Tiene la virtud de la curiosidad inquieta, de la búsqueda continua de campos nuevos. Es, como uno mismo, un todoterreno de muchas cosas (diseñador industrial, portadista, dibujante, guionista de cine y cómic, escritor... hasta canta por Andrew Lloyd-Webber si se viene al vaso), y es capaz de sacarle partido a lo culo de mal asiento que en el fondo es: un eterno descontento de lo que hace que, en su búsqueda de nuevas vías, perfecciona libro a libro su registro.
Él reconoce que de más joven era formalito y que, poco a poco, se ha ido destapando. Debe ser cierto: cuando lo conocí en la Hispacón de Barcelona, en el 91, era un chico trajeado y barbudo, de habla queda y ojillos vivarachos. Como es ahora, con algún kilo de más o de menos, y alguna entrada, y a veces algunas mechas de color dorado, según se le vaya ocurriendo alterar su look. Ya entonces, en aquel diciembre mágico, había entrado en tromba en el mundo de la ciencia ficción española con Mundos en el abismo y su continuación, Hijos de la Eternidad, escritas al alimón con Javier Redal, dos saltos en el vacío que vinieron a demostrar que hay que experimentar, en efecto, para conseguir rendimientos. El tándem Redal-Aguilera produciría también la interesante historia corta “En un vacío insondable” (que ahora Juan Miguel ha convertido en novela), y El refugio antes de separarse, poniendo el listón de eso que hemos dado en llamar novela “hard” no solo muy alto para los autores españoles que han venido luego, sino para los propios autores extranjeros que tanto idolatramos por estos pagos. Y es que imaginar un cúmulo globular donde los viajes espaciales están al alcance de la mano y la cultura imperante y su terminología pertenecen a la civilización india supuso un tour de force magnífico y envidiable, la creación de un universo de ficción que para sí quisiera Hollywood.
En solitario (aunque con alguna otra incursión con al alimón con Ricardo Lázaro en catalán o conmigo mismo en la novela corta Contra el viento o la novela histórica –e inédita aún- sobre Gonzalo Guerrero), Aguilera se replantea el oficio de escribir y empieza a darle más importancia a la forma y a la documentación. Nuevamente en un salto al vacío (porque es así como se escribe ciencia ficción en España, por si lo dudaba alguien), redacta la ambiciosa novela histórico-fantástica La locura de Dios, una interesante extrapolación de sociedades utópicas y sabios medievales, almogávares y aventuras con Ramón Llull como eje central. Su discreto lanzamiento en España (porque es así como se publica ciencia ficción en nuestro país: discretamente) no impidió que un golpe de la fortuna que Juan Miguel se merece viera la novela pronto traducida al francés y al italiano, y que en Francia nuestro hombre recibiera toda la cobertura mediática y todos los reconocimientos y todos los premios que aquí se le escamotean (aunque debe ser el tipo que más Ignotus tiene del mundo, dada su labor como portadista para Nova o Gigamesh). La popularidad de Aguilera en el país galo le lleva a escribir directamente para ese mercado Rihla, que apareció por fin en castellano en Minotauro, y la nueva versión de “En un vacío insondable” mencionada más arriba. También Mundos en la eternidad (la refundición algo light de sus dos primeras novelas con Redal) ha sido publicada en Francia.
Mientras tanto, no para. Tras el guión de Stranded, o cómo demostrar que se puede hacer ciencia ficción para el cine con poco presupuesto y mucha inteligencia, Juan Miguel sigue investigando y ya prepara (tras otros borradores para el cine) un guión de terror. Y no cabe duda de que toda la utilísima información que explora para sus libros o simplemente para su ocio nos presentará pronto nuevos libros.
Conversador infatigable, amigo de la buena mesa, los libros de Aguilera se ven en tres dimensiones: él necesita visualizar lo que imagina y lo describe como si utilizara una escuadra y un cartabón (o un ordenador de diseño, claro). Poco a poco, les decía, sus mundos han dejado de ser extravagantemente galácticos y complejos para acercarse a la historia y las ramificaciones fantásticas que de ella pueden extraerse, siendo quizá el choque de culturas lo que marca más profundamente su producción, quizá porque nuestro autor ha comprendido que hay otros mundos dentro de éste y que a veces nada hay más alienígena que nosotros mismos.
Comentarios (40)
Categorías: Ciencia ficcion y fantasia