CENICIENTA DE ASFALTO
A ver qué otra cosa podría haber hecho ella si no, andando la vida como andaba y viviendo de la forma tan miserable en que vivía, qué otra cosa, si le dolían peor los pies que cuando se quedó para su desgracia en estado de cualquiera sabe quién sería, y le venía faltando el canto de un duro para no agarrar el día menos pensado una pulmonía triple, que el relente en invierno no es cuestión de tomarlo a guasa, vaya si no, y lo mismo cuando menos se diera cuenta se le acababa el agarrón y la tenían que ingresar en la clínica esa famosa de París, donde se les vacian las camas cada cuatro horas con la dichosa enfermedad de los actores, los drogatas, los maricas y las putas, porque eso era ella y no otra cosa, es evidente, por mucho que se empeñara en no aceptar la palabreja, una idiota que sin comerlo ni beberlo hacía más guardias que un cabo furriel, un día y otro y después también al siguiente día, en la carretera, en el camino, sin sentarse ni un minuto, el dedito al aire y el gesto de asco ya borrado de la cara, convertido en una mueca de indiferencia, los ojos ciegos, como llenos de viento, a la espera de un pampli que se le apeteciera un desahogo rápido, un casquete ultramoderno, incómodo, y aun encima barato, a ver qué cosa, con lo fea que está la vida, maldita suerte, haciendo de puta de auto-stop, con veinte años y un cuerpo que se le podía venir abajo en cualquier momento, en cuantito se decidiera a tirarse sin pensárselo más por la pendiente, eso sí que no, qué miedo, que ya estaba más que harta de ver cómo en el cruce del Puerto se estaba quedando últimamente nada más que ella sola, que lo decía Maradona y es verdad, la droga mata, y bien que se le había quedado en la memoria la carita de idiota de la muchachita aquella que recogía los coches a veinte metros de ella, la pelirroja, la de la faldita negra, con la que nunca había cruzado dos palabras, que por algo se chafaban el negocio mutuamente, que por muchos camioneros que pasaran siempre jodía ver que se paraban más allá y se volaban otras dos mil pesetas del monedero, hasta la mala noche aquella en que se la encontró, porque la encontró ella, y es poca suerte, en los servicios de la casa de la abuelita, en el bar de toda la vida, como quien dice, abierta de piernas y con los ojos mirando la lámpara, y la lengua negra, rota a trozos como una muñeca tirada antes de reyes, todos los brazos marcados por los pinchazos, llena de ronchas, eso sí que no, ella qué va, qué miedo, ya encontraría otra manera de escapar, pero no esa, sí que es verdad que un mogollón de putas estaban en esto de la carretera por culpa del enganche, pero ella o, ella en la vida, mejor cruzar la calle una noche cualquiera y esperar que pase el Talgo a las diez y diez, porque si hay que hacerlo, mejor el más rápido, y tirarse a la vía y mandarlo todo a hacer unas pocas de puñetas, se acabó el carbón, que te mantenga otra, que ya estaba bien de tenerla como una idiota desde las diez de la mañana hasta la una de la noche, más tiesa que una estatua, alimentándose a base de bocatas, ganándole un pastón del que después no veía una perra gorda, cómo la iba a ver, si el hijoputa todo se lo gastaba en costo, y en la coca, en mantener a la tranquila de su mujer, y los dos niños, y en darle marcha a la suzuki, y en mirar por lo suyo, si estaba ya más claro que el agua que la había metido en esto sin importarle nada lo que pensara ella, si no iba a dejar a su mujer, como le había prometido tantas veces, si ya ni siquiera se acostaban juntos, porque le había cogido asco y le echaba en cara que cualquiera sabía qué porquerías tendría metidas en la entrepierna, si lo simpático y atento y lo convincente que había sido el primer mes era mentira, una fachada, que la engañaba cuando quería y con quien quería, y cuando no estaba fumando costo le daba a las rayas y entonces era peor, que se excitaba y volaban las tortas, y ya sabía por experiencia que no se podía discutir con él, que se ponía hecho un cabrito y daba los puñetazos con una habilidad que había aprendido de los maderos cuando lo tuvieron quince meses en el talego, antes de conocerla a ella, claro, que de haber sabido que tenía antecedentes, por muy guapito que fuera y por muy bien que derrochara el dinero a espuertas antes o después tenía que salirle la pinta de chuleta, anda si iba a estar metida en esto, si lo hubiera sabido antes, pero ya qué otra cosa iba ella a hacer, si se veía que no llegaba a cumplir los veinticinco, que era imposible llevarse la vida de pie en el maldito cruce, soportando a unos y a otros, muerta de frío en invierno, porque no podía llevar puesto el abrigo, si además no lo tenía, que los clientes al pasar tenían que comprobar el estado de la mercancía, mucho pantalón vaquero, mucho sujetador de copa, y botas de caña, y carmín en los labios, pero nada que espantara el viento, malas puñalás le dieran, si la vida era un infierno y no iba a salir de otra manera que con los pies por delante, como la pelirroja salió de la casa de la abuelita, libre por fin de los coches y el caballo, de una vez por todas en descanso sus venas, eso sí que no, tenía que haber otra salida, otra manera de vivir, cambiar de ambiente, que no hay nada que dé más pena que ser puta de autopista, mujer, que no tenía ni donde caerse muerta, que ni siquiera podía tener un polvo a gusto, si la sacaban de quicio esos aires de los tíos que la cogían, ese afán fanfarrón que les entraba cuando la miraban a la cara, como de pensar que no era una puta, perse a las dos mil pelas del francés, sino que era una salida, que hacía la carrera por deporte, vaya, que seguro que con veinte años y aquel tipo se pasaba doce horas de pie porque se sentía sobre todo insatisfecha, siempre aquella mirada repetida, la expresión infame que hacía mucho tiempo había aprendido a traducir, el pensamiento oscuro de hacerle ver lo que es un hombre, como si no lo supiera, con la de cientos de ellos que llevaba, la maldad de algunos que se negaban a pagar por lo que les hacía, esa especie de ternura idiota que a más de cuatro les entraba después del acto, la propina de quinientas pesetas, invariable, cuando venía, el cigarro que encendían igual que en las películas, el conato de conversación insulsa mientras la llevaban de regreso al punto de salida, si nunca había nada importante que decir, adiós muy buenas, otro servicio más y ni si enteraba, perra vida, en mala hora se dejó meter en este embrollo, la cantidad de pasta que pasaba por sus manos y después ni la veía, limosnas era lo que el Ramón le daba, ella lo estaba haciendo de oro y el hijoputa mucha moto y mucho rolex y después nada de nada, qué otra cosa quería Dios que fuera a hacer, con el pampli aquel abierto de piernas y los ojos desencajados, roto por el orgasmo, aplastado por la tensión, si era para verlo y hacerle una foto, y la cartera con las cuarenta y cuatro mil pesetas y las tres fotos, y la tarjeta de crédito, y el cheque al portador, trescientas mil pesetas, firmado y a punto de cobro, diciendo cómeme, tan a la vista, y los ojos desencajados del gachó, la barriga lisa, el mondongo que se le sacudía y es que el tipo se le derretía, que para algo llevaba más de un año repitiendo veinte veces diarias la canción, hombre, si en el fondo valía para esto, si el Ramón tenía razón, si era su vida, pero no en la calle, no, sino en otro sitio, en París con madams y champán y encajes rosas, o en Madrid en la Gran Vía, a ver qué hacía, si estaba lampando por hincarle el diente a una cosa así, si hasta soñaba con el momento, trescientas mil pesetas a punto de cobro delante de ella y el otro amodorrado, la tentación en el bolsillo de arriba, qué seductor, bien se iba a ganar el polvo este colega, si por trescientas mil lúas le haría ver el cielo y las estrellas, iba a probar virguerías, anda si se iba a dar cuenta de que le faltaba la cartera después de la paliza que le estaba dando, si hasta a ella misma le empezaba a gustar, y eso que hacía la tira que no se corría, y dicho y hecho, vaya que sí, el pampli adormilado, rojo como un cangrejo, más contento que un San Juan y hasta le quiso dar otras mil pelas de propina, qué otra cosa podría haber hecho ella si no, si se lo habían puesto en bandeja, ahora sí que podría cobrar el cheque y quitarse de en medio, empezar en otro sitio, nunca más camioneros, nunca más porquerías, que quien quisiera acostarse con ella lo hiciera de verdad, sin clavarle el freno de mano, sin dejarla luego a dos velas, sin tener la obligación de repetirlo a los diez minutos, o a las tres horas, si la suerte no venía, qué otra cosa podía ella hacer sino atrincar el cheque y esconderlo en el sujetador, donde el Ramón cuando viniera no lo pudiese ver, y esperar como una tonta todo el resto de la noche sin dormir, hasta la mañana siguiente, y lavarse la cara y escamondarse bien, venga colonia, y procurar disimular el tipo de fulana, aunque le parecía que mucho no lo había conseguido, que se le quedaban los tíos mirándola, y hasta le pareció reconocer al cajero del banco, o no era el del simca azul de la otra noche, menudos nervios, y cobrar la guita y andar nerviosa por la calle, a ver si encima de todo le iban a dar un mal atraco, y esconderlo todo bajo la losa, como antiguamente, según decían, y disimular una semana y volver al curro, venga a seguir abriéndose de boca y hasta de piernas, y a leer el Diario con la ayuda del dedo índice, si no sabía hacerlo mejor, a ver qué otra cosa podía, temiendo que el gachó aquel hubiera dado la descripción, la Manoli ha hecho, la Manoli la del pantalón vaquero y el jersey estrecho, la gitana del Puerto, muerta de miedo después de hacerlo no fuera a ser que le policía se le echara encima, pero qué va, el pampli sí que había dado parte, a ver cómo no, pero ni se acordaba de ella, con lo oscuro que estaba y el pelo que le caía sobre la cara, y encima había quedado ante la gente como un rebaná, la pasma ni se iba a molestar en seguirle la pista, cualquiera podía saber, entre todas las que había, quién habría dado el golpe, si lo más seguro era que se hubiera dado el piro y a estas horas nadara en cocaína, por ese lado tranquila, a seguir disimulando y a esperar que se olvidara, entre eso y lo que había ido sisando ya debía llegar el medio millón, quién lo diría, lo que tendría que haber ganado el Ramón entonces a su costa, que había empezado en la acera por amor y ahora seguía por la fuerza, por el asco, porque no fuera a ser que el mundo se le viniera encima, tranquila que la poli iba a pasar, donde las dan las toman, pampli, que ya estaba bien que le metieran a una la multa y el arresto y el otro durmiera en casa sin problemas, tan a la culpa uno como otra, anda si no, por la poli tranquila, vaya una mala suerte que el Ramón le viniera a vueltas con el tema una y otra vez, desde que salió en el Diario, un día y otro y otro día, que quién habría sido, que vaya pellizco, que esa sí que había sido valiente y no ella, porque seguro que ella no habría sido, verdá Manoli, no Ramón, claro que no, cada día más al cerco, más canalla, más preguntón, ¿cómo podría haber sumado dos y dos y descubrir que eran tres?, ¿cómo lo sospechaba?, ¿por qué lo sabía?, hasta que una tarde empezaron las guantadas, y los pellizcos, y venga a querer saber si sí o si no, y qué iba a hacer si no, qué otra cosa podría, venga a hostias de un lado y de otro, borracho o drogao o quién sabe cómo la habría cogido, en la espalda y las costillas, pero en la cara no, ni en las tetas, que con todo el cerdo no quería estropear la mercancía, tonto no era, venga a querer saber si había sido ella o no, y lo mismo ni le importaba saberlo, sino que la maltrataba por capricho, o hasta le gustaba, venga tortas y porrazos, y hasta le hizo sangre, y la mordía, y la quemó con el cigarro pa que hablara, y ella dale a llorar, como una idiota, que ojalá se muriera que no, Ramón, que ella cómo iba a haber sido, que por su niña que en gloria esté que no, que cómo le iba a mentir, si le quería, que son muchas las putas de la calle, Ramón, que sería mucha casualidad que ella hubiera sido, y él venga a golpes y a preguntas, ciego de coca, borracho de heroína, y hasta le partió un diente y lo lamentó, y así cuatro noches y tres días, y los dos bien que sabían en qué iba a terminar, si la carne es débil, señor, si prefería ser pobre y estar viva, si el cabronazo estaba convencío, si seguro que la pegaba por placer, si lo sabía, y por lo visto la había visto subir al coche, y recordaba la matrícula, o eso había dicho, y no le quedó ya más remedio que admitirlo, o si no la mataba, y entregarle el dinero, ese y el otro que tenía escondío, y el anillo de oro que se encontró una vez, y el hijoputa después de tenerla tres días con la tortura la violó, en lo alto del dinero, con mucho gusto, como diciendo, y recogió más tarde los billetes, y se largó, dejándola esmorecía, sin sentido, casi agradeciendo el polvo después de tantas horas de paliza, y volvió por la noche, oliendo a colonia nueva, y la vistió, la puso en pie, ahora de amable, le dio mil duros, cerrado el asunto, aquí no ha pasado ná, tú y yo tan amigos, y la llevó a la esquina, de vuelta al trabajo, al redil, al fango, a la mentira, para esperar a los clientes, como todas las otras noches de antes, como todos los otros días de después, a guiñar los camiones, los taxis, los turismos, qué rutina, hasta que pasara el Talgo, las diez y diez cuando pitara, qué perra suerte, señor, qué otra cosa podía hacer ella si no, qué asco de vida.



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Comentarios

1
De: amadel Fecha: 2005-08-28 15:04

he entrado en tu blog por casualidad, y vaya, he leido este texto. es triste, pero es la realidad de la mayoria de las mujeres que ejercen la prostitución. lo peor es que hay gente que se aprovecha de su desgracia.



2
De: Javi Gala Fecha: 2005-08-28 17:34

Qué buen cuerpo se le queda a uno...¿no?
Muy bueno Rafa...y sin puntos...coo Gabo ;) (a los dos os da ahora por las putas...;).
Por cierto, me temo que la Gran Vía de Madrid no sea mucho mejor que lo que retratas.



3
De: Ojo de Halcón Fecha: 2005-08-28 17:34

Dios, mis ojos, ni un espacio entre parrafos!



4
De: Verdoux Fecha: 2005-08-28 17:44

RM, a mí me parecen muy bien las cosas experimentales, a lo Guelbenzu en sus tiempos, pero es difícil imaginar a una Gaditana soñando con la Gran vía de Madrid como meta profesional en la actualidad... no sé cuando ha sido la ultima vez que has paseado por aquí, pero actualmente en la Gran vía no hay ni una sola mujer prostituyendose con un tono menor que el caoba.

Todas, absolutamente, son centro-africanas, nigeria supongo, algunas vienen de francia, y no hay ni una sola mujer de nacionalidad española. La mayoría están "casadas", y casi todas están drogadas, y no tienen clítoris.
Y no, tampoco la malicia clásica. Son hasta graciosas en su espontaneidad. Y viniendo de donde vienen, no me extraña.

El "¡ Vamo´s a follar !" a las seis de la mañana es casi un grito de guerra en algunas. Y el "¿Po qué no?¡!" y el taconazo en el suelo, cuando las mandas a echarse un novio.



5
De: El Señor Torres Fecha: 2005-08-28 17:44

¿Das permiso para copiarlo a un bloc de notas para ponerle párrafos ??? graciaaaasss



6
De: RM Fecha: 2005-08-28 18:05

Es un cuento muy antiguo. Debe tener veinte años. Imagino que entonces, sí, aquella gitanilla que hacía autestop en El Puerto soñaba con Madrid, porque le parecería exótico.

Ya no está allí, por cierto, desde hace lo menos doce años.

Con este cuento gané una de las primeras ediciones del concurso que todos los años celebra la concejalía de juventud del Ayuntamiento de Cádiz, que antes no tenía nombre, luego se llamó "Noviembre" y ahora "Fernando Quiñones". Curiosamente, ahora soy jurado del concurso... pero en la parte de cómics.



7
De: RM Fecha: 2005-08-28 18:05

Evidentemente, señor Torres, si le pones párrafos te cargas el relato: uno no piensa en puntos y aparte y esas cosas :)



8
De: El Señor Torres Fecha: 2005-08-29 00:37

Lo se, es simplemente por claridad. Se lo que querías representar, pero simplemente era por leerlo en pantalla con más claridad

;-)



9
De: RM Fecha: 2005-08-29 00:42

¿Pero puedes dividirlo en párrafos? Porque a mí no me sale.



10
De: V. Fecha: 2005-08-29 10:05

¿Veinte años hace que escribiste esto?
Te odio. XDD



11
De: RM Fecha: 2005-08-29 10:52

Por cierto, hice un crossover con este relato y la primera novela de Torre. El pampli a quien le birlan el cheque no es otro que el Scapachini, el ex-socio de Pepito Fiestas que se pasa la vida ingresao en el hospital, por aquello de fumar como un carretero.



12
De: RM Fecha: 2005-08-29 23:49

He comprobado datos. El cuento ganó el premio en 1988, luego debió ser escrito en el 86 u 87.

Antes de ese concurso citado, lo envié a otro que había en San Fernando, donde se convocaban relatos en dos modalidades: erótico o negro. No gané. Me dieron una mención especial que no conllevaba pelas. Lo jodido es que, cuando me dieron el diplomita, me estrecharon la mano los del jurado y me dijeron aquello de: "Era el relato mejor escrito de todos. Pero no sabíamos si era negro o erótico". Unas risas, vamos.



13
De: m elena Fecha: 2005-09-07 14:05

Muy bueno. un descubrimiento, para recomendar.atte. suerte hayyhu
meem



14
De: VICKTORIA Fecha: 2006-07-22 02:29

gracias por escribir de esa manera tan maravillosa... no hace menos en mí que retomar la lectura que hace mucho tiempo no disfrutaba... como siempre un placer único.

Mi hermana menor quiere ser escritora... yo le enseñé a plasmar sus ideas sobre un papel(sobre un teclado de pc...jeje),y ahora tambien ha ganado un concurso y una beca en un aescuela de escritores.... amo a los escritores como tu y como ella.
ojalá pudieras ayudarle a ella, su nombre es Sagrario...mariadelsagrario_pc@hotmail.com.mx
Gracias.



15
De: WD Fecha: 2007-05-25 17:52


Hola, "champ"

Primero que nada felicitarte por tu escrito , carai es muy bueno, y decirte q me gusto mucho la técnica que manejas a pesar de lo repetitivo que parecias algunas ocaciones. Bueno pues espero que sigas escribiendo y desearte felices escritos...


Paz, libertad y fraternidad... nunca lo olvides.

A.K.A. WD...