A lo que íbamos, que no nos vamos a pasar la vida entera tirando cohetes como si fuéramos rocieros. Leí la semana pasada el excelente texto del amigo Lorenzo Díaz, el número uno de la colección sin palabras en la que tengo el gusto de colaborar, un estudio diría que capital e indispensable sobre la figura de Gir-Moebius, a quien Lorenzo tilda, sin que le duelan prendas, como el mejor dibujante de historietas del momento.
Es un libro que, dadas las características de la colección, se lee de un tirón, porque es cortito, pero aseguro que esa lectura es apasionante. Lorenzo no hace malabarismos literarios: no los necesita, porque sabe llegar perfectamente a lo que quiere contar, y desde una objetividad que envidio (y que no sé aplicar) disecciona a la perfección la figura de Jean Giraud, sus diversas situaciones personales, su búsqueda de padres ficticios hasta encontrarse a sí mismo, su desembocadura en ese alter-ego algo mochales que es Moebius y, por fin, esa extraña fusión que parece haber logrado últimamente entre sus dos personalidades. Al ser Moebius/Gir (o Gir/Moebius) un dibujante, es difícil establecer parámetros de conducta que salpiquen su trabajo (que eso es más fácil y más comprensible en un estudio dedicado a un guionista, claro), pero la paciente labor de Lorenzo es capaz de explicar detalles puntuales de su estética que se justifican por las lecturas, los contactos personales, las incursiones con las drogas o incluso las sectas por las que nuestro autor ha ido pasando.
Es un librito imprescindible, ya digo. Y que deja con ganas de más. Un buen principio para una colección de estudios sobre la historieta que debería ser, visto como está el mercado, de lo primero que compraran ustedes nada más llegar a la librería, antes incluso que algún que otro tebeo de esos que por ahí pululan, de grapa o de lomo.
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