La culpa la tendrá Zetapé, seguro, pero hace un calor del cagarse. Me siento como uno de los personajes de Forges, los del desierto, arrastrándome yo mismo buscando una sombra que no me queme. Pero hoy todas las sombras arden. Me licuo como Toth después de abrir el Arca Perdida, voy soltando un reguerillo de mí mismo por el asfalto.
Y hoy acaba de entrar el verano, madre del amor hermoso: no quieran ustedes imaginar la que nos puede caer encima dentro de tres o cuatro semanas. El sueño húmedo (o no tan húmedo) de Hellboy.
Qué sofoco. Y encima con levante (o sea, en Cadi, la muerte a gorrazos). Voy a ver si quitando las bandejas de hielo del congelador encuentro sitio para dar una cabezadita esta noche.
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