Aprovechando que estamos en el año del Quijote, y por responder a la petición de JMPoncela aquí mismo, hace unos cuantos comentarios: ¿Qué hace a un héroe? ¿A un héroe en los media? ¿Por qué es un héroe Spider-Man, o sea, Peter Parker? ¿Por qué es un héroe Steve Rogers, o mismamente, el Capitán América?
Esas son las preguntas del millón. Y las malas respuestas a esas preguntas son las que hacen, a mi juicio, que los personajes de los cómics (y del cine) estén hoy por hoy tan desvirtuados que ya no pueda considerárseles héroes. Porque, como don Alonso Quijano el bueno, alias Don Quijote de la Mancha, su heroicidad no está en sus actos, sino en algo mucho más simple: en que no se rinden, en que estarán dispuestos siempre a darse la gran costalada contra la pared blanca del molino, en que no les gusta el mundo que les rodea y saben que ese mundo sólo se puede solucionar a base de poner nombre a los sueños, en ser fieles a sí mismos, en comprender por encima de todo a la humanidad y en no cruzar una línea muy clara (aunque hoy la hayan emborronado), que separa al bueno del malo. En nuestro entorno real: un policía no puede actuar como un terrorista. En el entorno de la ficción, existe una lección moral: el lector puede y debe identificarse con Peter Parker, no con Venom, ni con Tarántula. Lobezno, por decirlo de una manera más gráfica, existe porque está en oposición al sueño de Charles Xavier... pero en el fondo quiere ser partícipe de ese sueño, es la polilla atraída por la luz. En palabras, creo, de John Byrne, Lobezno está ahí para que sus compañeros lo salven de sí mismo, para que aprenda a distinguir entre el bien y el mal, lo ético y lo execrable. Lástima que se use (a Lobezno y a los diez mil quinientos personajes que luego han surgido tras su estela) precisamente para todo lo contrario.
Porque los cómics (y las pelis), no son la realidad. Y aplicar los parámetros de la realidad puede servir, no sé, a tebeos como Maus, o Rip Kirby, o El almanaque de mi padre. No a ficciones despendoladas, a delirios tardoadolescentes, a situaciones que no se parecen a la realidad. Es fácil dejarse llevar por el fascismo. Es, en palabras de Yoda, el camino más rápido, más sencillo y más brutal. Lo difícil, lo heroico es no mancharse las manos como se las manchan los antagonistas (los malos) de las aventuras que gozamos... sabiendo, o debiendo saber, que sólo son ficción, no la realidad condensada y comprimida en noventa y seis viñetas o dos horas de fotogramas a toda máquina. Sí, ya, todos sabemos que si fuéramos invisibles nos dedicaríamos a colarnos gratis en el cine, a meter rabos en el metro (sobre todo ahora que, en el de Tokio, habrá vagones exclusivos para mujeres, de como anda por ahí el torpe acoso), o a visitar vestuarios de gimnastas en flor. Pero la gracia del héroe está en que, pudiendo hacerlo, no lo hace. Y por eso es el héroe, y por eso nos descubrimos no ante su poder físico, sino ante su claridad de miras moral.
Lo contaba ayer mismo en clase, a los chavales, mientras les explicaba la dualidad Jekyll/Hyde. Todos somos las dos cosas a la vez, y lo difícil, y lo hermoso, es mantener el equilibrio entre el super-yo que es uno y el id que es el otro, porque en ese yo intermedio está nuestra esencia. Ay, del que sólo se identifique con Jekyll. Ay, peor aún, de quien sólo se identifique con Hyde. Ay de quien sólo vea en un superhéroe un golpeador de malvados, un degollador de enemigos, un chulángano de pose erecta y retruécanos sin gracia. Sí, literariamente, a nivel puramente visual y argumentístico, Angelus es más divertido que Angel: nos gusta su amoralidad, su risita enervante, su absoluta falta de remordimientos. Pero el personaje, solo, acaba por aburrir: es la eterna lucha con su otro yo, con el triste y arrepentido Angel, lo que acaba por crear un personaje doble, jánico, con el que puedes identificarte; o sea, un héroe. Spike era un comparsa divertido cuando apenas era Sid Vicious y nos reíamos con sus pamplinas (era, claro, la versión made in Whedon del propio Lobezno), pero sólo nos consiguió conquistar absolutamente (a nosotros y a la serie) como personaje cuando inició el lento y doloroso camino hacia la luz, cuando fue consciente de lo que era y de cómo podía redimirse, porque entonces ya vimos que era todos nosotros, a la vez, en todo lo que somos.
¿Qué es un héroe? ¿Quiénes son nuestros héroes? Quizá es una pregunta que no seamos capaces de responder. Yo, personalmente, tengo muy claro qué no lo es, quiénes no lo son para mí, siquiera como personajes de ficción donde pasar unos minutos en los que entretenerme.
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