ANGEL TORRES
Recién jubilado de su trabajo de toda la vida como pastelero, Ángel Torres Quesada (Cádiz, 1940, el año del Hambre con mayúsculas, como él dice) sigue todavía en activo con su otra profesión paralela, su gran oficio en la sombra: la de contador de historias de ciencia ficción desde hace más de treinta años y más de ciento treinta títulos.

Dentro de unos días, en el escenario de la Hispacon GADIR2K4 que se celebrará en el Palacio de Congresos, Torres Quesada recibirá el premio honorífico “Gabriel”, un reconocimiento desde dentro del mundillo de la literatura fantástica a toda su andadura de tantos años.



RM>1. Eres autor de tantos bolsilibros, de tantas novelas y de tantos cuentos, que es casi difícil imaginarlo. De todos ellos, ¿con cuál te quedas? ¿Cuál crees que es más representativo de tu obra?

De las de a "duro" me quedaría con el Orden Estelar, y de ellas elegiría las series de Hongara, el Cofrade, Caronte y alguna que otra. En cuantos de las llamadas "serias", pondría en primera posición a La trilogía de las Islas y Los vientos del Olvido, y luego todas las demás, sin renegar de ninguna.

RM>2. ¿Cómo ves que hay cambiado la ciencia ficción desde que eras un lector que ni siquiera pensaba en ser escritor a hoy en día?

Sin duda la ciencia ficción ha evolucionado al mismo ritmo que el mundo, tal vez más deprisa. Depende del autor, del subgénero y del punto de vista del lector.

RM>3. ¿Cuáles fueron entonces tus autores favoritos? ¿Y hoy?

Me entusiasmaron Asimov, Heinlein, Vance, Bronw, Schecley, etc. Clarke, por ejemplo, nunca me gustó demasiado. Hablamos de los cincuenta y sesenta. ¿Actualmente? Pues la verdad, no demasiados autores porque no leo tanto como antes, como me gustaría, tal vez porque se publica a un ritmo que es imposible seguir la trayectoria de todos.

RM>4. Si tuvieras que clasificarte como escritor, ¿cómo lo harías?

Eso prefiero dejarlo a mis lectores, pero como sería eludir la pregunta me atrevería a calificarme como un todo terreno, o casi. A veces me falta la sexta o la séptima velocidad para no quedarme a mitad del camino.

RM>5. Tú escribías ciencia ficción "popular", y sin embargo en tu biblioteca no hay otros bolsilibros más que los tuyos. Veo colecciones como Nebulae, autores más respetados, colecciones como Nueva Dimensión. Es decir, durante muchos años hiciste ciencia ficción "de segunda división", pero estabas al día de la ciencia ficción "de primera" como lector. ¿Cómo reconciliabas eso?

En mi modesta biblioteca no sólo están mis novelas de a "duro, sino también las de G.H.White, faltaría más. ¿Por qué no tengo la de otros autores? Sí, conservo algunas, aquellas que me firmaron los pocos colegas a los que conocí personalmente. Pues para reconciliar ambas "divisiones", que haces bien marcándolas con comillas, diría que yo hacía lo que creía que podía hacer entonces, pero sin dejar de fijarme otras metas. Y en ello sigo. A veces me pregunto cómo serían hoy en día las colecciones populares si hubieran sobrevivido, cómo se habrían nutrido con las nuevas generaciones de escritores. Creo que para mí fue un campo experimental en el que fui aprendiendo a escribir y a valerme de ciertos trucos para desarrollar ideas.

RM>6. En tu obra destaca especialmente la space opera, con trabajos de claro matiz político, ¿cómo funcionaba la censura en los años setenta? ¿Cómo la sorteabas? ¿Qué se podía contar y qué no se podía contar?

Bruguera tenía un código, por imposición de la censura previa que había entonces, pero tan jodida como la anterior, que no estaba escrito, unas normas que te transmitían cuando te pasabas de rosca. Pero la censura no eran omniscientes, los censores carecían de tiempo para leer las dos o tres docenas de novelas populares que una editorial, por ejemplo Bruguera, enviaba semanalmente a los sórdidos despachos de la censura previa; pero el censor, para justificar su sueldo, de vez en cuando repasaba un original, y si en él encontraba algo oscuro a su criterio, lo rechazaba. Misión cumplida. Tal vez elegía su víctima por sorteo, vete a saber. Si mí me dejaron pasar un strip tease y otras cosillas, como alguna crítica política, pero creo que ese día el misterioso censor sacó mi novela del montón y dijo pues a ésta le ha tocado. En todos esos años sólo me fue rechazada una novela, sin darme explicaciones. Ni siquiera nos decían que era por esto o lo otro, no ocurría como en las películas, que aconsejaban al productor la eliminación de determinada escena para recibir el visto bueno. Nada de eso. Cuando pregunté a la editorial por qué no había recibido el beneplácito, me contestaron que tal vez la causa era que yo había descrito una carga policial contra una manifestación popular en la que se insultaba al dictador de turno. Pero esto ocurría en el distante futuro del siglo XXX, más o menos. Sin embargo, en otra novela me inventé un tirano bananero que era clavadito a Franco, incluso se llamaba Francisco. Ese día el censor la pasó por alto y fue publicada. En cuanto a la novela censurada, pasados unos meses volví a enviarla con otro título, el censor no reparó en ella y le estampó el sello de validez. Este era el juego al que jugábamos.

RM>7. A la par que tus bolsilibros, hacías relatos ás "serios" o más trascendentes, si queremos: Centro de violencia controlada, o El hombre de la Esfera, o Un novicio para su Grandeza, y firmando con tu propio nombre, no con seudónimo anglosajón. De todos aquellos autores que aparecían en esas antologías más "respetables", solo tú continúas en activo. ¿Cómo interpretas eso?

A veces me he planteado la misma pregunta. ¿Por qué sigo en esto? Tal vez porque soy demasiado obstinado. Pero no soy el único de aquella generación que sigue al pie del cañón. Domingo Santos, Gabriel Bermúdez y Carlos Sáiz Cidoncha continúan en la brecha. Tal vez otros autores fueron más listos y dijeron adiós, ahí os quedáis. Pero no me arrepiento, de veras. Creo que escribir CF me ha dado más alegrías que disgustos. O por ahí anda la cosa.

RM> 8. ¿Cómo explicas que en tu producción apenas exista la "fantasía épica"?

He procurado tocar todos los subgéneros, pero es cierto que he escrito poco de fantasía épica con la excepción de las novelas de Hongara, La espada Flamígera y alguna otra que ahora no recuerdo. En realidad, el tema de espada y brujería, que por supuesto me gusta tanto como la CF de calidad, dejó de interesarme hace tiempo. Después de haber leído las novelas de Conan, que me entusiasmaron en su día, sigo preguntándome qué diferencias separan los géneros de la ciencia ficción y la Fantasía, pues en ambos el héroe o la heroína inician un viaje a través de oscuras tierras en busca de algo, a veces recreando los clásicos cuentos de hadas. O bien el chico y la chica escarban en el pasado mítico de un remoto planeta plagado de robots embadurnados de magia, con brujas y hechiceros diplomados en alguna universidad galática. Si el resultado es bueno, no importan las causas ni el lenguaje, si aparece un elfo o un androide. Lo interesante es que la novela sea lo más original posible y no aburra al lector.

RM>9. Explícanos cuál es tu proceso de creación.

Generalmente parto de una idea simple, la que considero interesante y original, que complico a medida que la desarrollo, voy creando la trama y dibujando los personajes página a página, sin previo estudio. Pocas son las novelas o cuentos que he escrito cuyo final lo tenía pensado. Me divierte escribir así, pero este proceso también me ha llevado a algún que otro fracaso. Digamos que el sistema, si es que lo es, es el más adecuado para mi forma de trabajar, que reconozco es bastante anárquica. Me gusta la improvisación. Me aburriría escribir una novela o un cuento cuya trama conociera del principio al final.

RM>10. ¿Llevas recuento de los premios que has recibido a lo largo de tu carrera?

Claro. Como son pocos puedo acordarme que sólo tengo dos primeros premios, uno de ellos compartido con un tal Rafael Marín, y tres segundos premios. Y ahora el "Gabriel", por el conjunto de toda mi producción.

RM>11. Si te dejaran, ¿qué te gustaría hacer desde un punto de vista puramente literario?

Ver publicadas las cinco o seis novelas que se aburren en la memoria de mi ordenador. Aparte de esto, alguien me dijo no hace mucho que esperaba de mí que escribiera la gran novela de mi vida. Esa idea la llevo acariciando desde hace mucho tiempo, y para la cual barajo varias ideas. Tal vez de una de ellas surja el embrión de esa obra, pero si no es así, no pasará nada. Nunca anoto en un papel una idea cuando se me ocurre, pienso que si es buena no la olvidaré, y si la olvido es que no vale la pena recordarla.


RM>12. Dentro de unos días se celebrará GADIR2K4, la Hispacón, que tendrá lugar en Cádiz por tercera vez. ¿Qué expectativas tienes? ¿Te parece que las Hispacones son importantes?


Si no existieran, tendríamos que inventarlas. Se pasa la mar de bien en ellas, sobre todo en los corros que se forman en los pasillos y en el bar, charlando de todo con los amigos, no sólo de CF. A veces incluso a veces discutimos de política, lo cual significa que no somos perfectos. Este año se presentarán bastantes novedades, entre las que figura mi última novela, La tercera pirámide, editada por Forminge, una nueva editorial a la que deseo, claro está, la mejor de las suertes. Como también me apasiona la historia, con esta novela viajo virtualmente al Egipto de la XVIII Dinastía y narro mi versión de lo que ocurrió antes del reinado de Amenofis IV, el faraón hereje conocido como Akenaton.


RM>13. Ahora que se está reeditando EL ORDEN ESTELAR, por fin, después de haberlo querido durante tantos años, ¿qué tienes pensado escribir? ¿Habrá más historias de este ciclo?

No lo sé. El ritmo de publicación que lleva la serie me deja sin tiempo para escribir más historias, después de haber escrito dos novelas inéditas, Los guerreros del tiempo y La odisea del Silente. Espero hablar de esto con mi editor, al que pienso exponerle algunos proyectos en la Hispacón. Todo dependerá de los resultados económicos que haya cosechado la colección hasta el momento. En cuanto a otros proyectos, tal vez escriba la segunda parte de la novela que será presentada en la Hispacón, La tercera pirámide.


RM>14. En Cádiz hay un buen grupo de escritores de ciencia ficción y fantasía, enjuicia brevemente a cada uno de ellos.

No quisiera dejar a nadie en el olvido. Vamos a ver. Joaquín Revuelta tiene la habilidad de decorar con palabras unas bonitas historias, sus relatos están impregnados de sentimientos mágicos y surrealistas. Estoy deseando que publique su primera novela. Ángel Olivera es un artesano, su chispa humorística me encanta. Félix J. Palma lo mismo me divierte que me entristece con sus cuentos. A Rafael Marín le sobran las palabras y arte para sacarle provecho a cualquier idea, siempre nos sorprenden sus maneras narrativas. A veces habría que frenarlo, porque para mí su único defecto, en el supuesto de que lo sea, es que disfruta congelando una acción, es capaz de convertirla en una poesía ensangrentada.

RM> 15. ¿Ves tu influencia en la obra de otros autores?

No lo sé, y no soy el más indicado para decir si he influido en algún compañero. Pero un escritor siempre aprende de otros, poco o mucho, se dé cuenta o no, lo reconozca o trate de ocultarlo. Tal vez mi novela Los vientos del olvido haya encendido una pequeña chispa en la mente a algún autor, le haya ayudado a descubrir que resulta muy atractiva la idea de mezclar la historia con la fantasía y convertirla en una ucronía más o menos épìca.

RM> 18. Pese a ser el escritor gaditano más prolífico que ahora mismo existe, no constas en las "listas" de los juntaletras al uso. Es decir, la cultura oficial no te reconoce. ¿Cómo se lleva eso? ¿Te importa?

Pues en cierto modo lo soporto con resignación. ¿Si me importa? Mentiría si dijera que no, pero habría que ver quién o qué grupo te margina. A veces que te marginen no debería molestarme, sino todo lo contrario. Toda marginación conlleva una decepción, es evidente, pero qué le vamos a hacer. Siempre ha sido así y siempre lo será.


RM> 19. Escribir en España es llorar, pero tú has pasado muy buenos ratos escribiendo, y eso se nota. ¿Cuál es la clave de tu trabajo?

Tozudez a veces, entusiasmo en ocasiones, pero siempre ayudado por el deseo de ver terminado lo que empiezas, e intentar superarme; porque en esto de escribir nunca se termina de aprender.


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