A fuerza de repetir una y otra vez los mismos episodios, y de dejar los inéditos para cuando uno ya no está en casa, hace un par de temporadas o así que le perdí la pista a Xena, princesa guerrero, esa divertida serie producida por Sam Raimi como spin-off de las aventuras de Hércules, la serie paralela que tampoco estaba mal del todo. Y es que no solo de cazavampiros vive el aficionado, oigan.
Como su serie progenitora, a la que quizá pronto desbancaría en popularidad, en seriedad y hasta en cachondeo, Xena es un producto inclasificable, épica y sátira al mismo tiempo, la puesta a la televisión de Red Sonja y la fantasía heroica setentera, un producto que busca siempre la diversión y que, por eso, no duda en no tomarse a sí mismo demasiado en serio. El batiburrillo de civilizaciones, tiempos, imperios y panteones es tan grande que hay que acabar aceptando que estamos en un mundo de fantasía que ni tiene que ser el nuestro ni puñetera falta que a ninguno nos hace: aparecen Julio César, Marco Antonio, Cleopatra, Calígula, dioses griegos y hasta nórdicos, entes de la mitología conocida y bichos semanales improvisados, la estética del australiano Mad Max (la serie se rueda en Nueva Zelanda) con los guiños atemporales y los anacronismos propios de Astérix, donde lo mismo se inventa la hamburguesa y fracasa que se equipara a la diosa Afrodita a Marilyn Monroe que se intentan comercializar relojes de arena de la marca "Solex"... aunque al final sean falsificados.
Como Hércules, Xena es una serie itinerante donde la princesa guerrero, de turbio pasado sanguinario, y su Crispín particular, la poetisa Gabrielle, van desfaciendo entuertos y complicándose la vida. Entran y salen personajes secundarios que derivan de la serie principal o que luego se sumergen en ella: los dioses del Olimpo, los bufones como Joxer (interpretado por el hermano de Raimi, Ted) o Autolycus (Bruce Campbell), las amazonas despechadas como Callisto, con quien Xena intercambiará cuerpos... después de que la actriz Lucy Lawless sufriera un accidente de rodaje y hubiera que seguir adelante con la producción.
Todo vale, y al valer todo, se pasa de lo dramático a lo chusco, de lo inteligente a lo ridículo. Xena es más guerrera, más hosca, más divertida que Hércules, porque en ese mundo mitológico que no se parece en nada a las mitologías clásicas que hemos amado cabe cualquier referente y cualquier broma. La alusión a Wonder Woman, por ejemplo, sirvió para cruzar la serie con las películas de Indiana Jones y la bella Linda Carter, a quien la no menos bella (pero mujerona y más fornida) Lucy tanto se parece, siquiera en el azul de sus ojos de amazona indomable.
Durante seis temporadas, con presupuestos imagino que mínimos, se nota que se han divertido rodando y batallando. Ya tardan en salir en dividí por estos pagos. Aunque la cajita no traiga ese chakram característico de nuestra princesa guerrera que sirve para demostrar, aunque sea subliminalmente, lo que se cuece down under.
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