En la Semana Negra, ya lo hemos comentado antes, hemos tenido una mesa redonda en tres días donde autores de ciencia ficción, autores de otros géneros, y hasta algún editor foráneo hemos discutido, a media tarde, sobre el tema.
Lo malo es que hemos discutido desde el más puro desconocimiento, y desde la más pura falta de representatividad. No sé en las mesas redondas que se han celebrado y se están celebrando aún sobre otros géneros (si es que los géneros existen, que esa es otra), pero no creo que en ninguna de ellas se comience el fuego (quizá por falta de tema, por espantar el aburrimiento, por epatar o cualquier otra causa) poniendo de chupa de dómine a la ciencia ficción, lanzando las acusaciones de costumbre y de rigor. Y claro, entonces lo único que puede hacer uno es contraatacar con los argumentos ya sabidos.
Y son, claro, que no hay hombre frígido sino mujer inexperta. O como sea: que los géneros no son buenos ni malos, ni siquiera los autores son buenos ni malos, sino que cada libro es un mundo y se sostiene por sí solo, independientemente de que sea novela histórica, épica epistolar, semiótica hiperburbujeante, poesía desde la irascibilidad o melocotones helados en salsa al País Vasco. No sé si me entienden.
Allí el que más o el que menos había leído ciencia ficción... pero reconocía que hacía años que no leía ciencia ficción, ergo el género había muerto y era una porquería. El género se está muriendo, vale, pero no es una porquería: el género está mutando hacia otra cosa más grande, a un fantástico donde cabe todo: el tolkienismo y el fantasmismo, el dark, la novela utópica, la space opera con ribetes de hard, el conanismo élfico, lo que ustedes quieran. Les juro que, por momentos, parecía que alguien iba a soltar un "contra Franco vivíamos mejor", porque se acusaba desde la más pura añoranza no de un género, ni siquiera de una época, sino de una edad.
Y claro, resulta que los cinco o seis o siete autores españoles "de" ciencia ficción que estábamos allí (Elia Barceló, León Arsenal, Juan Miguel Aguilera, Rodolfo Martínez, Víctor Conde, José Antonio Cotrina, yo mismo, más los cubanos Yoss y Vladimir Hernández) hace tiempo que estamos jugando a la mezcolanza, al mestizaje de estilos y géneros. O sea, que no hacemos lo que los otros entienden por ciencia ficción... imagino que como la mayor parte del mundo.
Pero, incluso así, no era de recibo soltar cosas como que antiguamente Asimov o Clarke eran referentes culturales fuera del género (¿en qué mundo paralelo ha sido eso?) y que hoy no hay autores de ese estilo, ni, como espetó un editor italiano cuyo nombre no recuerdo, empezar diciendo que él no publicaba por sistema ciencia ficción, y venga a clavar el tío la pica. Confieso aquí que tuve que morderme la lengua cuando pidió que le explicáramos qué tenía de bueno la ciencia ficción (a él, que según confesión propia se había hinchado de ganar liras con la colección Urania cuando otro se jugaba el dinero), porque lo que me dieron ganas de decirle era que desde luego yo no estaba allí para explicarle cómo tiene que llevar su negocio.
En fin, que no llegamos a ninguna conclusión, claro. Los que no saben, se fueron sin saber más, pero con una lista de títulos del género de hace quince o veinte años (donde alguno coló, por puro cabreo cachondil, títulos falsos que fueron anotados a pies juntillas; no, no fui yo) a ver si se ponen por fin al día. Los que sí saben, pues eso, una triple sesión más de soportar el sambenito y ser los tontos de la clase, los patitos feos que de pronto vuelan por encima de las nubes.
Me queda, con todo, la sensación agridulce. Porque cuando "los otros" nos acusaron de defendernos siempre con los mismos argumentos el problema estaba, claro, en que no se daban cuenta de que ellos acusaban con los mismos argumentos de siempre. Y tampoco está uno para justificar la ignorancia ajena, ni sus prejuicios, sino para escribir, lo que puede y como puede, dejándose la piel a tiras y sin preguntarse en qué género lo encuadra, como si la vida y la literatura fueran algo así de fácil, en blanco y negro, una línea que nos divide en listos y tontos, en altos y bajos, en feos y guapos.
Porque como dijo Calderón, ya recuerdan ustedes: Nada es verdad ni es mentira...
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Categorías: Ciencia ficcion y fantasia