No es que yo quiera virar al mal
ni al Lado Oscuro:
es la impaciencia.
Tantas máquinas y luces y os habéis olvidado de que el corazón late
y el tiempo es breve.
Si no somos capaces de soltar el nudo,
mejor se corta.
La Orden va a la deriva, mis maestros,
ya sois todos productos de otra época.
Habéis sustituido por los números
la mística inconmensurable de la Fuerza:
sólo sabéis sumar, ninguno reza.
En vuestros grandes esquemas, desde vuestros sillones de magia,
os habéis olvidado que los niños sufren en la noche,
que es triste la soledad si no hay estrellas
y todo cielo es helado
si has sido antes esclavo en el infierno.
Ya no sois capaces de apreciar
que el mundo sabe a fruta
y con vuestro poder sería sencillo
que nunca fuera de noche y no hiciera más frío.
Envidiadme.
Esto que arde en mi sangre se llama vida.
Si resulta imperfecta, se corrige.
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