Por fin pude anteayer ponerle encima las manos, los ojos y el cariño acumulado a este título desde que lo compré por primera vez allá por el año 73, en la edición nefasta que Buru-Lan hiciera. Tengo varias veces este tebeo, estas historias: la mencionada edición coloreada, el nuevo intento que realizara Eseuve a principios de los noventa, y la más reciente edición de Magerit.
Pues aquí tenemos otra vez al detective de la flema norteamericana y las gafas de carey, el de las chaquetas elegantes y las entradas en el pelo, el de las novias enamoradas y las ex-prostitutas reconvertidas en divas del cine, el de los hampones de sonrisa turbia y los millonarios con complejos de culpa. Un gran tebeo, dibujado por uno de los más grandes artistas de todos los tiempos.
La edición tiene, sin duda, muchos más pros que contras, pero como ya hemos dicho otras veces: rescatar hoy día a un clásico del cómic supone "quemar" ese clásico para la historia. Hay que intentar que esa edición sea, por tanto, la definitiva, porque no sabemos si alguna vez se podrá intentar de nuevo, si el público que venga estará dispuesto a intentar ver cómo fueron los tebeos de antes.
Y cómo fueron, oiga. Sesenta añitos tiene este título y, como me decían ayer en mi librería especializada, Raymond se lleva de calle a todos los que dibujan ahora. No vamos a hacer aquí ahora una loa al tebeo, que se las merece y con más espacio, pero sí me gustaría poner un par de pegas a la edición, más que nada por aquello de que a ciertos clásicos hay que acercarse con reverencia.
Sé que se pretende que el producto sea asequible, y la verdad es que la cantidad de lectura, la calidad del título, el número de páginas cubren con creces los escasos diez euros que vale el tebeo. Me gusta la tapa dura: así sé que no se me descuajaringará cuando lo lea y lo relea ni cuando se lo plante por delante a los amigos.
La rotulación es buena, potente, certera (el gran handicap de las dos ediciones inmediatamente anteriores). Y la reproducción es excelente: se nota que ha habido un trabajo ímprobo buscando material, escaneando imágenes, tratando de hacer justicia a los contrastes de luces y sombras, los tramados, los rayados, y el juego continuo que Raymond hace buscando efectos en su narrativa, que a veces lleva a encontrar soluciones diversas.
Me decepciona un tanto el formato: demasiado pequeño, demasiado recortadito, demasiado cuadrado. Habría preferido que fuera pelín más grande. Al tamaño con el que se reproducen las tiras, casi podría haberse hecho un álbum en formato vertical, con las seis tiras de cada día en cada página.
Me decepciona, como a todos (e insisto que sé que es por abaratar costes) el papel, que no hace justicia a la calidad del contenido. Si tebeos de consumo (maravillosos tebeos de consumo) como Dylan Dog o Martin Mystere, que acaban de aparecer, tienen un papel que eleva muchísimo el nivel del producto (sacando quizá a la luz las carencias de los dibujantes), yo habría preferido, como muchos lectores, un papel menos... basto. No sé, cuando le alcance la humedad, cómo quedará mi colección de Rip Kirby dentro de unos años.
Me decepciona (y sé que lo que pido es imposible) que al dejar una tira hueca para poner el título de la aventura, las historias no se lean semana-a-semana cada dos páginas. Es decir, tres tiras por página, comenzando cada semana en la tira superior de cada página noble. Como las historias de Rip Kirby, al menos en un principio, no cuadran exactamente cada equis semanas (o sea, no empiezan un lunes y terminan un sábado de varios meses después, para entendernos), el problema no es tan grave... aunque queda muy raro que una historia, por poner una tira con el título, termine luego en una página con una tira solitaria, no sé si me entienden.
Por lo demás, bienvenido sea el título y los que lleguen. Estos son clásicos de verdad y, como comentábamos hace unos días, siempre tienen que estar presentes, al alcance de los expertos y los recién llegados. No sé qué otros títulos compondrán la línea editorial (espero que muchos), pero sí me gustaría que, por ejemplo, Príncipe Valiente se editara en formato mayor que el que estamos acostumbrados. Si se va a tirar de la edición de Fantagraphics, vale, es algo mayor que la de Buru Lan o la de Ediciones B. Pero los colores son nefastos, y alguna viñeta está retocada y censurada (a estas alturas, uno casi preferiría una nueva edición de Val en blanco y negro).
Y, por favor, si alguien se acerca de una vez a Terry y los piratas, que tenga en cuenta que, a partir del segundo o tercer año del título, las tiras diarias y las páginas dominicales forman parte del mismo hilo argumental: lo que empieza un lunes se sigue hasta el domingo (aunque la habilidad narrativa de Caniff conseguía que pudiera "entenderse" la historia leyendo solo las diarias o leyendo solo las dominicales). Si, insisto, se publica este título alguna vez (y ya estamos tardando), la única manera de hacerlo bien es como lo intentó Kitchen Sink en los EE.UU. hace unos años (aunque, lástima, sólo publicaron dos tomos que conservo como oro en paño): formato vertical, ligeramente más alto y más estrecho que el de costumbre, para que, en página par, se puedan leer las seis tiras diarias de lunes a sábado, y en página impar, en color, la dominical. Así no hace falta remontar nada, ni partir en dos la dominical.
No es que sea mucho pedir: es que es una simple cuestión de lógica. Vale.
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