No es que sea nada del otro jueves, aunque la emitan los jueves (en AXN, añado), pero es divertido comprobar cómo, una vez más, un hito mediático tira de otro y al final se va trenzando eso que, en el fondo, no es más que una mitología de los tiempos vista desde dentro.
Hagamos recuento: De El silencio de los corderos (o de Hunter, antes), surge Expediente X; de Expediente X surge CSI, que por su parte desemboca en varios spin-offs, hasta ser conocida como CSI: Las Vegas para diferenciarla de su primera hermana (y, es de suponer, de la segunda que anuncian, ambientada en Nueva York... quizás por el pasado como poli neoyorkino de David Carusso), y de ahí parte, sin duda, esta serie reciente (empezó en los USA en septiembre de 2003), llamada solamente Las Vegas (aunque mi chuleta internetera me dice que el título original era Casino Eye).
Y seguimos con los enlaces, claro. Porque Las Vegas ha estado (hasta hace poco, dicen, aunque yo no me lo creo) en manos de la mafia. Y la mafia ha sido retratada como nadie en la trilogía de trilogías, El Padrino. Y hay una serie de televisión, Los Soprano, que a partir de una peli, Uno de los nuestros, vuelve famosos los tejemanejes familiares de la cosa nostra... y por cierto que protagonistas y director de Uno de los nuestros (y todos ustedes sabrán quiénes son), hicieron una peli llamada... Casino.
Con estos elementos, y sumando los personajes corales tan de moda hoy en día (o sea, varias chicas, algún secundario de color, un jovencito apuesto y prácticamente indistinguible de uno de los dos hermanos de A dos metros bajo tierra y que recuerda a un jovencísimo George Clooney (que asaltó varios casinos de Las Vegas en Ocean?s Eleven, ¿van siguiendo?), se recurre además a un actor de carácter que pueda entroncar todo y darle un poco de dramatismo y de humor a la serie al mismo tiempo.
Y ese actor, claro, es James Caan, una debilidad personal mía desde El Padrino y, sobre todo, desde la primera Rollerball. Siempre lamenté que su personaje de Sonny Corleone, exagerado, bufonesco, italianisssimo en el sentido granguignolesco del término, terminara como terminó, cosido a balazos en aquella trampa de aquel peaje. Ese detalle es el que, a la postre, obliga a su hermano menor Michael (el bueno, el listo de la familia) a tomar las riendas de la familia, a convertirse él mismo en el Padrino en sustituición de Marlon Brando (que fue, de joven, Robert de Niro, o sea, que volvemos a Casino y Goodfellas) y, al correr de las décadas, a controlar Las Vegas, a legalizar el negocio, incluso a ordenar matar a su otro hermano, el débil Fredo.
Siempre me había preguntado o, más bien, siempre me quedé con el gusanillo de explorar, en plan what if, qué habría sido de la familia Corleone si Sonny no hubiera muerto, si hubiera sido él el cappo di tutti cappi, cómo habría divergido ese universo paralelo de la ficción que ya conocemos.
Los guionistas de esta serie, en el fondo, deben haber estado pensando lo mismo, porque el personaje que Caan interpreta, Ed Deline, ex-agente de la CIA metido a jefe de seguridad de un casino de la ciudad del pecado, no puede dejar de verse como ese mismo apasionado y botarate Sonny Corleone muchas décadas después. Caan, que es bajito, tiene carisma a raudales, y su interacción con el joven e inexperto Danny McCoy (Josh Duhamel, el que se parece a George Clooney) tiene esa química entre padre e hijo, entre suegro y posible yerno, entre J.J. Jameson y Peter Parker que hace que uno siga cada episodio con interés.
Es una serie light, sin duda, a pesar de los tangas y los cuerpazos que se lucen cada dos por tres ante la pantalla (¿les he dicho que además sale Niki Cox, o sea, la única y verdadera Mary Jane Watson), una especie de cajón de sastre donde, además de todas las influencias que he ido apuntando más arriba, y alguna más, se nota un cierto deseo de crecimiento, tanto en los guiones como en la puesta en escena. Lo más divertido, además, es ver cómo se las ingenia la gente para defraudar al casino. Hay algunas propuestas tan delirantes que seguro que son verdaderas.
Y ya tardan, claro, en cruzar al elenco del casino Montecito con Gil Grissom y su equipo.
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