2005-07-21

547. EMPETADÍSIMO

No es que Torre tuviera mala memoria: es que no tenía ninguna, desde aquella vez que, en una velada en el Portillo y en los setenta, por la bolsa y por la gloria, un gancho de derecha que le arreó Kid Levante lo dejó amnésico pa los restos, toma castaña, veintipocos años robados de su vida por siempre jamás amén, a empezar otra vez y a vivir con lo puesto e ir tirando; anda que no quedaría bien una peli con un nota que tenía casi sesenta tacos y en el fondo sólo sabía que había vivido unos cuarenta, pero eso sí, sin haber dado en la vida un palo al agua.

No es que Torre tuviera mala memoria: es que en Cadi en el fondo toda la gente es así, empezando por el político que puede prometer y promete pero después tratará tratrará trachero, que cantaban los cubatas de Paco Rosado, y terminando por el mismo gremio de camareros, que era asomar el careto el verano y los pobres, con eso de que andaban con la manguita corta y la lengua fuera, se olvidaban de que no todo eran turistas en la viña del señor ni en la Viña del casco antiguo, y que vale que los guiris dejaran una morterá en dos meses, aunque no fueran capaces de comprender el cante que daban con las playeras y los calcetines blancos y más coloraos que los bogavantes de la Marea, pero que se les iba el santo al cielo y no se acordaban de que los billetes no tienen nacionalidad y como dicen en Jolibú mi dinero vale tanto como el tuyo. O sea, que se les solía olvidar de julio a agosto que también la gente de Cadi tapea y bebe, y que hay que mimarla también, aro, porque suelen tener la costumbre de seguir bebiendo y tapeando en otros meses del año cuando ya nadie viste chanclas con calcetines ni está colorao ni habla en pitinglish.

Pero vamos, tampoco podía él señalar a nadie con el deo, que a pesar de la memoria partida se le iba de la cabeza de un año para otro el suplicio que era, noche sí noche también, salir con el guayabo y los colegas a tomarse unas caballitas o un tinto de verano (que ni era distinto ni ná, por mucho que cantaran los primeros abandonaos de Juan Carlos Aragón, ni llegaba a ser demasiado en la vida), y picaba como picaba todo quisqui y, claro, acababa poniendo cruces a tal bar o tal chiringuito porque los hacían esperar más que el Nazareno en Santiago. Joé, que estaba to empetao siempre, y eso que Cadi todavía no había recibido la avalancha enorme de los turistas, que cuando eso pasara nos íbamos a tener que tirar todos al agua y quedarnos allí haciendo el muerto hasta septiembre, sin sitio donde aparcar, ni donde pegar ojo con los coches haciendo chunda-chunda, y la playa literalmente como una feria y con San Cleto emigrando al polo norte hasta el día de la Patrona.

Un quinario. Salir un sábado era ir predispuesto a acabar acostándote con más hambre que un caracol en un hierro. Iban Torre y Patricia Plastilina y unos cuantos compromisos más y estaba to de bote en bote, hasta con gente pidiendo número pa tomarse una tapita en cualquier barra. De locura. Y cada vez más hambre. Y cuando por fin cogieron sitio en una terracita a la vera de la mar, que ni se veía la mar ni nada, sino una mancha de luz mu grande por aquello de los focos y por los chiringuitos de los jipis y los trailers de las promociones de verano, que no sabía él si pagarían zona azul o era un descaro, van y se sientan y cogen sitio y ala, media hora esperando a que se acerque el camarero. Y ni tutía. Y cuando por fin le hacen señas a uno y el nota pica, seguro que tenía que ser cuñao del dueño, porque les dijo con to las letras, y hay que tenerlo de cemento armao, picha, pa qué te voy a tomar la comanda, si con la de gente que hay no te voy a poder atender. Conque a picá billetes, cómo está el servicio, a buscarse otro sitio que coger al asalto.

Y tuvo que ser, iín, en la pizzería nueva de la esquina. Y tuvieron suerte, y se sentaron en cuantito se quedó libre una mesa, que lo mismo se colaron y to, con la gente despistada viendo al Wesley Snipes cargándose vampiros en el cine de verano, que ni se escuchaba ni se veía ni na de na, y en seguida todos pidieron: la pizza cuatro estaciones, doble de anchoa, una ensalada la Patricia, que no quería perder la línea. Como Torre estaba ya de pizza hasta las trancas, pidió unos espaghetti carbonara. Y a esperar. Y a desesperarse.

Porque a poquito a poco fueron llegando las pizzas, y las cervecitas y el agua natural sin gas para la chorbi, y todos tuvieron al cabo de casi una hora su platito humeante menos el pobre Torre, a quién se le ocurre pedir espaghetti carbonara., cohone. Y les tuvo que decir que fueran comiendo, ome, que ya llegaría lo suyo. Por lole, que no llegaba. Y venga a esperar, y las niñitas con el delantal a cuadritos rojos y blancos y la madroñera daleá venga a pasar comida de aquí pallá y los espaghetti que no venían. Y ya el Wesley Snipes se había quedado sin vampiros que descabezar, y la cervecita estaba to caldosa, pero cualquiera pedía otra, y nada, que allí no servían ni los espaghetti ni los espaghetta. Y al final, con el cachondeo de todos y más mosqueao que un pavo escuchando una pandereta, le dijo Torre a Patricia pásame el móvil. Y como tenía el número en memoria, pulsó el botoncito con el pulgar (¿pa qué servían los pulgares antes de que inventaran los móviles, quillo?), y después de que la niña del teléfono le preguntara nombre, razón social, fe de vida, teléfono, partida de bautismo, filiación política y el número de zapatos, y le dijo aquello de qué desea, Torre ya no se mordió la lengua y dijo, chochi, unos espaghetti carbonara, aquí pa la mesa cinco, a ver si los traes antes de veinte minutos, anda.

Se estuvieron riendo un rato con la ocurrencia, y la niña del delantal a cuadritos rojos y blancos y la madroñera daleá vino en seguida a la mesa, muy apurada. Y venga a pedir disculpas y a decir que ya mismo salen.

Ya mismo. Ya. Pues ni por esa llegaron los espaghetti carbonara, qué cabronada.

El sabadito que viene, lo juraba, se tomaba Torre un cundi con mortadela de la de aceitunas en casa antes de salir a darse una vueltecita, que lo que no puede ser, no puede ser, y en Cadi, en verano, además es imposible.

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Comentarios

1
De: INX Fecha: 2005-07-21 11:32

Desde luego, si es que Torre tiene razón, es mejor comerse algo en casa antes de salir...si es que no se quiere desfallecer antes de que el camarero se digne a hacerte caso...
Sí, hay un verano mejor...para los ricos, claro...aunque ni por esas, que hay sitios de postín dónde tampoco mejora mucho la cosa...cuando se Cádiz empeta, se empeta...



2
De: kastellanoson Fecha: 2005-07-21 22:51

Lo que pasara es que para pagar la hipoteca del ladrillo habra que restrigir otros gastos como esto del alterne en bares y las vacaciones de playa y terraza casera que esta la cosa muy malita y vamos como los europeos a que haya un bar cada kilometro o sea que si la construcion crea empleo la especulacion de la vivienda va a causar la desaparicion de muchos bares de chateo y de otra indole o sea que todos caseros y en internet el chateo mas barato.



3
De: el amigo de Josele Fecha: 2005-07-22 00:19

Jajajajajajajajajajajajajajajajaja!

¡Un cundi con mortadela de aceitunas!

¡Cómo echo de menos Cádiz!

No conozco otro detective que además de aventuras de verdad, las tenga también costumbristas.

Una pena no poderse tomar tapitas en condiciones durante el verano. Un amigo mío que es inglés, vive en Cádiz, pero -cosas de la vida- trabaja la mitad del año en England, siempre les dice a sus compañeros de curro que él está allí porque su mujer lo obliga, que Cádiz es un sitio muy cutre, un coñaso, que el sitio güeno, güeno de verdad es Marbella. "Vete a Marbella, que te lo pasarás del carajo!" -dice siempre. :D



4
De: Joaquín Fecha: 2005-07-22 00:33

Rafa, publícala ya.
Quiero más detective sin licencia.



5
De: Alfred Fecha: 2005-07-22 06:35

Otro detective que además de aventuras de verdad (es un decir, imagino) las tenía costumbristas, era el Plinio, primero literario y después televisivo, de Francisco García Pavón (que siempre me gustó, por cierto, el título aquel de uno de sus relatos costumbristas, "Echaron la tarde a muertos", que aunque parezca nombre de "aventura de verdad" no encerraba más que un nostálgico paseo por el cementerio de Tomelloso, una tarde cualquiera, del citado Plinio y su inseparable Don Lotario).

La comparación entre ambos personajes, me parece a mí, y con permiso de Don Rafael, no es ni mucho menos gratuita, pues ambos pertenecen a esa estirpe de castizos detectives patrios, el uno profesional, el otro accidental, metidos siempre en misterios de poca monta, que España no da para más, y menos si se vive en provincias, como es el caso, más cerca del costumbrismo puro y duro, en realidad, que de la intriga y lo policíaco.

Ya luego surgen las mil y una diferencias, lógicamente, que si el señor García Pavón reflejaba con su sobria prosa manchega, no exenta de un encantador lirismo, el vivir y el pensar de las gentes del campo, con su sencilla pero contundente filosofía, allá en su apacible pueblecito natal, donde de tanto en tanto desaparecían algunos jamones, y entonces había de intervenir Plinio, aunque el misterio fuera lo de menos, al señor Marín, aquí presente, le queda un poco lejos lo rural, así que opta por hablar de lo que conoce, y muy bien, o lo que es lo mismo, de este Cádiz actual, decadente y cargado de picaresca, más o menos folklórico, según tenga el día, repleto de personajes, muchos de ellos reales, a cual más pintoresco, y descrito en todo momento, además, como mandan los cánones de la novela negra, con el habla de la calle, que viene a ser, ni más ni menos, nuestro habla.

Y ya se podrá imaginar, Don Rafael, que me ha gustado su novela, "Detective sin licencia", por todo lo dicho y por más, o sea, por lo bien que capta, insisto, la forma de hablar y pensar (porque se piensa como se habla) de la gente de por aquí, por no tener reparos en plasmarla luego, tal cual, en su historia, por el gaditanismo que derrocha, que en modo alguno resulta complaciente, pero sí cariñoso, porque si no no se explica que tanto y tanto se hable sobre el Cádiz de ahora y de antes a lo largo y ancho de la novela (tanto es así, de hecho, que no sé yo si los lectores de fuera se quedarán cogiendo moscas cuando se nombre al Pantera, o al Macarty, o al Moreno, o a los cientos de personajes y referencias netamente gaditanas que desfilan por sus páginas), por el pasaje de la Explosión, ciertamente emotivo, por prescindir de una herramienta tan fundamental dentro del género como son los diálogos, y que el libro no se resienta, por la naturalidad con la que fluye la narración, sin que desorienten ni despisten los constantes viajes desde el pasado hasta el presente y vuelta atrás, con decenas de anécdotas intercaladas de por medio, aunque se produzcan de corrido, por saber plantear una trama que resulte creíble, pese a que esas cosas, como bien dice el propio Torre, en Cádiz no pasen, y la acción transcurra a dos calles de donde uno vive, y también, qué demonios, por la enorme gracia que derrocha en ocasiones, cuando uno reconoce expresiones, y giros, y reacciones, bien familiares. Un poco como el remate del microcuento este, con el cundi de mortadela, que tanta gracia le ha hecho al señor amigo de Josele y tanta nostalgia, por algo será, le ha despertado.

Un saludo.

Y perdón por el ladrillo.



6
De: RM Fecha: 2005-07-22 11:04

Muchas gracias, don Alfred. Tómese lo que usted quiera :)

A ver si, sí, publico de una vez la segunda novela, ome, que es mejor, más detectivesca y más de to, y además está contada, en gaditano también, pero a dos voces.

Más que nada por quitarme la espina, claro. Y por empezar a escribir la tercera alguna vez, que ya me toca.




7
De: Vicente73 Fecha: 2005-07-23 19:49

Jajajajajaja!!!

¡¡¡Que bueno, Rafa!!!

Tiene más gracia leerlo que cuando cuentas la anecdota.

Por cierto, lo de la pizzeria de la esquina es como lo del Centro comercial chachipiruli de moda, que sin nombrarlo todos sabemos de cual se trata.

Muy bueno. Supongo que lo has publicado en la Voz ¿no?



8
De: RM Fecha: 2005-07-23 19:52

El lunes pasado, sí.

Es una anécdota real, por cierto, como bien sabes.



9
De: AMS Fecha: 2005-07-25 19:08

LLego tarde a este comentario, pero es que el otro día me paso lo mesmo en la Bella Italia del Paseo. Y además con spaguettis carbonara. Sirvieron a todas las mesas que nos rodeaban, y que llegaron después, y cuando llegó lo nuestro llegó todo menos los carbonara. Están gafaos. Al cocinero no le gusta el palto. Seguro.



10
De: RM Fecha: 2005-07-25 19:26

Fonzo, contesta a los emails, picha. Que a ver si nos vemos con el Juaki y Angel la semana que viene y nos tomamos un algo, cohone.



11
De: ams Fecha: 2005-07-28 22:41

Lo siento.
Estoy sin mirar el correo desde hace diez dias.
Imposible contactar
Trabajo nuevo. stop.
Estoy agobiado. Stop.
En agosto tal vez.



12
De: RM Fecha: 2005-07-28 23:12

Po llama cuando puedas, anda.