan, a mi él me daba miedo....me resultaba una persona estéril (emocionalmente hablando y esas cosas)....

Pero...ahora, tomándome el segundo café de la mañana (para poder despertarme aro)...quisiera ser como él y poder dividirme en dos....jo...la de cosas que tengo que hacer.


Un beso a todos

LDB



49
De: Cradle_of_Freak Fecha: 2005-10-30 14:49

No es un cómic, es EL cómic.

No es un guionista, es EL guionista.

No es una obra, es LA obra.

Es el triunfo de la perfección, una oda al detallismo más enfermizo y morboso, apología de la trascendencia. Como decía el Dr. Manhattan al referirse al tiempo en el capítulo 9, "nos empeñamos en verlo desde una de sus facetas cuando es una joya con múltiples caras perfectamente pulidas"

Ah, y mi personaje preferido es Rorscharch

PD. Y desde luego, una adaptación de Watchmen no puede salir bien. El encargado de realizarla puede ser de dos clases: fan de Moore, y por lo tanto, obsesionado con ser respetuoso con la obra (personalmente, no tendría cojones a relizar tamaña obra si no fuera en formato televisivo, en una miniserie de 12 capítulos, trasladando directa y literalmente la trama y con un presupeusto holgado), o una marioneta de la productora, que saltaría tanto y cuanto los productores le dijeran, con lo que tendríamos el típico blockbuster veraniego con el cual los millonetis de costumbre se inflarían a hinchar mas sus ya de por si abultadas arcas, sin respeto a la obra original.

Si es que, como le oí decir a Guillermo del Toro: "Adaptar una obra es como casarse con una viuda: hay que guardar el respeto al marido muerto...¡ pero hay que follarse a la viuda! Pero es que en el caso de Watchmen, veo la figura de Alan Moore apareciéndoseme ante mi, y como que se me quitan las ganas..."



50
De: Mirbos Fecha: 2009-01-17 21:45

Da que pensar que Laurie quiera llevar pantalones de cuero y pistola, puesto que asi es como iba el comediante. Quizas haya reconocido del todo su herencia, quiza se ha dado cuenta de que ella debe ser el relevo de su progenitor, pero no de silk spectre, sino del comediante...

por otro lado, exceptuando pocos casos ( y es misterioso, aludiendo la version de Pacheco, que el asistente negro sea uno de ellos) en los que los nombres de los personajes no sean dichos. Y sin embargo solo recordamos los principales. Nadie se acuerda del nombre del "moño" que mata a Hollis ni el de si chica, pocos el del psicologo y el de su mujer. Incluso el propio comic muestra un guiño cuando el kioskero descubre que el lector de comics se llama Bernie, igual que el ( Bernard). ¿ A que muchos no recordaban que se llamaba asi, o que su difunta esposa era Rose?

Si, es obvio que la mayor parte de las escenas pertenecen a los watchmen, que ellos son los que estn involucrados en la trama, y que eso los hace mas importantes a nuestros ojos. pero se nos dan los nombres de casi todos los personajes, y no recordamos a la mayoria.