Si se preguntan ustedes por qué aquí servidor está más callao que puta en Cuaresma, porqué algún troll descerebrao campa por sus respetos (y su falta de respeto) en algún comentario ya inexistente, si les puede el mono de conocer la última aventura de Torre en la playita o la penúltima paranoia de aquí el que suscribe, no se me apuren, ni se me enojen, ni crean que me ha dado el telele y la desidia: es que ando en Gijón, en la Semana Negra y la Asturcón, de parranda con Chus Parrado y Juanmi Aguilera y Elia Barceló y Angel Torres y Javi Negrete y Andrés Sapkowski y Rodolfo Martínez y toda la peña. O sea, que no estoy para nadie y sigo estando para todos ustedes.
Hace buen tiempo en Gijón. El cachopo no es tan fiero como lo pintaban, pero el chuletón de buey asustaría a Pedro Picapiedra. Los de almax trademark me han nombrado hijo predilecto. La sangría da resaca y la rasca del viento se te cuela por los resquicios intercostales en el trencito de madera.
Añoramos al maestro López Vázquez y recordamos el tercer plan de desarrollo, el mercado común y a Villar Palasí cada vez que una asturiana mona (o una moldava de dientes de oro) nos hace tilín. Desgraciadamente, lo que se lleva ahora son los editores solteros: los escritores casados no nos comemos una rosca.
Mañana, después de una semana de sobrevivir a lo pantagruélico de esta ciudad, se presentan al alimón Elemental, querido Chaplin y el Sherlock Holmes y las huellas del poeta de Rodolfo Martínez. Ya les cuento cuando vuelva dentro un par de días.
Cuidadito con el sol. Y con la sangría.
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