Sin saber muy bien qué estaba haciendo, hoy hace un año que me metí en esta aventura un poco absurda de llevar una bitácora en la red, cosa curiosa porque, lo decía ya entonces, siempre me había parecido una tontería escribir un diario y no tenía muy claro si esto iba a serlo o no.
Sigo sin saberlo, claro. A caballo entre reflexiones personales, entre vivencias que quisiera creer únicas (aunque sé que no lo son), periodismo postizo y articulillos sobre mis aficiones y manías, eso vengo haciendo. O sea, un gazpacho con un poquito de sal, su poquito de vinagre, su agua fresca, su tomatito y su pan (y las otras demás cosas que, imagino, se añaden al gazpacho).
Un año y un montón de posts, muchos más de los que imaginaba cuando empecé, cuando no tenía ni idea de qué iba a ir escribiendo (algo que tampoco sé ahora, la mayor parte de los días). Es divertido obligarte a tener una rutina creativa, no crean, y me parece que en el fondo, aunque me quite tiempo, me ayuda a escribir.
Y, claro, lo mejor es el contacto que, incluso por píxels, uno ha establecido con gente que no conocía (y que aún no conoce), el reencuentro con ex-alumnos a los que ya no veo y los mensajitos cifrados con gente a la que me unen muchas cosas.
Pues ya ven ustedes, hoy se cumple un año de Crisei. Gracias por estar ahí, por aguantarme, y por haberme abierto un huequecito de su tiempo.
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