Siempre he defendido que la historieta tendría que mirarse más en la literatura y menos en el cine, es decir, que lo mismo que se adaptan (normalmente mal) los títulos cinematográficos de éxito, un camino indispensable para que el medio retomara la importancia que tuvo un día y que se quedó a la mitad del viaje sería adaptar libros de impacto mediático y ofrecer una versión rigurosa, y hasta una visión complementaria, de esas historias. Se ha hecho poco: comprimiendo en treinta y dos páginas clásicos de la literatura universal (las recordadas "Joyas Literarias Juveniles") casi siempre, y sólo de vez en cuando se ofrece la adaptación de algún relato o alguna novela menor: baste decir que el mejor ejemplo del trasvase al cómic lo tenemos en las adaptaciones que hiciera Roy Thomas para "La Espada Salvaje de Conan". De siempre uno ha soñado (y se ha extrañado de que no se haga) con ver una versión historietística de títulos como "El señor de los anillos" o "El Resplandor", por poner dos ejemplos de éxito seguro.
Ahora nos llega la adaptación de las aventuras del capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte al cómic, y quizá su llegada explique un poco por qué no se hace más a menudo esta propuesta, y dónde están las claves de su atractivo y el peligro de quedarse a medias. Porque, una vez más, se demuestra que la historieta vive de la síntesis y que para adaptar una novela al medio (aunque sea una novela corta como ésta), se necesitan muchísimas páginas. De lo contrario se corre el riesgo, como sucede aquí, de ahogar los dibujos con textos.
La primera aventura del singular espadachín ha sido adaptada a la historieta por el grandísimo Carlos Giménez, que se encarga del guión, y por Joan Mundet, ilustrador de las novelas, que nos ofrece los dibujos. Indistinguible por fuera de los otros libros de la colección (incluso está numerado con un 14 en el lomo), nada nos dice que se trate de una versión en cómic: incluso el nombre del novelista destaca muy por encima de los adaptadores. En blanco y negro y en 169 páginas, Giménez y Mundet, casi como si estuvieran trasladando el formato libro del manga a nuestro país, entregan una versión fidedigna de la novela... demasiado fidedigna, para quien esto escribe.
Hay demasiado texto, se es demasiado literal respecto a la novela, y por eso mismo se cae en demasiadas ocasiones en la repetición texto de apoyo/dibujo. En muchos momentos no parece que estemos leyendo un cómic, sino un libro ilustrado. Como estamos hablando de un autor como Carlos Giménez, el mejor narrador que hemos tenido jamás en España y sin duda uno de los autores principales de todo el mundo, extraña un poco esa fidelidad a la letra... a menos que se haya pretendido exactamente eso.
En el apartado gráfico, se oscila demasiado entre estilos diferentes de dibujo. El cómic se resiente de aquellas páginas donde el dibujante se ha explayado a gusto y todas aquellas otras donde ha salido del paso. Hay soluciones gráficas de todo tipo, que en ocasiones no casan entre sí, por contrapuestas. Se nota (por lo menos creo notar) que Mundet trabaja sobre layouts del maestro Giménez, porque hay planos enteros, expresiones, recursos de iluminación, que lo recuerdan poderosamente... pero Mundet no es Giménez. Estéticamente, es un tebeo de los tiempos de Trinca: allí asoma la estética de Juan Herranz (el sobresaliente adaptador de "El libro de la selva" para ese título), de Leopoldo Hernández, de Esteban Maroto, del Alfonso Usero de sus mejores tiempos.
El resultado es un trabajo sólido, digno, algo fallido, que posiblemente no entusiasmará a los lectores habituales de cómics, pero que llegará y encandilará a los que se acerquen a las aventuras del capitán Alatriste con la curiosidad de verlo en otro entorno. Y eso es bueno, indudablemente. Ahora hay que hacer que el ejemplo cunda, y que se limen para el futuro los préstamos literarios excesivos que la historieta no necesita.
Comentarios (40)
Categorías: Historieta Comic Tebeo Novela grafica