Ya está disponible, pulsando tal que aquí y a la espera de verlo en pantalla grande y con otras voces, el trailer de King Kong, la esperada película de Peter Jackson que no llegará a las pantallas de todo el mundo, emule mediante, hasta las próximas navidades.
Aunque uno ya sepa desde hace casi cuarenta años que fue la bella quien mató a la bestia, y le guarde tanto a una como a la otra su rinconcito en el corazón de los mitos de andar por casa, o sea, aunque tenga en un altar a ese viejo Kong de bocaza semimellada y ojos saltones y actitudes de muñeco de feria ambulante (porque no hubo otro Kong, y lo que hizo Guillermin en los setenta era otra cosa, muy aburrido y muy hortera a pesar de lo buena que estaba la bella), aunque uno conozca ya la historia y sus entresijos y se cuestiona los días pares qué necesidad había de volver a revisitarla, reconozco que, juzgando por el trailer, la peli tiene una pinta estupenda.
Para empezar, la fotografía, que deja de ser pastelosa según Alan Lee y remite poderosísimamente a las ilustraciones de Frank Frazetta. Para seguir, con ese casting, que hace que uno pueda olvidar por un instante su pasión por Fay Wray y aceptar que Naomi Watts puede convertirse en némesis de cuantas bestias se le crucen por el camino. Y porque Frank Black, aunque no tenga poderes psíquicos, parece capaz de interpretar a un convincente alter ego del director (o de los sueños orsonwellianos del director), y porque conseguir que Adrian Brody sea el galán y hasta parezca atractivo tiene un mérito indiscutible.
Y, en especial, porque Jackson ha sido lo bastante inteligente como para avisar a quienes se dedican (como él, en este caso) a remakear películas que son historia, de que la gracia de esas películas es, precisamente, su historia. O sea, el marco temporal en las que se enclavan. Hoy no tiene sentido (como no lo tuvo en los setenta) alteral la ubicación de la aventura y trasladarla a la alta tecnología (y el descreimiento) de nuestro tiempo. King Kong es una historia de glamour, o de la búsqueda de glamour, en una época de privaciones: la Depresión. La historia de un mundo que era menos pequeño y donde podía existir la Isla Calavera con la misma convicción con que nos creíamos, en los tebeos, la Cueva Calavera y los pigmeos Bandar de El Hombre Enmascarado, donde era más importante el tesón de un hombre con un cuchillo capaz de enfrentarse a un dinosaurio que la cantidad de balas dum-dum por segundo que podía escupir cualquier arma al uso. Y porque ese tipo de sueños ya los hemos soñado, y tienen que repetirse al gusto de como se repiten los sueños.
Creo que, ahora que parte de material puramente cinematográfico, Peter Jackson puede superar su obra anterior. El 14 de diciembre, ya lo saben, el barco Venture parte al encuentro de la octava maravilla del mundo.
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