A la luz de los spoilers que van surgiendo, sean reales o fruto de la ficción de los seguidores acérrimos de la serie (esos que quizá George Lucas debería contratar como "asesores de guión", y no es que me refiera a mí mismo, aunque no le haría ascos al puesto), creo que los fans tendríamos que bajarnos del pedestal una vez más, reconocer que ahí no pintamos nada, que George Lucas tiene todo el derecho a hacer con su creación lo que le de la real gana, y que quizás deberíamos aparcar las preconcepciones y las postconcepciones y darle al hombre el beneficio de la duda.
Porque, si no lo sospechábamos ya después de dos entregas de una trilogía y las otras tres entregas de la segunda y (sniff) última, está claro que Lucas no nos está contando lo que creíamos que nos iba a contar. O sí. Pero lo está haciendo con una habilidad endiablada y pasmosa para decepcionar a algunos, encandilar a muchos otros y, sobre todo, para alterar cada dos por tres las percepciones referidas al conjunto de la obra. Dicho de otra manera: creímos (yo el primero) que la primera trilogía lo que iba a hacer era contarnos la historia de la caída de la República y el viaje al mal de Anakin hasta convertirse en Darth Vader, creyendo por como habíamos visto en la segunda trilogía que Vader era el malo malísimo, el diablo en persona, la personificación de los miedos edípicos infantiles con casco de samurai y espada de ángel exterminador del jardín del Edén.
Y está haciendo eso pero sólo hasta cierto punto. Cada vez me queda más claro que cada trilogía funciona por separado, y que a la vez se engloban dentro de un todo pero que cada una tiene una moraleja (y hasta una estética) bien diferenciadas. Sí, estamos viendo el viaje al mal de Anakin, pero no conocíamos sus motivaciones: ¿Cómo y por qué un caballero Jedi decide volverse contra todo lo que en teoría defiende? ¿En qué momento se le ofuscan términos aparentemente tan claros como el bien y el mal? ¿En qué se equivocaban los Jedi y la República para que, se pronto, media galaxia se entregue a las armas y decida confiar en el poder absoluto de un solo hombre, el Emperador?
Por cuestiones de tempo narrativo, de espacio y estructura (Lucas no puede a estas alturas entregar un Episodio III que dure cuatro horas, y bien debe pesarle), se nos está escamoteando lo que creímos que iba a ser el meollo central de la primera trilogía: las guerras clon, que están quedando en segundo plano. Entre el Episodio II y el Episodio III prácticamente han terminado sin que las veamos, a pesar de que en el scroll se anuncie que hay héroes en ambos bandos (lo cual es indicio claro que aumenta el confusionismo de Anakin, naturalmente, y nos da en la cara a quienes ingenuamente pensamos que hay buenos y malos diferenciados en cualquier conflicto de armas). Porque, claro, lo que importa no es el escenario galáctico, sino el salto moral, el salto de fe de Anakin y las implicaciones a escala interplanetaria que va a traer consigo. Anakin es la pasión en estado puro, la acción sin reflexión: es Roland (Obi Wan sería Oliveros), y es normal que no comprenda las motivaciones de los demás ni se pliegue (como no nos plegamos los fans al absurdo invento de los midiclorianos) a la física conocida. ¿No es hermoso, entonces, si esos spoilers que estamos viendo gota a gota dicen la verdad, que la caída que lo va a llevar a la muerte (literal o metafórica) no sean sino una búsqueda de la inmortalidad no para sí, sino para quienes ama (o sea, la búsqueda del bien en estado puro), porque es incapaz de aceptar, dados sus poderes sobrehumanos, la estructura limitada y lógica de la existencia? ¿Y no es hermoso, además, que esa inmortalidad la alcance al final, de otra manera, cuando se niega a aceptar que su propio hijo entre en las redes del engaño en las que él ha caído, después de verse que es un cero a la izquierda, una carcasa inútil, figurada y real, para quien lo manipuló y le obligó a dar el salto en el vacío que supuso el final del orden establecido?
Se vislumbran tiempos interesantes para la reflexión, para la poesía, e incluso para la metafísica.
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