Entre las muchas cosas que George Lucas tendrá que resolver en el Episodio III (y en menudo embolao anda metido el muchacho, ¿eh?) hay un detalle en apariencia insignificante, un verdadero macguffin, pero que se me antoja mucho más importante que solucionar si Leia recuerda o no a su madre o si el tío Owen y la tía Beru sufren amnesia o Ben Kenobi les hace una lobotomía Jedi por aquello de que, según parece, son mentes débiles.
Lo hemos dicho en otras ocasiones: cada vez que Lucas ofrece un nuevo episodio, la percepción de lo que ha hecho antes varía por completo. El Episodio V nos hizo ver de forma distinta el Episodio IV, el Episodio VI nos cambió muchos detalles de los dos anteriores. La nueva trilogía (y, por favor, no empecemos: eso es lo que hay), nos riza el rizo de cambiar nuestra perspectiva y, a la vez, de establecerse como patrón de lo que está por venir. El juego, ahora, es no sólo encajar las piezas, sino buscar la rima. Y, de momento, tengo que decir que (vistas otra vez, por enésima ocasión, las tres películas finales) esa rima, esas coincidencias, esos ritmos musicales, van encajando perfectamente.
Darth Sidious (o sea, según parece, el futuro emperador Palpatine) será al final, más que Luke, más que Vader, el eje central donde todo se asienta. Y, claro, el problema está en que no sabemos nada de Palpatine, excepto su ambición: ni de dónde viene, ni cuál es su dominio sobre el Lado Oscuro (sí sabemos, claro, lo que pretende y consigue). Sobre todo, no sabemos cómo ni por qué es capaz de burlar de la manera que lo hace a los caballeros Jedi. Vale que sí, que los políticos son por desgracia así, y que pueden engañar al personal con sus tejemanejes, pero la Fuerza es mucha Fuerza, ¿no? Si Obi-Wan Kenobi, viejecito él, es capaz de sentir que Alderaan salta hecho pedacitos allá en la quinta galaxia, ¿cómo es que todos los caballeros Jedi son incapaces de ver, de sentir, que tienen al malo maloso delante de sus narices, y además todo el tiempo? ¿Cómo son tan obtusos que no advierten que le están haciendo el juego?
La respuesta puede ser el Cristal Kiber.
Verán, en los primeros borradores de Star Wars, e incluso en algunas ideas de continuaciones (no sé si en alguna novela del "universo expandido" o en algún juego de rol: no juego, no las leo) se especula con la existencia de una especie de santo grial jedi, el Cristal Kiber, que amplía la Fuerza. O sea, un talismán que --se decía-- permitiría a Luke completar su entrenamiento y resucitar la Orden Jedi.
Por indicación de alguno de ustedes, me he hecho con el libro Star Wars: the Annotated Screenplays, donde Laurent Bouzereau comenta algún detalle de la creación de la trilogía con pequeñas indicaciones sobre borradores descartados. Es divertido ver cómo cambian muchos detalles de un borrador a otro... pero más divertido es ver cómo algunas ideas se eliminan (Lando Calrissian, un clon; Han Solo, un lagarto; Jabba como primer nombre de Han Solo, que a su vez fue huérfano criado por wookies y que busca a su mentor, etc), y otras se reciclan en películas posteriores (los extraterrestres de Kamino, por ejemplo, ya asomaban en un borrador de El Imperio Contraataca). El Cristal Kiber, claro, es mencionado en los primeros balbuceos de lo que hoy es el Episodio IV, nuestra Guerra de las Galaxias de siempre.
Viendo cómo personajes buenos pasan a ser malos, cómo las ideas se archivan, cómo conceptos como la hermandad de Luke y Leia (o de Luke y quien fuera, pero hermana siempre tuvo) están ahí, no es aventurado suponer que Lucas puede solucionar fácilmente ese enredo de Palpatine y los Jedi con el macguffin del Cristal Kiber, un arma que nubla la visión de los Jedi, que da a Darth Sidous poder absoluto sobre el Lado Oscuro de la Fuerza... y que además tiene un precio: observen cómo va consumiendo y haciendo palidecer su cuerpo.
¿Descabellado? Chi lo sa.. Pero si repasan ustedes un momentito El ataque de los clones, verán cómo en las primeras escenas, cuando están reunidos Yoda, Mace Windu, Padme y su séquito en el salón de Palpatine, éste (que está sentado en su futuro trono de emperador y que tiene delante de la puerta a un par de guardias rojos) tiene sobre la mesa...
Exactamente. Dos pequeñas figuritas. Dos prismas de aspecto inocente.
¿El Cristal Kiber?
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